Nuevos estudios revelan aspectos sorprendentes de la temible y electrizante anguila

No es ningún secreto que el gimnoto, o anguila eléctrica, aturde a sus presas, pues hace siglos que conocemos testimonios al respecto. Pero a menos que uno sea agente de seguridad en la nave estelar Enterprise, el verbo «aturdir» resulta vago. ¿Qué ocurre en realidad cuando ataca? Hasta hace poco, la biología ignoraba casi todo sobre esa facultad extraordinaria. No entraba en mis planes estudiar el fenómeno, y nunca hubiera imaginado que en nombre de la ciencia acabaría ofreciendo mi brazo a uno de ellos. Pero como profesor de biología en la Universidad Vanderbilt que imparte enseñanzas sobre los peces eléctricos y que, con ese fin, toma fotografías y rueda películas a cámara lenta de gimnotos en el laboratorio para el aula, observé algo tan extraño que tuve que abandonar mis demás ocupaciones para indagar en ello.

Cuando una anguila propina una potente descarga eléctrica con la intención de devorar un pez, los peces de las inmediaciones quedan paralizados en apenas tres milisegundos. Quedan como petrificados, flotando inmóviles en el acuario. En un principio pensé que tal vez morían sin más. Pero cuando el cazador erraba el blanco y cesaba la descarga de alto voltaje, los peces recuperaban la movilidad y huían veloces: el efecto era temporal. No cabía en mi asombro, y me propuse averiguar cómo se desarrollaba el ataque eléctrico.

La analogía obvia que me vino a la cabeza fue la pistola táser de la policía, la cual paraliza el cuerpo al interferir con la capacidad del sistema nervioso para controlar la musculatura. Por medio de unos cables, transmite la corriente bajo la forma de breves impulsos de alto voltaje, a razón de 19 por segundo. El gimnoto no precisa de cables, pues el agua conduce la electricidad, como se puede comprobar cuando cae un secador en la bañera. Aparte de eso, su descarga recuerda a la de la pistola: impulsos breves, de apenas dos milisegundos. Ahora bien, llega a emitir más de 400 por segundo en el curso de un ataque, una cadencia muy superior. ¿Sería el gimnoto una verdadera pistola eléctrica acuática?

Con esta pregunta en mente, me embarqué en lo que acabó convirtiéndose en una misión de tres años para desvelar el mecanismo de ataque y los efectos que las descargas ejercen sobre las presas y los depredadores. A cada paso me sorprendió la complejidad de la que hace gala cuando emplea la electricidad, un recordatorio de que las invenciones humanas languidecen al lado de las de la naturaleza.

Sorpresas en abundancia

Quizá sorprenda saber que el gimnoto no es una auténtica anguila, pues pertenece a una familia de peces originaria de Sudamérica, los gimnótidos (Gymnotidae). Los demás miembros del grupo emiten campos eléctricos sumamente débiles con fines sensoriales y comunicativos. El gimnoto ha amplificado su potencia en el curso de la evolución, por lo que es capaz de generar descargas de 600 voltios gracias al órgano eléctrico que recorre casi todo su cuerpo, de hasta 2,5 metros de largo y más de 18 kilogramos de peso. El órgano está compuesto por miles de células discoidales especializadas llamadas electrocitos, que actúan como pilas acumuladoras.

Fuente: investigaciónyciencia.es