La orientación sexual depende de la genética

La homosexualidad no es un comportamiento vicioso, de libre elección, que se puede prevenir con una educación adecuada

Con el auge de los populismos y de las fake news, está aumentando la visibilidad y la influencia de una serie de grupos de presión ultraconservadores asociados a posiciones de fundamentalismo religioso.

Uno de los caballos de batalla de estos grupos son sus duras campañas en contra de los derechos de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diferentes, de las que ellos consideran que son biológica y moralmente correctas.

Sin ningún sentido están generando un conflicto absurdo: donde había un amplio consenso basado en la ciencia, la razón y el humanismo, este lobby ultraconservador opone las falacias de su irreflexivo fanatismo.

Según una hermosa tradición, Hipócrates, abrumado por la compleja naturaleza biológica del hombre, pensó aquello de “Primun non nocere” (lo primero no hacer daño), que se convertiría, con el tiempo, en el primer mandamiento de las profesiones bio-sanitarias. Una excelente receta para una convivencia sana sería aplicar semejante principio ante la más mínima tentación de dogmatismo que pueda causar sufrimiento.

Pero no podemos olvidar que en la esencia del fanático está la avidez desmedida de imponer a los demás sus creencias por la fuerza. Y, en demasiadas ocasiones, estos fanáticos ultraconservadores han forzado a millares de personas a cambiar sus orientaciones sexuales o su identidad género haciendo mucho daño.

Cuesta entender su desmedida obsesión con el sexo. Pero, cuesta muchísimo más comprender su irrefrenable pulsión por mantenerse en la más absoluta ignorancia.

La falacia de la rareza

En su inmensa estulticia, estos grupos ultraconservadores afirman que ser homosexual, lesbiana o bisexual es algo muy raro. Según ellos hay muy pocos.

Pero, lejos de ser un fenómeno raro, se estima que podría haber alrededor de 750 millones de personas que tienen o han tenido relaciones sexuales con parejas del mismo sexo, tanto exclusivamente como además de sus relaciones con parejas del sexo opuesto. O sea que, pese a ser supuestamente tan raros, en el mundo hay unas 160 veces más homosexuales, lesbianas y bisexuales que españoles.

Tampoco las relaciones homosexuales se dan solo en los seres humanos. Están ampliamente extendidas en la naturaleza desde insectos a mamíferos.

Un par de ejemplos: Cualquier hiena hembra mantiene muchas más relaciones homosexuales con otras hembras que las que mantiene con los machos. Y, para desesperación de los genetistas, la homosexualidad se da en las humildes moscas de la fruta.

En más de una ocasión, los científicos hemos contemplado con horror cómo una determinada mutación, largamente buscada, aparecía por fin en un macho que finalmente se negaba con obstinación a aparearse con una hembra -lo que aseguraría una descendencia que perpetuara el mutante-, y, en cambio, perseguía incansablemente a otros machos.

Sin más soporte que sus irreflexivas creencias, estos grupos ultraconservadores también aseguran que la homosexualidad es un comportamiento vicioso, de libre elección, que se puede prevenir con una educación adecuada y cambiar con determinados tratamientos.

Nada más lejos de la realidad.

Orientación sexual y genética compleja

Se han realizado centenares de estudios muy rigurosos sobre las causas de las distintas orientaciones sexuales e identidades de género (entre las que se incluyen las únicas opciones que estos grupos ultraconservadores consideran moralmente aceptables: los hombres y las mujeres heterosexuales). En estos trabajos se estudiaron a millones de personas.

Los resultados son muy reveladores: Los primeros estudios efectuados con gemelos univitelinos (que tienen idénticos genes) tanto criados en su propia familia (donde comparten el ambiente y la educación común), como separados al nacer, dados en adopción y criados en diferentes familias (tienen idénticos genes, pero diferente ambiente y educación) encuentran que, casi siempre, ambos tienen una misma orientación sexual (bien heterosexualidad, bien homosexual).

Posteriores estudios más exhaustivos encuentran que la orientación sexual depende, en primer lugar, de un componente genético complejo en el que participan varios genes diferentes, cada uno de los cuales produce un pequeño efecto.

Pero también influyen factores no genéticos, principalmente ambientales y educacionales. Por último, hay componentes más abstrusos como la interacción entre genotipo y ambiente o genotipo y educación.

En una población hay gran variabilidad de orientaciones sexuales: personas exclusivamente heterosexuales, personas solamente homosexuales, personas con diversos grados de bisexualidad en función del predominio de las relaciones con el mismo sexo con relaciones con el mismo o con el otro sexo…

La heredabilidad mide cuál es el porcentaje de esta variabilidad de orientaciones sexuales dentro de una determinada población que se debe a causas genéticas.

El análisis de un gran número de poblaciones, permitió averiguar que las diferentes orientaciones sexuales presentan una heredabilidad muy alta, que supera casi siempre el 50%. Así la genética tiene más influencia que todas las demás causas (ambiente, educación…) juntas, a la hora de explicar la orientación sexual.

Además, esta heredabilidad aumenta significativamente con la edad: durante la adolescencia y primera juventud influyen mucho más las presiones de la educación, haciendo que los jóvenes tiendan a adoptar identidades heterosexuales, pero con el tiempo “salen del armario” aceptando su verdadera orientación sexual.

Es muy importante destacar que las medidas de heredabilidad son poblacionales: aunque aciertan a nivel estadístico, no nos permiten predecir exactamente qué orientación sexual va a tener una persona concreta. Así, no podemos hacer una predicción totalmente certera de que un determinado hijo de una pareja exclusivamente heterosexual vaya a ser heterosexual.

Genes concretos

Por eso resulta del máximo interés encontrar qué genes concretos están detrás de la orientación sexual y de la identidad de género. Y los grandes avances en la secuenciación del genoma humano permiten que este estudio pueda llevarse a la práctica.

En el año 2019 se completó un estudio muy relevante de los genes específicos involucrados en la preferencia sexual, mediante un análisis de asociación del genoma completo de 493.001 personas de distintos países.

Los resultados indican que el comportamiento sexual, la atracción, la identidad, y las fantasías sexuales, están influenciadas por un conjunto similar de variantes genéticas.

Hay muchos genes diferentes que influyen en todo esto. Por el momento ya se han identificado 5 de ellos. Estos genes están implicados en vías biológicas del olfato y la regulación de las hormonas sexuales.

Queda mucho trabajo por hacer: hay muchos más genes implicados en las preferencias sexuales y se está trabajando en su identificación. También se sigue trabajando en desvelar con más detalle las rutas moleculares de su funcionamiento.

Hay que acumular más datos sobre la regulación genética de las personas transgénero e intersexuales. Y es necesario profundizar en el conocimiento de las interacciones entre genética e influencias socioculturales sobre la preferencia sexual.

Pero el desarrollo de la ciencia ha demostrado que las creencias de estos grupos ultraconservadores en materia de preferencias sexuales, orientación e identidad de género son rigurosamente falsas: una superstición como otra cualquiera.

Fuente: tendencias21.net