Aclarando el enigmático origen del bisonte norteamericano

Ha existido una larga controversia respecto a la época de la llegada del bisonte a Norteamérica. Hasta hace poco, los registros fósiles de diferentes partes de Norteamérica diferían entre sí, con unas pocas ubicaciones sugiriendo que este animal llegó hace millones de años, mientras que la mayoría de los yacimientos paleontológicos antiguos no muestran evidencia alguna de su presencia. Con la aparición de nuevos métodos para datar los yacimientos de fósiles, quedaron en entredicho las edades de todos aquellos en Norteamérica que supuestamente albergaban restos fósiles de bisontes muy antiguos, dejando la fecha de su llegada como un misterio a resolver.

En una nueva investigación se han identificado de manera fiable los fósiles de bisonte más antiguos de Norteamérica, y ello ha ayudado a construir una genealogía de este animal que establece que un ancestro materno común llegó hace entre 130 mil y 195 mil años, durante una era glacial anterior.

El equipo de Beth Shapiro, de la Universidad de California en Santa Cruz, Estados Unidos, y Duane Froese, de la de Alberta en Canadá, utilizó nuevas técnicas para la extracción de ADN antiguo y secuenció los genomas mitocondriales de más de 40 bisontes, incluyendo los dos más antiguos de entre todos los encontrados hasta ahora. Comparando estos genomas con otros de animales siberianos y norteamericanos, se han clarificado las partes más antiguas del árbol familiar del bisonte.

El bisonte utilizó lo que se llama el Puente de Tierra de Bering, una enorme conexión entre Asia y Norteamérica, para cruzar de la primera a la segunda. El puente de tierra se forma durante las eras glaciales, cuando buena parte del agua en el planeta se integra en los glaciares continentales en crecimiento, lo que hace que el nivel del mar sea mucho más bajo que el actual. Después de su llegada a Alaska, los bisontes se repartieron rápidamente por el continente, aprovechando los ricos pastos que formaban parte del ecosistema de la edad del hielo, tal como explica Shapiro.

Fuente: noticiasdelaciencia.com