Las pulgas campeonas del mundo en salto de altura: brincan 100 veces su tamaño

Hasta 100 veces su altura es la distancia que puede saltar el campeón del mundo del reino animal. Un bichito de casi 6 milímetros de talla y que frecuenta los jardines británicos, puede realizar saltos de altura que son comparables a una altura por encima de un rascacielos de 70 pisos para cualquiera de los finalistas en el Europeo de atletismo. En la prestigiosa revista Nature se explica que, para alcanzar esta altura, se consigue una velocidad de despegue de 11,16 km/h., que hace experimentar a este insecto aceleraciones 700 veces superior a la de la gravedad, o 100 veces mayor a la que experimenta un piloto de aviones.

En el mundo animal, y según la longitud de las extremidades inferiores, se puede saltar de dos maneras. Animales como el canguro o la rana, que con unas largas piernas son capaces de producir una gran potencia que les elevan hasta alturas considerables. Y otros, como es el caso de insectos con extremidades pequeñas, que no pueden producir gran cantidad de potencia muscular pero, como si se tratase de un gran muelle, tienen un mecanismo que les permite, antes de saltar, generar y almacenar una gran cantidad de fuerza, que posteriormente les catapulta a las alturas. En ambos casos, la estrategia para conseguir una mayor altura sería aumentar la fuerza y la musculatura de las piernas. Otra estrategia estaría relacionada con el aumento de la longitud y número de partes o segmentos de la extremidad inferior. Esto también aumentaría la cantidad de fuerza producida para alcanzar una altura de salto mayor. La óptima combinación de estos factores nos daría el saltador ideal.

¿Y por qué el ser humano sólo puede saltar una altura ligeramente superior (que no es poco) a la talla de los participantes? Entre las razones que explican la mayor capacidad de salto de algunos seres vivos, aunque parezca extraño, está el hecho de que un insecto que salta con la técnica de la catapulta puede realizar una fuerza de salto 25 veces superior a su peso corporal, mientras que durante un salto de 2,40 metros, el ser humano sólo puede generar una fuerza de batida de aproximadamente 8-9 veces su peso corporal. Esto se debe a dos razones. En primer lugar, los que utilizan el modelo de salto con impulso previo, como los canguros o los saltadores de altura, no tienen ese mecanismo de gran muelle que permite a algunos insectos generar y almacenar una gran cantidad de fuerza antes de saltar.

Por otro lado, es frecuente observar que antes de realizar la acción de batida, se realiza un pequeño y rápido contramovimiento de toma de impulso previo, que nos permite desarrollar una mayor cantidad de fuerza y altura de salto, que si no realizásemos. Con este tipo de movimiento se consigue un estiramiento de los tendones (similar a lo que sentimos cuando estiramos una goma), que nos permite almacenar cierta cantidad de energía elástica que se vuelve a utilizar cuando realizamos la batida. Esto es precisamente lo que ocurre en un salto de altura. La carrera de aproximación que se realiza para coger impulso hace que durante la fase de batida se frene la velocidad horizontal y la musculatura de la pierna se tenga que estirar muy rápidamente produciendo una gran estimulación de estos músculos, que podrán realizar una gran fuerza de batida. En el caso de algunos insectos, la óptima interacción entre los músculos y los tendones, hace que esta energía elástica extra perdure un mayor tiempo durante la extensión de los músculos de la pierna y el salto sea más eficaz.

Además de la cantidad de fuerza, el tiempo que el pie de batida está en contacto con el suelo es otro factor clave para entender el mecanismo del salto de altura. Esto es de gran importancia, ya que no se puede generar fuerza para incrementar la velocidad o cambiar la dirección del cuerpo si el pie no contacta con el suelo. En el caso del salto de altura, el deportista necesita convertir la velocidad horizontal en la máxima velocidad vertical que le permita volar lo más alto posible. Para ello, el pie necesita estar el tiempo suficiente de contacto con el suelo para generar la fuerza de reacción que se lo permita. En el caso de saltadores de alto nivel, será de tan solo 140-180 milisegundos.

Fuente: elpais.com