Debido al deshielo de la Antártica, el nivel del agua subió de o.5 milímetros a 0.73 en 25 años

México podría buscar integrarse al Tratado Antártico para estar preparados ante esos cambios: doctor Pablo G.T. Lepe

Norma Ávila Jiménez

Como consecuencia del derretimiento de la capa de hielo de la Antártica, la contribución al incremento del nivel del agua en el mundo ha aumentado de 0.15 milímetros anuales, a 0.73, de 1992 a 2017. Además, ese aumento ha mostrado una aceleración de 2012 a 2017, indica la revista Science del 20 de agosto del año pasado. Asimismo, informa que al final de esta centuria esos niveles podrían alcanzar hasta 1.7 metros de altura, de acuerdo a ciertos modelos de simulación, lo que sería devastador para la vida en el planeta.

Y ya en un panorama casi de ficción en el cual el continente blanco dejara de serlo debido al calentamiento global, la capa de hielo del Oeste Antártico contribuiría a un aumento del nivel del agua equivalente a 5.3 metros y la parte Este, incrementaría hasta a 52.2 metros esa elevación, señala la publicación. “Este escenario sería catastrófico para la humanidad, desaparecerían las costas, se iría la arena”, subraya el doctor Pablo Lepe, cofundador y director de la Agencia Mexicana de Estudios Antárticos (AMEA).

La actividad humana excesiva y militar “podría aumentar el riesgo de una guerra por las riquezas de sus reservas de agua dulce, minerales preciosos, petróleo y gas natural, entre otros recursos naturales”.

Ante ese panorama es imperativo evitar “que algunos países, sobre todo los que tienen reclamos territoriales e intereses de prospección, traten de explotarlos. Por ello es importante que México participe como miembro del Tratado, con lo cual tendrá voz y voto para apoyar a que la Antártica continúe siendo parque natural patrimonio de la humanidad en donde se prohíba la expropiación de recursos y cualquier acción militar. México puede apoyar en gran medida a que se abogue siempre por esta visión”.

El doctor Pablo Lepe indica que ya se dieron pasos para lograr ese objetivo entre éstos que la AMEA, fundada hace dos años, colaboró recientemente con la Academia Mexicana de Ciencias para que México pudiera formar parte del Comité Científico para la Investigación en la Antártida (SCAR, por sus siglas en inglés), con lo cual “se ha abierto la puerta a la participación de la ciencia mexicana en este continente de paz, lo que es un hecho histórico. Aún falta integrarnos al Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales (COMNAP, por sus siglas en inglés), que opera y supervisa el manejo adecuado de la investigación e infraestructura y logística de los programas antárticos de cada país, regulados por los tratados ambientales del Tratado Antártico”.

El pasado 9 de agosto el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, en su Informe Cambio Climático 2021: Bases físicas, puntualizó que en las próximas décadas se podría alcanzar un aumento en el calentamiento global de 1.5 grados centígrados. Las acciones humanas, señala el texto, todavía pueden determinar el curso futuro del clima, por lo tanto, aquí cabe subrayar el significado de que “nuestra nación tenga voz y voto como integrante del Tratado, el cual abrirá la oportunidad de integrar a nuevos miembros en 2048.

“Debemos evitar lo que ya sucede en el Polo Norte”: se está deshielando a un ritmo acelerado. Un estudio realizado por Nick Golledge, glaciólogo de la Universidad de Wellington, en Nueva Zelanda, revela que el derretimiento de la capa de hielo en Groenlandia en las últimas décadas, no tiene precedentes. Según Sarah Das, investigadora de la Institución Oceanográfica de Woods Hole -WHO, el agua de deshielo proveniente del Ártico se ha incrementado en un 30 por ciento únicamente durante el siglo XX.

Además del calentamiento global, en el Ártico hay actividad humana constante: “Empresas rusas y canadienses ya extraen petróleo, y hay zonas militarizadas a cargo de diversos países. Aunque se limitan por los protocolos ambientales, ya están instalado allá”, lo que repercute en el decremento de la población de osos polares, entre otras especies.

Pablo Lepe destaca el reciente avistamiento realizado por un grupo de investigadores, de un elefante marino de los mares del sur en el Golfo de California. “El cambio en el patrón de migración pudo haber ocurrido por el incremento en la temperatura en el Polo Sur y subsecuentes cambios en las corrientes marinas. Los especialistas en ese campo tendrán que observar esos comportamientos más de cerca para entender las consecuencias para los animales marinos visitantes de nuestro país”. El planeta ha lanzado un S. O. S.: hay que escucharlo y actuar.