Nace Asgardia, un proyecto de nación en el espacio para proteger a la humanidad

En la mitología nórdica, Asgard, o “la ciudad de los cielos”, es un mundo gobernado por Odín, que forma parte de los Nueve Reinos del llamado árbol de la vida o freno del universo. Asgardia, sin embargo, no tiene nada de mitológico. Recién fundada, pretende ser la nación del espacio y el prototipo de una sociedad libre y sin restricciones que favorezca el conocimiento.

Se trata de la iniciativa de un equipo internacional de investigadores, ingenieros, abogados, empresarios y aficionados a la ciencia ficción liderados por Igor Ashurbeyli, un ingeniero y científico espacial fundador del Centro Internacional de Investigación Espacial de Viena y miembro del comité de Science of Space de la UNESCO.

“Asgardia es el prototipo de una sociedad libre y no restringida que tiene el conocimiento, la inteligencia y la ciencia como su núcleo, junto al reconocimiento del valor último de la humanidad y la vida humana”, explican los impulsores en su página web.

Lanzamiento de un satélite en 2017

En una conferencia impartida el pasado miércoles en París, los investigadores anunciaron, dentro del proyecto para desarrollar Asgardia, el lanzamiento en 2017 de un satélite que se encargará de proteger a la Tierra frente a la basura espacial, las eyecciones de masa coronal y el impacto de asteroides.

El siguiente paso, con fecha aún por determinar y en función del éxito del primero, será el diseño de un segundo satélite para proteger también a la Tierra de los peligros del espacio.

Sin embargo, un hecho cuestiona su viabilidad: ya ha habido otros proyectos de agencias espaciales para trabajar en este tipo de amenazas y no han tenido éxito aún, por lo que no está asegurada la viabilidad económica y técnica de este proyecto.

Una nación con su propio marco legal

Asgardia ha nacido como un proyecto que consta de una parte filosófica, legal y científico-tecnológica. Respecto a la primera, en la página web de Asgardia explican que se trata del prototipo de una sociedad libre y sin restricciones que favorezca el conocimiento, la inteligencia y la ciencia, mientras se protege el valor del ser humano que se desarrollará a modo de experimento científico, legal y tecnológico.

En cuanto al ámbito legal, el equipo de Ashurbeyli pretende que el primer satélite no pertenezca a ningún país o nación terrestre, sino que sea una nación en sí misma con su propio marco legal, su propia bandera y varios símbolos que la representen como nación.

Busca, de hecho, llegar a ser reconocida como nación por Naciones Unidas y, para ello, ha logrado recolectar ya más de 100.000 peticiones de nacionalidad a través de su página web.

Promueve, además, la eliminación de fronteras y diferencias entre naciones y religiones y tiene como objetivo que la investigación espacial no se convierta en un monopolio de la NASA o un medio para lograr los objetivos de cada país y culminar sus estrategias geopolíticas.

La parte tecnológica es la que hace referencia al propio satélite y la consolidación de la tecnología para llevar a cabo su propósito de proteger a la Tierra y al espacio.

Ashurbeyli, un visionario

“Durante toda mi vida he ido siempre a contracorriente, por lo que mucha gente me ha dicho a lo largo del tiempo que tengo ideas alocadas”, reconoció Ashurbeyli en rueda de prensa.

El ruso ha explicado el éxito de algunos de sus proyectos para justificar ante la comunidad científica Asgardia.

En 1988, “la primera vez en la que se le tildó de loco”, comenzó a trabajar como en una universidad estatal de la URSS en la empresa privada Socium, que ahora, 28 años más tarde, cuenta con casi nueve mil empleados y está presente con 30 empresas en seis ciudades alrededor del país.

El científico también ha sido CEO de Almaz, “la compañía de renombre mundial que desarrolló los sistemas C-300 y C-400 de defensa aeroespacial”, durante la primera década de los años 2000.

Reconocido por su país, logró el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología en 2010.

“De nuevo estoy haciendo algo extraordinario que podría destruir mi reputación como ingeniero y hombre de negocios”, reconoce el científico, que aun así apuesta fuertemente por el proyecto.

Fuente: rtve.es