La bacteria de la peste negra tardó más de 1,000 años en hacerse tan virulenta
El hallazgo en un esqueleto de hace 5.000 años de la cepa más antigua de ‘Yersinia pestis’, la bacteria que causó la peste negra en Eurasia en el s. XIV, sitúa el origen de este patógeno hace al menos 7.000 años, aunque entonces era mucho menos contagioso
Ahora que sabemos en primera persona lo que es una pandemia resultan aún más escalofriantes las cifras que dejó la peste negra en Eurasia. Se cree que casi la mitad de la población europea murió, gran parte de ella entre 1346 y 1353 pero también durante brotes posteriores, como consecuencia de la plaga causada por la bacteria Yersinia pestis, considerada la epidemia más devastadora de la historia.
Pero esta bacteria se originó muchos años antes, y los científicos cada vez están más cerca de establecerlo. La acaban de encontrar en los restos de un hombre que vivió hace 5.000 años en el territorio que hoy es Letonia, lo que la convierte en la cepa más temprana de esta bacteria encontrada hasta ahora.
Su análisis genético, publicado en la revista Cell Report, ha revelado además que por aquella época la bacteria Yersinia pestis era probablemente menos virulenta que su versión medieval. De hecho, creen que el individuo en el que la han encontrado (denominado RV 2039) murió cuando tenía entre 20 y 30 años probablemente como consecuencia de una infección por esta bacteria, pero tardó un tiempo en fallecer.
“La muestra en la que identificamos Y. pestis provino de la raíz de un diente, que tiene un buen suministro de sangre. Por lo tanto, podemos asumir que la bacteria estaba en la sangre del hombre, ya que una vez que las bacterias llegan a ella, normalmente se produce una sepsis que acaba en muerte si no se suministran antibióticos. A la edad de 30 años, no habría sido muy mayor para los estándares de la época. Creemos que estas formas tempranas de Y. pestis mataron al individuo, pero no se transmitieron tan fácil y rápidamente como en la Edad Media. Por tanto, había muertes individuales pero no grandes epidemias”, explica a este diario Ben Krause-Kyora, líder de la investigación, que cree que lo más probable es que este individuo contrajera la infección tras ser mordido por un roedor.
7.000 aós de evolución
El análisis de ADN les ha permitido retroceder además varios milenios y averiguar que la Y. pestis probablemente se originó hace 7.000 años a partir de la bacteria Yersinia pseudotuberculosis, de la que se habría escindido. El hallazgo “realmente fue una sorpresa”, según asegura Krause-Kyora, pues han podido situar la aparición de la bacteria Y. pestis 2.000 años antes de lo que sugerían otros estudios. “Es mucho antes de lo que habíamos asumido”, señala este especialista en análisis de ADN antiguo, responsable del laboratorio del Instituto de Biología Molecular Clínica de la Universidad de Kiel, en Alemania.
Por tanto, añade, “podemos demostrar que esta forma temprana de Y. pestis ha provocado repetidamente pequeños brotes en Eurasia durante más de 2000 años. Sin embargo, no vemos ningún signo de epidemia, lo que nos da pistas importantes sobre cómo Y. pestis evolucionó de una bacteria del suelo inofensiva a la bacteria mortal en la Edad Media”.
RV 2039 es uno de los dos esqueletos excavados a finales del siglo XIX en una región llamada Rinnukalns, en la actual Letonia. Poco después de ser desenterrados, se perdió su rastro hasta que en 2011 aparecieron como parte de la colección del antropólogo alemán Rudolph Virchow. Posteriormente se desenterraron otros dos esqueletos de otros dos enterramientos, probablemente del mismo grupo de cazadores-recolectores.
El equipo de Krause-Kyora tomó muestras de los dientes y huesos de estos cuatro individuos para secuenciar sus genomas y después buscaron huellas de la presencia de bacterias y virus. “Estudiamos estos individuos para hacer una clasificación genética de la población y ver si estaban relacionados entre sí. Durante nuestro examen de rutina, tropezamos con la bacteria Y pestis”, cuentaKrause-Kyora, que subraya que “también es una gran coincidencia que el cráneo de este individuo fuera redescubierto en una antigua colección antropológica en la que ha sobrevivido durante últimos 150 años”.
Posteriormente, los científicos reconstruyeron el genoma de esta bacteria y lo compararon con otras cepas antiguas, lo que les permitió averiguar que la de esta muestra de hace 5.000 años era la más antigua descubierta hasta la fecha.
El caso más antiguo de Y. pestis hasta este hallazgo se había identificado en Suecia, en restos humanos de hace 4.800 años, 200 menos que el de este cazador-recolector hallado en Letonia. “Basándonos en nuestros cálculos, podría haber casos más antiguos que no hemos encontrado todavía. En lo que respecta a otros patógenos (ya sean virus o bacterias) se han hallado casos anteriores, como una infección por hepatitis B en un individuo que vivió hace 7.000 años en Alemania”, detalla el investigador.
A los científicos les sorprendió también que la cepa de hace 5.000 años tuviera más o menos la secuencia genética completa de Y. pestis y que sólo faltaran algunos genes aunque, según este experto en ADN, incluso una pequeña variación puede suponer una gran diferencia en su virulencia.
En concreto, a la cepa antigua le falta un gen crucial: el que permitió que las pulgas actuaran como vectores para propagar la plaga y fue responsable de que se transmitiera de manera muy eficiente a las personas, lo que provocó la aparición de los bubones llenos de pus que solían sufrir los enfermos que habían contraído la peste bubónica medieval.
Por ello, creen que desde el individuo RV 2039, la bacteria tardó más de mil años en adquirir las mutaciones necesarias para permitir la transmisión a partir de pulgas. Otros dos argumentos para creer que RV 2039 murió de una infección bacteriana que era inicialmente poco contagiosa es que estaba cuidadosamente enterrado en su tumba y que no han encontrado la bacteria en las otras personas enterradas cerca de él.
Fuente: elmundo.es