Ciclos de retroalimentación que empeorarán el cambio climático “ya han empezado”: científicos

En octubre, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó un informe preocupante en el que advirtió sobre el inminente juicio final de la humanidad por el calentamiento global y donde mencionó un factor que se ha sumado a dicho escenario: una nueva estimación sobre la cantidad de dióxido de carbono adicional que se está emitiendo a la atmósfera como resultado del calentamiento del permafrost ártico.

El aumento de las temperaturas en el Ártico liberará una gran cantidad de carbono atrapado debajo del permafrost, y estos gases de efecto invernadero adicionales que se emiten a la atmósfera acelerarán el calentamiento, y esto, a su vez, derretirá aún más el permafrost, concluyó el informe.

Este “ciclo de retroalimentación” hace que el cambio climático sea impredecible y represente una amenaza para el aumento descontrolado de la espiral del calentamiento global.

“Ya empezó”, le comentó a Yahoo Noticias Thomas Crowther, profesor del Departamento de Ciencia de Sistemas Ambientales de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. “La retroalimentación se ha puesto en marcha”.

Crowther estima que las emisiones de dióxido de carbono y metano de los suelos descongelados están “acelerando el cambio climático entre un 12 y 15% en este momento”, y reveló que los informes anteriores del IPCC que dejaron fuera el efecto de la retroalimentación “fueron mucho más optimistas de lo que deberían haber sido”.

A casi todos los científicos que estudian los efectos del cambio climático les preocupa el impacto de los ciclos de retroalimentación en el aumento del calentamiento global. Uno de los temas más preocupantes es el “efecto albedo”, que no es más que la cantidad de radiación solar que el planeta refleja hacia el espacio, sobre todo desde las capas de hielo polar. Básicamente, el calentamiento que se ha producido ha empezado a derretir las capas de hielo, dejando al océano y la tierra relativamente oscuros y expuestos a absorber la radiación solar, lo que calienta aún más el planeta y conduce a un mayor deshielo.

“Algunos estiman que el impacto del oscurecimiento de la tierra al desaparecer la nieve y el hielo representa entre el 25 y el 40% del calentamiento que hemos experimentado”, le comentó a Yahoo Noticias, Jennifer Francis, profesora de investigación del Departamento de Ciencias Marinas y Costeras de la Universidad Rutgers. “En otras palabras, el calentamiento global empeora. Y estos factores se suman influyendo de diferentes maneras”.

Los ciclos de retroalimentación no son la causa principal del cambio climático, pero empeoran el problema. Cuando los climatólogos comenzaron a estudiar seriamente el calentamiento global en la década de 1970, surgieron algunas dudas sobre el funcionamiento de los ciclos de retroalimentación. Los científicos teorizaron que también podría haber ciclos de retroalimentación negativos, lo que reduciría el calentamiento global, por ejemplo, al aumentar la nubosidad. Sin embargo, hasta ahora todo ha ido en la dirección opuesta y errónea.

“No soy optimista. Y no es solo por la retroalimentación sino porque ya se ha emitido mucho dióxido de carbono a la atmósfera y este resiste durante mucho tiempo”, explicó Francis. “Una molécula de dióxido de carbono dura unos 100 años en la atmósfera, como media. Por tanto, todavía no hemos experimentado el impacto del dióxido de carbono que ya se emitido a la atmósfera. Aunque no tengamos en cuenta la retroalimentación, sufriremos otros cambios climáticos ya que el sistema necesita tiempo para adaptarse a este nuevo nivel de gases de efecto invernadero en la atmósfera. La retroalimentación solo hace que esa respuesta se intensifique en comparación con lo que sucedería en otras circunstancias”.

Francis ha investigado cómo el aumento de las temperaturas en el Ártico ha debilitado la corriente en chorro, causando cambios en los patrones climáticos y las corrientes oceánicas que, en otro ciclo de retroalimentación, calentarían la tierra y desestabilizarían aún más la corriente en chorro.

“Estamos viendo que el Ártico se está calentando mucho más rápido que el sur del planeta, por lo que la diferencia de temperatura entre norte y sur es menor y, por tanto, hay menos combustible que impulse el viento que mueve la corriente de chorro”, explicó Francis. “Eso debería hacer que la corriente en chorro se alimente más de estos grandes cambios de norte a sur. Y eso es importante porque esas ondas en la corriente en chorro son las que crean los sistemas de alta y baja presión que vemos en un mapa del tiempo en la televisión. Cuando se crean ondas realmente grandes en la corriente en chorro, tienden a moverse mucho más lento, por lo que las altas y bajas presiones que vemos en un mapa meteorológico también se moverán más lentamente y las condiciones climáticas en la superficie asociadas a esos sistemas meteorológicos serán más persistentes”.

Los patrones climáticos persistentes, como los períodos de lluvia o sequía que duran meses, pueden tener consecuencias potencialmente devastadoras, apuntó Francis.

