Mila, el ejemplo de que la medicina personalizada es cara pero real

Cuando Mila Makovec, de seis años, fue diagnosticada con un devastador trastorno neurológico llamado enfermedad de Batten, esta niña feliz y activa ya había perdido la capacidad de ver, de pronunciar la mayoría de las palabras y de caminar por sí misma. No había tratamiento conocido para su mortal enfermedad.

Pero gracias al enorme poder de la medicina personalizada, poco después, un equipo médico de Boston (EE. UU.) logró crear un tratamiento específico para ella. En solo ocho meses, encontraron la causa genética de la enfermedad de Mila, diseñaron un medicamento para corregir su error genético y empezaron a administrárselo con una inyección en la columna vertebral, en lo que se cree que es el primer tratamiento personalizado de este tipo.

Veinte meses después de que Mila comenzara a recibir el medicamento, su madre, Julia Vitarello, y el médico del Hospital Infantil de Boston que le ayudó, Timothy Yu, explican que el tratamiento personalizado fue exitoso, pero solo en parte.

Sus convulsiones han disminuido, y Mila ya puede comer purés sola, en vez de tener que depender de su sonda de alimentación. Además, en algunos momentos se ha reído y llegado a parecer la misma de antes, especialmente justo después de tomar una dosis de milasen, un medicamento tan único que lleva su nombre.

El tratamiento de Mila, descrito recientemente en la revista New England Journal of Medicine, muestra cómo docenas de personas de varios laboratorios y compañías unieron sus fuerzas para crear este medicamento. Ahora la duda es si otras personas podrán beneficiarse de tratamientos similares tan personalizados, a pesar de que el desarrollo de cada uno de ellos podría costar varios millones de euros.

Dado que no están cubiertos por ningún seguro médico, y las compañías farmacéuticas tampoco están invirtiendo en ellos, no está claro quién querrá financiarlos. El director científico de Checkmate Pharmaceuticals, Art Krieg, afirma: “En el mundo hay decenas de miles de Milas, y Tim [Yu] ha mostrado un camino para desarrollar las terapias para estos pacientes. Como sociedad, tenemos que decidir cuánto vale desarrollar una terapia para una enfermedad mortal. Tenemos la tecnología, solo es cuestión de pagar por ella”.

Yu afirma que más de 100 padres le han pedido ayuda para tratar a sus hijos enfermos, pero él no podrá curarlos a todos. Está explorando un proyecto piloto para tratar hasta a 12 pacientes más para los que este tipo de enfoque de medicina personalizada podría funcionar. En otras partes de EE. UU., otras familias están buscando medicamentos parecidos por su cuenta.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) también intenta decidir cómo gestionar los ensayos N-de-1, llamados así porque el experimento solo involucra a una persona. En un editorial publicado recientemente, los altos funcionarios de la FDA Janet Woodcock y Peter Marks aseguraron que la agencia está elaborando los criterios que los médicos deberán seguir, incluida la forma de determinar si los tratamientos funcionan.

Para producir milasen, Yu secuenció el genoma de Mila, encontró el defecto genético responsable de su modalidad de la enfermedad de Batten en el gen CLN7, y contrató a fabricantes para que produjeran suministros de un medicamento llamado oligonucleótido antisentido para corregir ese error. Los fármacos antisentido, que se inyectan, son secuencias cortas de ácidos nucleicos diseñados para silenciar o corregir mensajes celulares errantes.

La mayoría de los medicamentos tardan una década o más en llegar al mercado y su desarrollo cuesta cientos de millones de euros, pero pueden ayudar a miles o incluso millones de pacientes. Por el contrario, el enfoque de Yu ofrece esperanza a las familias afectadas por las enfermedades genéticas tan raras que han sido dejadas de lado por las compañías farmacéuticas.

Vitarello señala: “Lo que hemos visto es realmente prometedor y merece ser explorado. No será una cura mágica para todos estos niños, pero ahora mismo no tienen más opciones, y sus padres se ven obligados a ver cómo sus pequeños van perdiendo sus capacidades hasta que fallecen”.

