En Túnez, la inteligencia artificial y los robots trabajan contra el coronavirus

Un robot capaz de clasificar a los pacientes, análisis de radiografías por inteligencia artificial, descodificación del genoma del virus, investigación de una vacuna. La pandemia del coronavirus ha activado en Túnez una fiebre tecnológica para apoyar al frágil servicio sanitario público.

En la escuela de ingenieros de Susa, al sur de Túnez, la capital, el tradicional proyecto de fin de curso lo eligió el gobierno: concebir una máquina de oxigenoterapia que pudiera ser fabricada localmente.

Y es que los hospitales están infraequipados y tanto los costos como los plazos de entrega del material médico se han disparado.

“Alumnos, profesores y médicos han concebido un prototipo que funciona”, sostiene Aref Meddeb, director de la escuela. “Es la primera vez que se fabrica esta máquina en Túnez. lo que demuestra que hay un verdadero potencial. Lo que suele faltar habitualmente es la confianza y los medios que nos han concedido durante esta crisis.”

Otros investigadores han desarrollado un proyecto de respirador simplificado hecho con piezas realizadas en impresoras 3D y componentes fáciles de comprar en el mercado de acceso libre, lo que permitirá a los países africanos fabricarlos ellos mismos y suplir la falta de equipos.

“Estamos todos en estado de alerta porque queremos salvar vidas”, dice Khalil Allouch, estudiante de ingeniería, que participa en otro proyecto de respirador local.

“Utilizamos todo lo que encontramos en ‘open source’ (acceso libre de derechos) y las competencias de un ingeniero tunecino especializado en los respiradores de reanimación. ¡Él mismo es toda una ‘open source’!”, bromea. “Esta crisis nos demuestra que podemos ser más autónomos”.

Túnez forma cada año a miles de médicos e ingenieros de nivel internacional. Pero sin perspectivas laborales interesantes en el país, muchos emigran.

Competencias

Aunque los laboratorios están sumergidos por los tests de diagnóstico de la COVID-19, Túnez es uno de los primeros países de la región que ha descodificado el genoma del virus que circula localmente, una etapa necesaria para poner a punto una vacuna.

El Instituto Pasteur de Túnez es una de las escasas instituciones en África que realiza investigaciones para hallar una vacuna.

“Otros países están en estadios más avanzados pero eso no nos garantiza que tendremos acceso a las vacunas rápidamente”, observa Hechmi Louzir, director de este Instituto. “Tenemos la suerte de tener gente competente. Si lo lográramos, sería extraordinario”.

En cuanto a los diagnósticos, una herramienta de la inteligencia artificial, concebida en una escuela de ingenieros que está en proceso de validación, servirá para medir en el momento la probabilidad de que una persona haya contraído el virus a partir de simples radiografías de pulmón. Lo que podría permitir a las regiones sin estructura médica llevar a cabo los tests de diagnóstico.

“La crisis nos ha dejado al descubierto”, reconoció el primer ministro Elyes Fakhfakh en la televisión, pero ha desvelado “competencias sólidas” en el campo de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) y de la inteligencia artificial. “Después del coronavirus, vamos a reconstruir sobre estas bases”, declaró en un momento en que la economía sufre por las medidas de prevención.

El gobierno convocó una feria virtual donde se presentaron las diferentes innovaciones y las tecnologías médicas desarrolladas contra la COVID-19.

Hasta las administraciones más reacias a la tecnología se han sumado para permitir realizar algunas gestiones. Ahora, el ministerio del Interior entrega autorizaciones para circular a través de una plataforma de internet.

El ministerio de Salud utiliza una aplicación concebida recientemente por estudiantes y profesores para censar el número de camas disponibles y poder organizar traslados de pacientes o el despliegue de camas de emergencia adicionales.

Un robot teleguiado por la policía, que patrulla las calles para hacer respetar el confinamiento, ya es conocido.

Pero su creador, la empresa tunecina Enova, no piensa quedarse ahí. Uno de sus robots-policías autónomos está siendo adaptado para permitir a los enfermos en estado grave hablar con sus allegados. Otro está desarrollado para ayudar, mediante inteligencia artificial, para hacer el triaje de los pacientes que llegan al hospital.

“Estamos todavía desbordados”, dice la doctora Jalila Ben Khelil, adjunta del principal servicio de reanimación COVID del país. Pero “hay que explorar todas las pistas para lograrlo”.

Fuente: Afp