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Edison y Zuckerberg, ladrones del sueño

Cuando por primera vez en 1879, Thomas Edison hizo brillar durante 48 horas ininterrumpidas la primera lámpara incandescente, no era consciente del impacto que tendría este invento en el sueño del mundo.

El sueño estaba circunscripto a la noche ya que casi no había iluminación para realizar otras actividades y la jornada de trabajo había finalizado. Pero, con la invención de la lámpara incandescente, el día duraría mucho más y el hombre pasaría a dormir casi tres horas menos diariamente.

El Dr. Daniel Cardinali, Investigador Superior del CONICET, Director de Docencia e Investigación y de la Carrera de Doctorado en Ciencias Biomédicas de la Facultad de Ciencias Médicas, resalta en una entrevista con Agencia CTyS-UNLaM, que así como el oído tiene una doble función de equilibrio y audición, el ojo también.

“Por un lado, la función referida a la visión en su concepción más clásica, y por el otro una visión neuroinmunoendócrina que se vincula directamente con los ritmos circadianos – encargados de la regulación de nuestra estructura biológica que ahora se ve afectada por el invento de Edison-”, explica el Doctor en Ciencias Biológicas.

“Los ritmos circadianos son los cambios físicos, mentales y conductuales que, siguiendo un ciclo de 24 horas, responden a la luz y la oscuridad del ambiente”, agrega Cardinali. Pero el trabajo para inducir al sueño es en equipo: la melatonina y las células ganglionares, que actúan de vigías del ritmo circadiano, son claves.

La melatonina es una hormona que abre las puertas del sueño y marca el camino hasta los brazos de Morfeo. Sin embargo, esta hormona aliada del Dios griego se inhibe ante la presencia de luz en el ojo impidiéndole a los mortales conciliar el sueño en la noche.

Así es como la exposición directa de la retina a la luz de cualquier tipo de dispositivo, pero sobre todo las luces azulinas, genera una reducción en los niveles de melanina y activa los circuitos que provocan el estado de vigilia en el hipotálamo.

Ladrones contemporáneos

Aunque la vida en los años posteriores a la invención de la lamparita incandescente había sido iluminada, no existe punto de comparación con lo que sucede hoy en día con el uso de smartphones, tablets, notebooks, leds, etc.

El Dr. Daniel Pérez Chada, Jefe de Neumonología del Hospital Austral, aseguró a CTyS-UNLaM que “Uno de los problemas de la sociedad moderna es que reducimos horas de sueño nocturno en pos de prolongar artificialmente el día y eso tiene consecuencias en distintas esferas de nuestras vidas”.

“Todos somos víctimas de esta adicción que hemos generado, no solamente a tener una sociedad activa 24 horas 7 días a la semana para dar un servicio, sino que cuando uno tiene un momento para descansar existe una fuerte tendencia a entretenerse un rato con el celular o con una tablet”, señala el Director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral.

Sin embargo no todo es esparcimiento hay obligaciones que alteran el sueño nocturno y un caso típico se presenta en los trabajadores en turnos rotativos. Hasta un 20% de la población en las sociedades industrializadas se encuentra involucrada en algún tipo de trabajo en turnos, de los cuales un 5 a un 10 por ciento experimenta insomnio durante las horas en las que deberían dormir o excesiva somnolencia durante las horas de actividad.

Evitar utilizar dispositivos electrónicas durante la hora previa a conciliar el sueño es importante. Para Cardinali, el televisor y el celular son “chupetes electrónicos” que están funcionando en las habitaciones hasta última hora del día y este hábito favorece los trastornos del sueño.

En esa línea, el experto considera que algunos de los mencionados problemas han encontrado su solución por el surgimiento del streamming, el on demand, y plataformas como Netflix. “Anteriormente la gente se quedaba despierta hasta la 1 de la mañana para poder ver el final de la novela o el Show de Tinelli, pero hoy se puede administrar ese horario para no alterar el sueño”, explica.

De zombies y trasnochados

Para el investigador del CONICET, la interrupción del sueño en la noche es algo natural pero hay algunas personas, sobre todo los adultos mayores, que por desconocimiento, al tener estas interrupciones se las atribuyen a una enfermedad y acuden al médico.

Pero el verdadero problema es que la respuesta del cuerpo médico suele implicar el suministro de fármacos, cuestión que se refleja en las ventas. En efecto, el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos señala que entre 2007 y 2016 estas aumentaron un 53 por ciento.

La situación es muy preocupante porque los ansiolíticos, hipnóticos o relajantes musculares, producen dependencia y la capacidad adictiva de estas drogas es equivalente a la de la cocaína y al doble de la marihuana.

De ahí que el insomnio tiene que ser muy bien diagnosticado ya que como remarca Cardinali, puede ser generado por trastornos respiratorios, por situaciones de movimientos anormales, un alto nivel de estimulación en los momentos previos al descanso, stress o ansiedad, e incluso por la temperatura de la habitación.

Según consensos internacionales, se recomienda que el tratamiento del insomnio sea mediante el uso de cronobióticos. “Los cronobióticos tienen como prototipo a la melatonina, por lo que no va a producir efectos hipnóticos, tolerancia o dependencia pero aumentará la fuerza de los engranajes del reloj biológico”, aclara Cardinali.

Pero, antes de recurrir a los cronobióticos, existe una serie de prácticas que podrían acortar la distancia entre el insomnio y los brazos de Morfeo: reducir el consumo de tabaco, evitar comidas copiosas, actividad física y, tal vez lo más complejo, evitar la exposición a pantallas en las horas previas al sueño. En otras palabras, ponerse al acecho de los ladrones sigilosos, escondidos tras el control remoto y la última aplicación del celular.

Fuente: ctys.com