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Científicos descubren las ondas cerebrales que explican la sensación de ira mientras dormimos

Experimentar ira mientras dormimos está correlacionado con la actividad del lóbulo frontal derecho en el rango alfa, de acuerdo con el artículo publicado en The Journal of Neuroscience. Los resultados empíricos señalaron una conexión entre los correlatos neuronales de las emociones negativas tanto en el sueño como en la vigilia.

El proceso del sueño en el lapso de ocho horas se organiza en 4-5 ciclos de unos 90-120 minutos, durante los cuales se pasa de la vigilia a la somnolencia (fase I), luego al sueño ligero (fase II), después al sueño lento o profundo (fase III) y finalmente al sueño MOR (fase IV). Su distribución estándar en un adulto sano es aproximadamente la siguiente: Fase I, el 5 %; Fase II, el 50 %; Fase III, el 20 % y Fase MOR, el 25 %.

La sigla MOR refiere a los movimientos oculares rápidos y aleatorios que exhibe la persona durante ésta fase donde ocurren los sueños propiamente. Sin embargo, la percepción subjetiva del individuo al respecto, convierte a la fase en una materia bastante difícil de investiga. Se considera que la experiencia de la persona mientras sueña es como una experiencia en el estado de vigilia y, en primer lugar, se la vincula a sus emociones. Por ejemplo, el miedo experimentado en un sueño puede despertar fácilmente al soñador. Si se supone que el estado de sueño tiene mucho en común con la vigilia en un sentido emocional, entonces los correlatos neurales que reflejan la respuesta a un estímulo particular deben ser similares en ambos estados.

La ira es diestra

Ahora, un grupo de científicos dirigidos por Pilleriin Sikka de la Universidad de Turku (Finlandia) decidieron verificarlo. El experimento involucro 17 personas que pernoctaron por dos noches en el laboratorio. Se midió la actividad cerebral mediante un electroencefalograma: las lecturas se tomaron 8 minutos antes de irse a dormir, durante la fase de sueño, y 8 minutos después de despertarse. Los participantes fueron interrumpidos varias veces cinco minutos luego del inicio de la fase MOR, para proporcionar un informe del sueño y calificar su efecto.

Como principal indicador biológico de una reacción emocional, los científicos utilizaron la asimetría de la actividad de las ondas alfa en los lóbulos frontales derecho e izquierdo. Las ondas alfa son oscilaciones electromagnéticas comúnmente detectadas mediante un electroencefalograma (EEG) o un magnetoencefalograma (MEG), y se originan sobre todo durante períodos de relajación, con los ojos cerrados, pero todavía despierto. Se piensa que representan la actividad de la corteza visual en un estado de reposo. Estas ondas se ralentizan al quedarse dormido (mayor amplitud de los ritmos) y se aceleran al despertarse (menor amplitud). Por lo que las ondas alfa se consideran características del estado de vigilia y sueño calmo.

Las emociones más frecuentes experimentadas por los participantes fueron la ira (41%) y el interés (81%). Los científicos encontraron una correlación (p <0,001) entre la asimetría de la actividad de los lóbulos frontales en el rango alfa y la rabia experimentada en el sueño (pero no en el interés). En éste caso, la actividad de las ondas alfa en el hemisferio derecho fue mayor, lo que sugiere que los individuos con mayor poder alfa serían menos capaces de regular (o inhibir) los estados afectivos fuertes, como la rabia. Al mismo tiempo, la asimetría se observó también en el estado de vigilia, justo antes de que los participantes comenzaran a sentirse enojados.

La investigación posiciona a las ondas alfa como una excelente herramienta de correlato neural en la regulación emocional de los sueños. Por el momento, el trabajo solo explica la manifestación de la ira. Por último, los autores aclaran que para buscar correlatos de otras emociones, se necesitará avanzar con nuevas investigaciones.

El descanso adecuado del ser humano es una actividad de suma importancia para el desarrollo de sus funciones vitales. A modo de ejemplo, estudios previos indicaron que la reducción de la duración de la fase MOR aumenta el riesgo de demencia en la tercera edad. Y aquellos adultos mayores que padecen somnolencia diurna resultan tres veces más propensos a la acumulación cerebral de la proteína típica del Alzhéimer.

Fuente: nmas1.org