Harold Wanless, director del departamento de ciencias geológicas de la Universidad de Miami y un destacado experto en el estudio del aumento del nivel del mar, ha investigado el ritmo del aumento y descenso de los océanos que se ha producido a lo largo de milenios. Teme que una variación en los ciclos de retroalimentación contribuya a un aumento dramático del nivel del mar en las próximas décadas.

“Mi trabajo sobre el clima a lo largo de los años muestra que hemos experimentado ascensos rápidos que resultan bastante dramáticos, en un siglo el nivel del mar ha aumentado 10 metros, y eso se traduce en un deshielo muy rápido”, dijo Wanless. “Acabamos de ser testigos del inicio del deshielo y el calentamiento de las aguas que llegan hasta el Ártico, lo que seguramente será el comienzo de uno de estos rápidos ascensos del nivel del mar”.

Para Wanless, es evidente que hemos alcanzado un punto de inflexión en el impacto en cadena del cambio climático respecto el aumento del nivel del mar.

“Cuando empiezas a sumar el efecto de esas retroalimentaciones, la única variable que tenemos que seguir en la era moderna, emergen todos esos factores que aceleran el deshielo y sobre los cuales estamos tomando conciencia, como el colapso de las altas capas de hielo. Solo intentamos descubrir cuán rápido y dramático será”, dijo Wanless. “Muchos de esos factores trabajan al unísono. El agua caliente que entra por debajo de los fiordos de Groenlandia y la Antártida termina separando el hielo del sustrato y una vez que eso sucede, se fractura automáticamente el hielo que se desprende como si se tratase de un montón de libros que empiezan a caer de una mesa”.

Es alarmante comprender hasta qué punto el ecosistema del planeta está interconectado. Durante años, se sabía relativamente poco sobre el importante papel que desempeñaba el Ártico para mantener el equilibrio global. Sin embargo, a medida que el permafrost comenzó a descongelarse, las consecuencias globales han sido inevitables.

“El permafrost actúa como una especie de congelador gigante. La razón por la que tenemos un congelador en nuestra cocina es para evitar la descomposición del carbono orgánico (los alimentos)”, explicó Charles Koven, científico investigador del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley. “Lo mismo sucede en estos ecosistemas árticos. Las plantas crecen, mueren y forman capas orgánicas, una especie de compost en la superficie del suelo y luego, con el tiempo, ese carbono se mezcla con la tierra a mayor profundidad, se funde a esas capas más profundas y se congela, donde puede permanecer durante mucho tiempo, incluso miles de años”.

Koven realizó un estudio en 2015 en el que descubrió que cada grado Celsius de calentamiento que genera el permafrost equivale a 1,5 y 2 años de emisiones globales de dióxido de carbono generadas por el ser humano.

“El calentamiento hace que la capa de suelo que se descongela cada verano se descongele cada vez más. Es como colocar en la nevera los alimentos que has tenido guardados en el congelador. No tardan mucho en descomponerse, y entonces liberan gases de efecto invernadero, dióxido de carbono y metano”.

Sin embargo, Koven hizo hincapié en que las emisiones del permafrost descongelado no eran, en sí mismas, necesariamente catastróficas.

“El carbono que proviene del permafrost no genera un ciclo de retroalimentación tan dañino”, explicó Koven. “El problema radica en que, al aumentar la cantidad adicional de carbono que se encuentra en la atmósfera con el incremento del calentamiento, resulta más difícil cumplir los objetivos climáticos que nos hemos planteado”.

Roisin Commane, profesor asistente de Ciencias de la Tierra y el Medio Ambiente en la Universidad de Columbia, también ha estado estudiando el deshielo del permafrost y fue el autor principal en el primer estudio que mostró que la tundra de Alaska se ha convertido en un emisor neto de dióxido de carbono.

“En la navidad pasada, el Polo Norte no se congeló. El hielo marino y los suelos no se congelaron”, le comentó Commane a Yahoo Noticias. “El año pasado, 2017-2018, una gran parte de la vertiente norte de Alaska y Siberia no llegaron a congelarse. La nieve llegó muy temprano, lo que provocó que se formase una capa aislante que impidió la congelación de los suelos y aumentó bastante la liberación de CO2 y metano”.

A diferencia de Wanless, quien ha sido testigo en primera persona del deterioro de la capa de hielo en Groenlandia durante décadas, Commane empezó a viajar al Ártico hace poco. Aun así, ha analizado todo lo que ha encontrado allí y teme que los ciclos de retroalimentación exacerben la metamorfosis del paisaje.

“Todas nuestras nociones preconcebidas sobre lo que debería estar sucediendo, se han esfumado”, dijo. “No crecí en el Ártico, todo lo que he aprendido ha sido a través de lo que he leído. Pero cuando llegué allí, descubrí que es un lugar completamente diferente”.

Fuente: Agencias