Los genes esenciales del parásito de la malaria, al descubierto

Unos investigadores han explotado una rareza en la configuración genética del peligroso parásito de la malaria o paludismo, el Plasmodium falciparum, para crear 38.000 cepas mutantes y después determinar cuáles de los genes del organismo son esenciales para su crecimiento y supervivencia. El P. falciparum es responsable de casi la mitad de todos los casos de malaria y del 90 por ciento de todas las muertes por malaria. La nueva información sobre el repertorio de genes esenciales del parásito podría ayudar a los investigadores a priorizar los objetivos para el futuro desarrollo de fármacos contra el paludismo.

Hace más de una década que se determinó la secuencia genética completa del P. falciparum, pero las funciones de la mayoría de sus genes siguen siendo desconocidas, y hasta ahora solo se habían creado unas pocos cientos de cepas mutantes en el laboratorio. Las dificultades en la manipulación del P. falciparum proceden en parte del extremadamente alto porcentaje de adenina y timina (dos de los cuatro bloques de construcción que dan forma al ADN) en su genoma. Los métodos estándar para crear mutantes dependen de una mayor variación en las secuencias de genes y por tanto no funcionan en el P. falciparum.

En la nueva investigación, el equipo internacional de John H. Adams y Rays H.Y. Jiang, de la Universidad del Sur de Florida en Estados Unidos, creó versiones mutadas de casi todos los 6.000 genes del parásito.

El equipo utilizó análisis informático para distinguir entre genes no esenciales y esenciales. Unos 2.600 fueron identificados como indispensables para el crecimiento y supervivencia durante la etapa asexual y sanguínea del parásito. Entre estos genes identificados como indispensables figuraron los asociados con la capacidad del P. falciparum para resistir a los fármacos antimalaria, lo cual los ha puesto de manifiesto como objetivos de alta prioridad para nuevos compuestos antimalaria o versiones mejoradas de algunos de los ya existentes.

Fuente: noticiasdelaciencia.com