¿Realmente utilizamos solo el 10 por ciento de nuestro cerebro?

Con frecuencia, la afirmación de que únicamente empleamos el 10 por ciento de nuestro cerebro aparece en libros y guías de autoayuda y autodescubrimiento, la cual suelen acompañar con consejos para aprovechar al máximo el propio potencial cerebral. A veces, incluso, se atribuye esta idea a Albert Einstein. Sin presentar pruebas de ello, claro.

Para desmentir tal creencia no hay que ser un neurocientífico. Basta con aplicar un poco de sentido común. Quien procede a ello se percata enseguida de lo confuso que resulta el enunciado. ¿Acaso solo se activa el 10 por ciento de las neuronas de manera simultánea? ¿O solo aprovechamos el 10 por ciento de nuestras neuronas? ¿Quizás ese 10 por ciento se refiere a las áreas cerebrales que están en funcionamiento? Otra posibilidad es que se trate de la memoria, ¿utilizamos únicamente una fracción de nuestra capacidad memorística?

En definitiva, vemos que no se puede comprobar este porcentaje, ya que no sabemos a qué se refiere. En consecuencia, no solo no es correcta, sino que, aprovechando una expresión del físico Wolfgang Pauli, “ni siquiera es falsa”.

A partir de los conocimientos fundamentales de cómo funciona nuestro sistema nervioso, podemos descartar de inmediato las interpretaciones más populares de esta afirmación. Si la primera fuera cierta (“Solo el 10 por ciento de las neuronas se activa de manera simultánea”), las clases magistrales, por ejemplo, en las que se moviliza el otro 90 por ciento de nuestras neuronas, prometerían una experiencia de “aprendizaje inolvidable”: un ataque epiléptico. Este tipo de convulsiones se originan cuando demasiadas neuronas se activan a la vez.

La segunda interpretación (“Solo utilizamos el 10 por ciento de nuestras neuronas”) tampoco se sostiene, puesto que las neuronas que no se aprovechan, mueren o asumen otras funciones. En consecuencia, en las autopsias se deberían detectar una degeneración neuronal extensa, fenómeno que no sucede en las personas que no presentan una encefalopatía. El mismo argumento desmiente la tercera interpretación (“Solo aprovechamos el 10 por ciento de las áreas cerebrales”). Además, las técnicas de neuroimagen, entre las que se encuentra la resonancia magnética nuclear, muestran que incluso mientras dormimos una gran parte del cerebro sigue activa. Finalmente, la cuarta explicación (“Solo utilizamos un 10 por ciento de nuestra memoria”) plantea la siguiente controversia: al contrario de lo que sucede con los ordenadores, no se puede fijar un límite de capacidad a nuestra memoria. Por tanto, esta teoría tampoco ofrece mucho sentido.

Además, desde un punto de vista evolutivo, nos supondría un gran inconveniente desaprovechar la mayor parte de nuestro cerebro. Si usáramos solo una fracción, fuera de la manera que fuera, seguramente habríamos desarrollado un cerebro más pequeño y eficiente. Ello nos ahorraría una energía valiosa y, en consecuencia, supondría una ventaja de supervivencia.

La idea del 10 por ciento es un mito. No obstante, alberga una pizca de verdad. Podemos aumentar el rendimiento de nuestro cerebro si lo entrenamos para ello. Por ejemplo, si ordenamos nuestras ideas y adiestramos a nuestras capacidades a resolver problemas complejos. Podemos buscar lagunas en nuestra argumentación e intentar solucionarlas. Y podemos comprobar si una suposición resulta plausible. De esta manera no caeremos tan fácilmente en afirmaciones que suenan bien, pero que carecen de sentido.

Fuente: investigacionyciencia.es