El tamaño del cerebro de las abejas depende de su dieta

El cerebro de las abejas es más grande cuando siguen una dieta con menor diversidad de alternativas y más especializada, a contramano de lo que sucede con las aves y otros animales.

Una investigación realizada por un equipo internacional de científicos ha logrado determinar algunos patrones en el comportamiento de las abejas que marcan la relación entre el volumen de su cerebro y la dieta que llevan a lo largo de su ciclo vital. Los detalles del estudio se resumen en un artículo del sitio Phys.org y fueron publicados por la revista Proceedings of the Royal Society B.

Los especialistas hallaron que mientras la dieta es más especializada y acotada el tamaño del cerebro es mayor, en tanto que el mismo disminuye cuando los insectos mantienen una alimentación más variada. Esto es diametralmente opuesto a lo que sucede con las aves y con la mayoría de las especies animales.

En una explicación inicial y a la espera de nuevas investigaciones, los científicos creen que la inusual relación entre el tamaño del cerebro y la dieta en las abejas tiene que ver con sus hábitos alimenticios y el esfuerzo necesario para conseguir el sustento. Algunos comportamientos favorecen un mayor desarrollo cerebral, mientras que otros lo limitan.

Sostienen que las abejas poco selectivas, que toman su alimento de cualquier flor en el campo, necesitan menos energía y procesamiento cerebral. Por el contrario, las abejas que siguen una dieta basada en especies florales muy específicas y concretas, precisan de cerebros más grandes y con mayores “prestaciones” en cuanto a procesamiento de información para hallar el alimento.

Saber más sobre el cerebro de los insectos

Entendiendo que existen múltiples investigaciones en torno al cerebro de mamíferos, aves y otras especies animales, mientras que se observa un vacío con respecto al conocimiento del cerebro de los insectos, los científicos tomaron la decisión de analizar en profundidad el cerebro de una gran cantidad de especies de abejas.

Concretamente se abocaron a 93 especies que pueden hallarse en España, Estados Unidos y los Países Bajos. Estudiaron 395 cerebros de abejas, extrayendo el cerebro de cada ejemplar y comparándolo con el de otras especies. A través de esta metodología, intentaron hallar patrones que permitan describir diferencias y similitudes.

Algunos aspectos ya habían sido corroborados en las aves y otros animales, observándose nuevamente en las abejas. Es el caso de la cantidad de generaciones de abejas por año. Los insectos con una única generación anual tienen cerebros más grandes con respecto a las variedades de abejas con más de una generación al año.

Comportamiento social y dieta

Por otro lado, al analizar el comportamiento social descubrieron que no existe una relación directa entre el tamaño del cerebro de las abejas y su condición de insectos solitarios o su participación en colmenas. Esto se debe a que la interacción social de las abejas es muy acotada, a diferencia de lo que sucede con otras especies.

En las colmenas desarrollan funciones específicas como el cuidado de las crías o la recolección de polen, sin que exista espacio para otras relaciones sociales más complejas que pudieran requerir un mayor procesamiento cerebral.

Este resultado era esperado por los investigadores, porque ya se había constatado en estudios previos, por ejemplo en el caso de las avispas, que los insectos sociales tienden a registran un menor desarrollo cerebral que aquellos que siguen una vida solitaria, a contramano de lo que se ha comprobado en los mamíferos, por ejemplo.

La razón es que cada insecto que forma parte de un gran colectivo tiende a comportarse como una pequeña célula de un organismo mayor, limitando de esta manera su desarrollo individual.

La gran sorpresa para los investigadores llegó al estudiar las dietas de las abejas, descubriendo como se indicó previamente que las pautas alimenticias más especializadas desembocan en cerebros más grandes, aunque todavía no se ha podido concluir si esto significa que las abejas con mayor volumen cerebral son más inteligentes que el resto.

Fuente: tendencias21.levante-emv.com