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Las madres de casi un centenar de especies también cometen ‘infanticidio’, cuando los recursos son escasos

Las suricatas o las perritas de las praderas pueden parecer inofensivas, entrañables a ojos humanos, pero están entre los animales que más crías matan. Una revisión del infanticidio en las especies de mamíferos muestra que la matanza de los más pequeños no es solo cosa de los machos. El trabajo muestra, sin embargo, que los motivos de unos y otras son diferentes. Ellas lo hacen para sacar adelante a su prole en una dura competencia por los recursos, ellos para que la hembra vuelva a ser receptiva.

«El número de especies en las que se ha observado que las hembras matan crías es ligeramente menor que el de las especies en las que lo hacen los machos», dice en un correo electrónico el ecólogo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) y coautor de la investigación, Dieter Lukas. Este investigador de la conducta social de los animales ya publicó en 2014 un estudio en Science en el que contaba hasta 119 especies en las que el macho mata a las crías. «En este nuevo trabajo encontramos datos de infanticidio por las hembras en 89 especies». Lukas aclara enseguida que no hay información en un sentido o en el otro para más del 90% de los mamíferos.

En el estudio de 2014, Lukas y su colega Elise Huchard, de la Universidad de Montpellier (Francia), concluyeron que esta acción en los machos era una estrategia adaptativa más habitual entre los mamíferos sociales en los que la reproducción está monopolizada por unos pocos machos: cuando el león o tigre dominante pierde su trono, el nuevo rey acaba con sus crías, acelerando el nuevo ciclo reproductivo de la hembra. Una de las escasas estrategias de las hembras para contrarrestarlo es la promiscuidad, diluyendo así la paternidad.

Ahora han investigado las causas de que las hembras también maten a los más pequeños. El trabajo, publicado en Philosophical Transactions B, muestra un abanico de determinantes más amplio que entre los machos. Hay especies, como el perrito de las praderas, en las que el 51% de las crías mueren atacadas por otra madre que defiende su territorio. En otras, como varios tipos de lemures, la tasa de muerte a las crías sube cuando escasea la comida. Entre las que forman grupos con jerarquía social, como los papiones o los macacos, las hembras de mayor rango suelen ser las infanticidas, lo que sugiere que estarían protegiendo el estatus de sus propias crías.

«Entre los mamíferos, es más probable que las hembras maten a las crías cuando las condiciones son duras y es especialmente costoso sacarlas adelante», dice en una nota Huchard. Así, comprobaron que en 41 de las especies infanticidas, las madres invierten mucho más en sus crías, logrando que ganen el equivalente de su propia masa corporal al año, frente a las especies que no matan a otras crías, en las que la inversión (medida también en masa corporal ganada anualmente) es hasta dos tercios menor.

El trabajo también comprueba que el parentesco no es una salvaguarda. En la gran mayoría de las especies analizadas domina la filopatría de las hembras, es decir, los hijos machos tienden a abandonar el grupo en el que nacieron y se criaron mientras que se quedan las hijas. «Vemos que es igual de probable que las hembras maten crías si viven con parientes cercanos como si lo hacen con otras con las que no están relacionadas», comenta Lukas.

El caso más extremo quizá sea el de las suricatas. Forman grandes grupos de abuelas, madres y tías en las que todos los adultos cuidan de los pequeños. Pero hasta el 85% de las crías de las madres subordinadas son exterminadas por la madre dominante. Lukas vuelve a señalar a una competencia por los recursos: «Las hembras solo matarán a las crías si son competidoras directas de las suyas propias por la atención de las [hembras adultas] ayudantes, como sería si tienen la misma edad. Si la cría de la subordinada es varias semanas más joven, tiene más opciones de sobrevivir».

Fuente: elpaís.com