Una conexión entre cerebro e intestino podría explicar nuestra ansia por tomar azúcar

Un poco más de azúcar puede hacernos desear cualquier cosa, desde galletas a condimentos o café cubierto de crema batida. Pero su dulzura no explica del todo nuestro deseo. Nuevas investigaciones muestran que esta molécula mágica tiene un canal de retorno al cerebro.

Al igual que otras cosas de sabor dulce, el azúcar activa papilas gustativas especializadas en la lengua. Pero también activa una vía neurológica completamente separada, una que comienza en el intestino, según informan el investigador del Instituto Médico Howard Hughes, Charles Zuker, y sus colegas en la revista Nature.

En los intestinos, las señales que anuncian la llegada del azúcar viajan al cerebro, donde impulsan el apetito por obtener más, según mostraron los experimentos del equipo con ratones. Este camino de los intestinos al cerebro parece delicado, respondiendo solo a las moléculas de azúcar, no a los edulcorantes artificiales.

Los científicos ya sabían que el azúcar ejercía un control único sobre el cerebro. Un estudio de 2008, por ejemplo, demostró que los ratones sin la capacidad de saborear lo dulce pueden seguir prefiriendo el azúcar. El descubrimiento del equipo de Zuker de una vía de detección de azúcar ayuda a explicar por qué el azúcar es especial, y señala las formas en que podríamos sofocar nuestro insaciable apetito por él.

“Necesitamos separar los conceptos de dulce y azúcar”, dice Zuker, un neurocientífico de la Universidad de Columbia. “Lo dulce implica gustar, el azúcar supone querer. Este nuevo trabajo revela las bases neuronales de la preferencia por el azúcar”.

El término azúcar es un concepto general que abarca una serie de sustancias que nuestro cuerpo utiliza como combustible. Comer azúcar activa el sistema de recompensas del cerebro, haciendo que tanto los humanos como los ratones se sientan bien. Sin embargo, en un mundo en el que abunda el azúcar refinado, este apetito profundamente arraigado puede enloquecer. La ingesta anual de azúcar de un estadounidense promedio se ha disparado de menos de 5 kg a finales del siglo XIX a más de 50 kg en la actualidad. Ese aumento ha tenido un costo: los estudios han relacionado el consumo excesivo de azúcar con numerosos problemas de salud, incluyendo la obesidad y la diabetes tipo 2.

Anteriormente, el trabajo de Zuker demostró que el azúcar y los edulcorantes artificiales activan el mismo sistema sensorial. Una vez en la boca, estas moléculas activan los receptores del sabor dulce en las papilas gustativas, iniciando señales que viajan a la parte del cerebro que procesa el dulzor.

Pero el azúcar afecta al comportamiento de una manera que el edulcorante artificial no lo hace. El equipo de Zuker realizó una prueba que comparó el azúcar con el edulcorante Acesulfame K, que se usa en gaseosas dietéticas, paquetes de edulcorantes y otros productos. Ofreciéndoles agua con el edulcorante o con azúcar, los ratones al principio bebieron ambos, pero en dos días cambiaron casi exclusivamente a agua con azúcar. “Razonamos que esta motivación insaciable que tiene el animal por consumir azúcar, en lugar de algo dulce, podría tener una base neuronal”, dice Zuker.

Al visualizar la actividad cerebral cuando los roedores consumían azúcar en lugar de agua o edulcorantes artificiales, los investigadores identificaron por primera vez la región del cerebro que responde únicamente al azúcar: el núcleo caudal del tracto solitario (cNST). Situado en el tronco del encéfalo, separado de donde los ratones procesan el sabor, el cNST es un centro de información sobre el estado del cuerpo.

El camino hacia el cNST, determinó el equipo, comienza en el revestimiento del intestino. Allí, las moléculas sensoriales desencadenan una señal que viaja a través del nervio vago, que proporciona una línea directa de información desde los intestinos hasta el cerebro.

Este circuito entre el intestino y el cerebro favorece una forma de azúcar: la glucosa y moléculas similares. Ignora los edulcorantes artificiales, lo que explica quizás por qué estos aditivos no pueden replicar completamente el atractivo del azúcar. También pasa por alto otros tipos de azúcar, sobre todo la fructosa, que se encuentra en la fruta. La glucosa es una fuente de energía para todos los seres vivos. Eso podría explicar por qué evolucionó la especificidad del sistema para la molécula, dicen los autores principales del estudio Hwei Ee Tan y Alexander Sisti, que son estudiantes graduados en el laboratorio de Zuker.

Anteriormente, los científicos especulaban con que el contenido energético del azúcar, o las calorías, explicaba su atractivo, ya que muchos edulcorantes artificiales carecen de calorías. Sin embargo, el estudio de Zuker demostró que no es así, ya que las moléculas libres de calorías y similares a la glucosa también pueden activar la vía de detección del azúcar de intestino a cerebro.

Para entender mejor cómo se desarrolla la fuerte preferencia del cerebro por el azúcar, su grupo está estudiando las conexiones entre este circuito de azúcar en el cerebro y otros sistemas cerebrales, como los involucrados en la recompensa, la alimentación y las emociones. Aunque sus estudios son en ratones, Zuker cree que esencialmente la misma ruta de detección de la glucosa existe en los humanos.

“Descubrir este circuito ayuda a explicar cómo el azúcar impacta directamente en nuestro cerebro para impulsar el consumo”, dice. “También expone nuevos objetivos potenciales y oportunidades de estrategias para ayudar a reducir nuestro insaciable apetito por el azúcar”.

Fuente: noticiasdelaciencia.com