Estas situaciones urgentes han llevado a las familias a recaudar dinero a través de amigos, familiares y crowdfunding para poder pagar los laboratorios académicos para explorar los tratamientos experimentales de todo tipo, incluidas las terapias genéticas. Los costes de tales esfuerzos pueden llegar a ser millonarios. Yu advierte: “Que los padres asuman toda esta carga no es sostenible ni equitativo. Pero esa es la estrategia actual cuando una enfermedad tiene muy pocos pacientes para que la industria aborde su caso, a través del esfuerzo de los padres”.

Con ayuda de Vitarello, Yu intenta cambiar la situación a través de la creación de una red de centros médicos académicos dedicados a tratamientos personalizados. Pero esta estrategia probablemente también requerirá inversiones de fundaciones privadas, asegura.

El médico no ha divulgado cuánto costó desarrollar el medicamento de Mila; otros científicos estiman que el coste de fabricar uno de esos medicamentos, incluidas las pruebas de laboratorio y la gestión con los reguladores, podría rondar los entre 2,7 millones de euros y 4,5 millones de euros. El tratamiento de Mila se pagó con los fondos del Hospital Infantil de Boston, con becas de investigación y mediante dos fundaciones privadas, incluida la Fundación El Milagro de Mila creada por Vitarello, que ha estado recaudando fondos para la investigación. Vitarello no ha especificado cuánto dinero invirtió su fundación en milasen.

Yu estima que 1,4 millones de pacientes con enfermedades neurodegenerativas genéticas raras y fatales en todo el mundo podrían ser candidatos para el enfoque de medicamentos personalizados. En este momento, cree que los médicos deberían priorizar las pruebas de tratamientos personalizados en ciertos tipos de pacientes. Sus enfermedades suelen ser causadas por mutaciones que afectan a genes individuales, las cuales pueden ser corregidas con tecnología antisentido. Las enfermedades también suelen ser fatales, progresivas e intratables por otros medios, destaca.

Y aunque puede ser difícil saber si los medicamentos administrados a un solo paciente realmente están funcionando, Yu tiene más confianza en el progreso de Mila desde que reveló su caso por primera vez en octubre de 2018. En su reciente artículo en New England Journal of Medicine, Yu informa que los registros mantenidos por sus padres, así como los chequeos cerebrales, sugieren que Mila tiene menos convulsiones, y que ahora duran unos segundos en lugar de minutos, como sucedía antes.

Como las convulsiones se reducen notablemente después de que Mila reciba su dosis de milasen, Yu tiene razones para creer que es el medicamento el que está disminuyendo sus síntomas. El médico afirma: “Tenemos pruebas de que este medicamento realmente la está beneficiando, y la evidencia objetiva más clara que puedo señalar es su patrón de convulsiones”.

Vitarello explica que, ahora, una persona podría no darse cuenta de las convulsiones de Mila, y la pequeña está tomando la mitad de su dosis anterior de un medicamento diferente para las convulsiones. Se trata de una gran mejora frente a su estado antes de comenzar con milasen en enero de 2018. Vitarello recuerda: “Tenía que sostenerla en la mesa y la niña tenía moratones en las piernas”.

Pero también destaca que, aunque algunos de los síntomas de Mila han mejorado drásticamente, otros han mejorado menos o nada. En general, cree que Mila no ha empeorado tanto como otros niños de su edad con la enfermedad de Batten. Pero algunas de las mejoras que vio durante el primer año del tratamiento de Mila, como su capacidad de respuesta a otras personas, ahora son menos constantes que antes.

La madre detalla: “Durante todo un año, justo después de empezar con el tratamiento, ella se ría y sonreía, y desde luego respondía más, sin duda. Durante este segundo año, ha sido menos frecuente y es muy difícil para mí. Como madre, me resulta muy doloroso no reír ni sonreír ante las cosas que siempre le hacían feliz”. Eso explica la realidad de Vitarello y Yu. El futuro de Mila aún se desconoce, y la mayoría de los niños con su modalidad de enfermedad de Batten mueren en la infancia.

Últimamente, Vitarello ha estado viajando con Yu a otros hospitales, con la esperanza de convencerlos de que trabajen en más casos como el de Mila. Para ella, conseguir que más niños accedan a tratamientos personalizados sería una parte importante del legado de Mila. La madre concluye: “Estamos aprendiendo mucho de Mila, y vamos a aprender mucho de otros niños, pero tenemos que hacerlo con cuidado y de forma segura. También debemos hacerlo rápido, porque hay muchos más niños que podrían beneficiarse”.

Fuente: technologyreview.es