Al rescate en México del único sauce nativo de América Latina

Se llama sauce criollo o colorado y habita desde México hasta parte del sur de Chile y la Argentina. Cómo fue el pasado de un árbol que habla de la historia humana

Decrépito y solo. Así estaba un ejemplar de la única especie de sauce nativo que ha surgido en América Latina cuando lo encontró el científico Leonardo Gallo en Patagonia. Corría el año 2008 y el investigador había salido al campo con estudiantes para tomar muestras del ADN de ese árbol pero lo que vio no le cerraba. Se suponía que esa especie vegetal tenía una distribución enorme al habitar cerca de riberas de ríos y arroyos desde México hasta el sur de la Argentina (hasta el Río Chubut) y Chile. Sin embargo, la población de sauce estaba completamente reducida.

“Acá hay que actuar”, le dijo Gallo a sus colegas en ese momento. “Habíamos salido para hacer muestreos y estudiar la diversidad genética molecular en el laboratorio, pero nos dimos cuenta que estaban quedando muy pocos ejemplares del sauce nativo. Había que salir urgente a hacer algo porque la especie estaba desapareciendo”, recordó Gallo al ser entrevistado por Infobae. Desde entonces, Gallo y colegas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y otras instituciones científicas públicas de la Argentina han estado llevando adelante una prometedora estrategia para rescatar al sauce nativo.

Al sauce nativo se lo conoce por diferentes nombres: lo llaman sauce criollo, chileno, amargo, colorado, Reiwe o Waik. Se han encontrado restos de flechas y utensilios hechos a partir del sauce nativo en diferentes lugares de América Latina miles de años atrás. La disminución de la población del sauce empezó hace más de dos siglos. Porque la historia de este árbol de gran porte -puede alcanzar hasta 20 metros de altura- ha sido interferida por los vaivenes de la historia sociocultural de la región, por la colonización y su impacto ambiental.

En 1779, el comisionado real Francisco de Biedma y Narváez fundó un fuerte en el actual lugar donde se encuentra ahora la comarca de Viedma-Patagones, que está próxima a la desembocadura del Río Negro. Fue uno de los primeros poblados coloniales que el imperio español creó en Patagonia Norte atlántica. En ese momento, los ejemplares de sauce nativo cercanos al fuerte empezaron a ser utilizadoos. Se realizó una extracción masiva de plantas para construir viviendas, muebles, utensilios, y barcazas para cruzar el río.

En el contexto de la exploración de la biodiversidad del mundo, la especie fue descripta en 1805 como Salix humboldtiana por el botánico alemán Carl Ludwig Willdenow. Le puso “humboldtiana” en honor a Alexander von Humboldt. Durante su viaje a bordo del HMS Beagle, el naturalista inglés Charles Darwin registró el trayecto a través del río Negro el 24 de julio 1833 y redactó: “El río tiene una anchura de 200 a 300 metros y es profundo y rápido. Las numerosas islas, con sus sauces, y los farallones salientes, vistos uno tras otro en el límite septentrional del anchuroso valle vestido de verdor, forman, a la brillante luz del sol, un conjunto casi pintoresco”.

Más adelante, cuando se hizo la campaña militar de la “Conquista del Desierto” sobre el territorio que habitaban pueblos originarios, ya se notaba el impacto de la extracción sobre los sauces. “Ya se habían cortado los bosques en galería de sauce nativo a lo largo de 120 kilómetros de distancia desde la costa hacia adentro del territorio entre el siglo XVIII y XIX, mientras se empezaba a desarrollar el genocidio con las comunidades indígenas”, precisó Gallo, quien es ingeniero forestal por la Universidad Nacional de La Plata, doctor en ciencias forestales por la Universidad de Gotinga, en Alemania e investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Bariloche, Argentina.

Desde entonces, “la colonización también implicó la introducción de especies de sauce originarios de Europa y Asia, que eran traídos a América, y alteraron también a las poblaciones de sauce nativo”, comentó el científico. Los sauces exóticos tienen la particularidad de que pueden reproducirse frecuentemente a partir de una simple ramita. En cambio, no es tan común que el sauce nativo se reproduzca a partir de sus ramas. Se trata de una especie con sexos separados en individuos femeninos y masculinos. La polinización de las flores femeninas del sauce nativo es realizada principalmente por insectos. En su medio natural se regenera principalmente a través de semillas dispersadas por el viento o el agua.

