Inventan una piel que cubre a los robots para que sientan dolor

Científicos de todo el mundo están trabajando en una piel artificial que recubrirá a los robots y les ayudará a tener tacto e incluso sentir dolor. El desarrollo de esta tecnología es imprescindible para mejorar la robotización de la economía.

Si un robot industrial cuenta con una ‘piel’ artificial, la máquina será capaz de detectar con qué tipo de material y textura está trabajando, lo que le ayudará a discernir qué fuerza aplica a su trabajo, por si necesita manipular objetos con mayor o menor delicadeza. También les permitirá registrar cambios de temperatura e incluso evitar choques y contactos con personas.

De hecho, algunas de estas máquinas ya son capaces de sudar para evitar sobrecalentarse.

Este es el propósito de este desarrollo tecnológico, según plantea un reportaje elaborado por la CNBC, que ha resumido varias de las iniciativas e investigaciones que se están llevando a cabo en distintas ciudades del globo, como Munich, Boston o urbes japonesas.

Una de las investigaciones más avanzadas corresponde, precisamente, con la de un equipo de la Universidad Técnica de Munich. Allí se está trabajando en una piel sintética elaborada con ‘células’ hexagonales de silicona, de una pulgada de diámetro, que permitirá a los robots detectar contactos, aceleración, proximidad o temperatura.

Robots más eficientes y más seguros, o más cercanos con los seres humanos
La CNBC recuerda en su artículo que la piel es el mayor órgano del ser humano. Un profesor del Departamento de Ciencias de la Computción de la Universidad de Maryland, John Yiannis Aloimonos, explica al medio estadounidense que una piel artificial permitirá a los robots “percibir su alrededor con más detalle y más sensibilidad”. “No solo ayuda a que se desplacen con más seguridad: también les hace más seguros cuando trabajan cerca de personas y les da la capacidad de anticipar y evitar proactivamente posibles accidentes”.

Una piel artificial ayudará a las máquinas a entender mejor la comunicación no verbal de los seres humanos. Así la maquinaria podrá distinguir entre un puñetazo y una palmadita en la espalda, ejemplifica John Dolan, investigador en el Instituto de Robótica Carnegie Mellon. Es parte de una disciplina tecnológica llamada “robótica blanda” que trata de replicar en las máquinas la musculatura y fuerza del ser humano.

Contar con esta piel no solo ayudará a los robots a ser más eficaces en sus puestos de trabajo: también puede servir para hacerlos más ‘humanos’. De hecho, el medio norteamericano incide en que algunos científicos ya han hecho pruebas con máquinas recubiertas de carne, aunque el CEO de Open Robotics, Brian Gerkey, asume que el estándar de piel humana o animal es prácticamente “magia” y “ni de cerca” la tecnología está —ahora mismo— a la altura de plantear algo similar.

En ello coincide el vicepresidente del comité de investigación de la Federación Internacional de Robótica, el profesor Jong-Oh Park, que resume el funcionamiento de la piel como un lenguaje programado en cada hebra de ADN en cada célula viviente “a escala nanométrica”.

La robótica impactará, irremediablemente, en el mercado del trabajo global. Ya hace 2 años había varios informes poco optimistas sobre el impacto de las máquinas. Un estudio de la consultora McKinsey apunta que entre 400 y 800 millones de trabajos serán sustituidos por máquinas en todo el mundo de aquí a 2030. Otro estudio elaborado por un investigador del MIT y otro de la Universidad de Yale estima que en Estados Unidos la entrada de un nuevo robot puede acabar con casi seis empleos.

Fuente: computerhoy.com