El médico mexicano que rehidrata a los muertos para identificarlos

Rosa María Apodaca ha pasado los últimos seis años buscando a su hija mayor.

Patricia Jazmín Ibarra tenía 18 años cuando el 7 de junio de 2011 salió de su casa para ir a trabajar en una tienda de teléfonos móviles en el centro de Ciudad Juárez.

“Se la robaron”, dice su madre, quien renunció a su trabajo para buscar a Patricia Jazmín.

Apodaca sabe que muchas jóvenes que han desaparecido en Ciudad Juárez han sido encontradas muertas.

La ciudad, en la frontera de México con Estados Unidos, está ubicada en una ruta clave del tráfico de drogas y de humanos.

En los 1990, Ciudad Juárez se hizo conocida por el enorme número de jóvenes mujeres que desaparecían, y entre 2008 y 2011 la ciudad ocupó el turbio título de capital mundial de los asesinatos.

“Nunca las encontraron vivas. Encontraban sólo huesos. Así era como las entregaban a sus familias”, cuenta Apodaca sobre las muchas mujeres que desaparecieron.

“Nunca tenías la certeza de que se trataba de tu propia hija”.

Identificando a las muertas

Es a estas personas, a los padres de las desaparecidas, como Rosa María Apodaca, a quien el doctor Alejandro Hernández Cárdenas está tratando de ayudar.

Trabaja como médico forense en la oficina de la fiscalía y ha desarrollado una técnica especial para rehidratar cadáveres para ayudar a su identificación.

La técnica es tan innovadora que el año pasado el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial le otorgó una patente para su fórmula secreta.

Durante más de un siglo, los expertos forenses han utilizado inyecciones de glicerina para reconstituir los dedos del cadáver para poder obtener huellas dactilares.

Pero esa técnica no funciona con todo el cuerpo.

Los análisis de ADN pueden ayudar. Pero para poder identificar un cadáver, se necesita tomar muestras de dos familiares directos del desaparecido para poder hacer una comparación.

Con la técnica de rehidratación, el cadáver puede volver a su condición original para que las familias puedan identificarlo.

“Creo que hago este trabajo porque me sentí afectado por la idea de que estos cadáveres vayan a la fosa común o de que sus familias no sean capaces de llorar su muerte apropiadamente”, dice Hernández.

Nuevas pistas

La técnica de rehidratación también ha ayudado para obtener pistas importantes en las investigaciones criminales.

Cuando el doctor Hernández rehidrató un cadáver en el estado de Querétaro, en el centro de México, descubrió lesiones inusuales en la piel, y eso condujo a un arresto.

Su ayuda ha sido clave para llevar a los asesinos ante la justicia.

Hernández, de 59 años, cuenta que la primera vez que pensó en convertirse en experto forense fue cuando tenía 18 años.

Estaba estudiando odontología mientras manejaba una ambulancia para ayudar a mantener a su familia.

Una noche en 1977, lo llamaron a un accidente de tren en el que habían muerto 35 personas y la mayoría de las víctimas habían quedado irreconocibles.

“Cuando el médico forense llegó, nos dijo que revisáramos sus dientes”, recuerda Hernández.

Entonces empezó a ayudar en la morgue durante cuatro o cinco días, mientras los familiares de las víctimas esperaban noticias afuera.

Aunque esa tarea les podría parecer repelente a algunos, inspiró en Hernández el deseo de ayudar a identificar a las víctimas de crímenes.

Piel de cerdo y dedos humanos

Después de graduarse como dentista y eventualmente unirse al laboratorio forense, comenzó a experimentar con su técnica de rehidratación.

Utilizaba piel de cerdo y dedos humanos que mantenía en recipientes de vidrio y los revisaba diariamente.

Un día en 2004 estaba inspeccionando siete recipientes. Cuando tomó uno de los dedos del cuarto frasco, parecía perfecto.

“Era como un dedo nuevo. No podía creerlo”, señala.

Al principio pensó que era demasiado bueno para ser verdad y sospechó que sus colegas le habían jugado una broma. Pero cuando les preguntó, uno le dijo: “Nunca los tocamos, huelen horrible”.

Fórmula mágica

Había encontrado la fórmula mágica y cuatro años más tarde logró rehidratar un cuerpo entero.

En años recientes, el doctor Hernández ha estado aplicando su técnica en cada vez más migrantes encontrados muertos en la zona fronteriza.

Carteles en Ciudad Juárez

Ciudad Juárez es uno de los principales puntos de cruce hacia Estados Unidos.

Más de 6.000 cadáveres han sido recuperados a lo largo de la frontera desde los 1990.

Los cuerpos a menudo son encontrados en fosas comunes y a veces es difícil identificarlos porque han sido mutilados o están momificados debido a las extremas condiciones del clima.

Ya que no hay una unidad de investigaciones en el laboratorio forense donde trabaja el doctor Hernández, él ha estado financiando su investigación, pagando los compuestos químicos y trabajando en su tiempo libre.

Espera que alguien se interese en sus estudios pero al final lo que desea, dice, es menos trabajo, no más.

“No es que yo sea flojo, es que esto significa que si tengo mucho trabajo es porque mucha gente ha muerto”, explica.

“Hubiera preferido no encontrar esta fórmula -dice- a cambio de que esas personas nunca hubiera muerto”.

*Irene Caselli estuvo en Ciudad Juárez como parte de la Iniciativa Adelante de Reportajes Latinoamericanos de la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios (IWMF).

Fuente: BBC