Los sauces exóticos (como el sauce llorón) también colonizaron territorios. “Después de su introducción, las poblaciones de sauces exóticos empezaron a crecer y a invadir el hábitat que ocupaban los sauces nativos que se habían cortado. Además, ejemplares de sauces nativos que iban quedando se hibridaron con los exóticos”, comentó Gallo, quien fue creador y primer coordinador del Proyecto Nacional de domesticación de especies forestales nativas del INTA..

La buena calidad de su madera le jugó en contra: hizo que el sauce nativo se aprovechara abusivamente para diferentes usos. La madera se destaca por su liviandad, tenacidad y por no transmitir olor y es mejor que la de los sauces exóticos y la de la mayoría de los pinos. Se la ha usado para la fabricación de muebles, cajones de frutas, mangos de herramientas, juguetes, remos, comederos y bebederos, espalderas, postes, tirantes y para la conformación de chapas de madera compensada y revestimientos. También se la utiliza para leña en zonas rurales.

Al comprobar que los sauces nativos estaban amenazados, especialmente en la Patagonia, Gallo y un equipo del INTA y universidades públicas nacionales trabajaron en la “estrategia de rescate genético y cultural”. Antes, estudiaron por técnicas de biología molecular la diversidad genética de los ejemplares de sauce criollo que les permitió tener más datos.

Entre las diversas acciones que han realizado de manera sistemática, los investigadores consiguen generar más plantas de sauce nativo a través de técnicas de propagación en invernadero. Los ejemplares crecen en un año y luego se llevan a la orilla de los ríos y se plantan. Ya se intervino con numerosos ejemplares en 19 sitios de las provincias de Río Negro, Neuquén y Chubut. Dan también capacitaciones técnicas y charlas para la comunidad en las que recomiendan siempre elegir especies nativas al plantar, incluyendo el sauce nativo, como una manera de colaborar con su rescate.

Además, se instalan “estaqueros”, que son grupos de plantas madre que se manejan para producir estacas. Las estacas se plantan y cultivan durante 1 ó 2 años para obtener plantas (llamadas barbados) que se llevan luego a campo para establecer las plantaciones. Desde 2014 en adelante, se han ido sumando otros investigadores del INTA y de diferentes instituciones científicas del país para emplear los estudios sobre el sauce y el manejo para recuperarlo. En el INTA Famaillá de la provincia de Tucumán ya se instaló un estaquero y se inició la rehabilitacion de riberas con sauce nativo junto con otras especies nativas.

En Azul, investigadores de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires realizaron un ensayo de propagación a partir una población de sauce nativo que estaba sobre las márgenes del río Sauce Grande. Hay también estudios del INTA con estaqueros para aumentar la población de sauces en las costas del Delta del Paraná. Incluso ya se logró un experimento con resultado positivo dentro del territorio de la ciudad de Buenos Aires.

Laura De Cabo, investigadora del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y del Conicet, contó a Infobae: “Hicimos un ensayo con plantación de árboles y arbustos nativos, incluyendo algunos ejemplares de sauce nativo en la Cuenca de Río Matanza-Riachuelo, cerca del Puente Alsina, en el margen de la Ciudad de Buenos Aires. Después de seis años, los ejemplares de sauce se desarrollaron muy bien. Comprobamos que el sauce nativo es una buena alternativa de revegetación para estas zonas que fueron afectadas por la urbanización. Se podría replicar en otras áreas con alta contaminación e inundaciones periódicas”. El río Matanza-Riachuelo ha sido clasificado como uno de los más contaminados del mundo por los registros de concentraciones elevadas de metales y otros contaminantes en la columna de agua y en los sedimentos de sus riberas.

Otros proyectos también van por restarle espacio a los sauces exóticos que han alterado los ecosistemas. El científico Miguel Pascual, del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales del CCT CONICET –CENPAT está brindando asesoramiento al municipio de Junín de los Andes, Neuquén, para el manejo de un sauce exótico. Es un proyecto que cuenta con fondos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

“Entre las acciones de remediación que contemplamos, se encuentra sembrar al sauce nativo en la ribera del río Chimehuin -contó el doctor Pascual a Infobae- Considero que para que el sauce nativo salga de estado crítico posiblemente no alcance con replantarlo, sino que hay que acompañar su protección y recuperación con planes de control/remoción de la vegetación exótica en muchos lugares”.

Fuente: infobae.com