Confirmado: la lluvia no empeora el dolor en las articulaciones o en la espalda

El pasado 1 de octubre arrancó un nuevo ‘año hidrológico’, esto es, un nuevo periodo de 12 meses en el que se registrarán todas las precipitaciones sobre las cuencas hidrográficas de nuestro país –y del resto de países del hemisferio norte–. Y más allá de las lluvias puntuales de la borrasca ‘Ana’ y de su ciclogénesis explosiva, este inicio de año hidrológico está resultando demasiado seco. Una situación que, dado el estado de nuestros pantanos, estamos lamentando todos los españoles. En mayor o menor medida. Y es hay una parte de la población que si bien ansía la lluvia, también la siente literalmente en sus ‘huesos’. Se trata de los pacientes cuyos dolores articulares y de espalda se agudizan con las precipitaciones y la humedad atmosférica. Pero, ¿esto es realmente así? Pues como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Harvard en Cambridge (EE.UU.), no. Ni mucho menos.

Como explica Anupam Jena, director de esta investigación publicada en la revista “The BMJ”, “da igual cómo miremos los datos, no hemos visto ninguna correlación entre la lluvia y las visitas al médico por un dolor articular o de espalda. Así que la conclusión es la siguiente: las articulaciones dolorosas y los dolores de espalda son muy poco fidedignos a la hora de pronosticar el tiempo”.

Más de 2.500 años

La creencia de que la lluvia tiene un impacto negativo sobre los huesos no es para nada novedosa. De hecho, Hipócrates, el considerado ‘padre de la Medicina’, ya estableció en su tratado ‘Sobre Aires, Aguas y Lugares’ hace cerca de 2.500 años que para comprender la Medicina hay que mirar a los cambios de estaciones y analizar los vientos predominantes para constatar cómo la climatología arrastrada por estos vientos afecta a la salud. Una hipótesis que con el paso de los siglos ha sido alimentada por el folklore y los estudios ‘científicos’ y que a día de hoy constituye, más que una teoría, un axioma. Lo cual no quiere decir que pueda estar equivocado.

Para llevar a cabo el estudio, los autores analizaron los datos de más de 11 millones de consultas médicas solicitadas por más de 1,5 millones de personas mayores entre los años 2008 y 2011 y acudieron a los registros de la Agencia Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) con objeto de establecer la meteorología predominante en cada una de las visitas.

Concretamente, el objetivo de su trabajo era evaluar, entre otras cuestiones, si los pacientes con dolor articular o de espalda acuden más al médico durante los períodos de lluvia o cuando el tiempo ya ha amainado; si los pacientes que van a las consultas por otros motivos se quejan más de sus articulaciones y espalda cuando el clima está revuelto; qué es lo que pasa cuando la lluvia persiste durante varios días seguidos; y si en ausencia de lluvia los pacientes diagnosticados de artritis reumatoide aseguran experimentar un mayor o menor dolor.

Y, exactamente, ¿qué mostraron los resultados? Pues que hasta un 6,35% de las consultas por dolor en las articulaciones o en la espalda se registraron en días en los que llovía. Un dato ciertamente interesante que, sin embargo, pierde todo su valor como posible ‘pronosticador del tiempo’ cuando se observa qué sucedió en los días secos. Y es que hasta un 6,39% de las visitas al médico por estos motivos tuvieron lugar cuando no llovía.

Ya llueva o haga sol

En definitiva, y dado que las consultas registradas durante los días de lluvia son prácticamente las mismas que las datadas en los días secos, puede confirmarse sin ninguna duda que la climatología no afecta de ninguna manera al dolor articular y de espalda. Entonces, ¿por qué hay tantos pacientes que aseguran sufrir más dolor cuando el cielo se cubre de lluvia? Pues porque como refiere Anupam Jena, “el cerebro humano es bueno encontrando patrones y esta creencia se autoalimenta constantemente. Si uno espera que su rodilla duela cuando llueve y no lo hace, se olvidará de su dolor. Pero si le duele, entonces le echará la culpa a la lluvia y registrará la relación en su mente”.

Sea como fuere, lo que realmente importa no es el tiempo atmosférico, sino el dolor. Como concluye el director de la investigación, “como médicos, debemos ser sensibles a los que nos cuentan los pacientes. El dolor es dolor, con o sin lluvia. Pero es importante saber que, a nivel clínico, el dolor articular no parece ir y venir con el clima”.

Fuente: abc.es