Descubren los genes que alargan la vida reproductiva de las mujeres

Cerca de 300 variantes genéticas intervienen en la existencia de una mayor o menor una función ovárica, lo que anticipa o retrasa la menopausia

A pesar de que en los últimos 150 años, la esperanza de vida, fundamentalmente la de las mujeres, ha aumentado de 45 a 85 años, el momento de la senescencia reproductiva, que se corresponde con la edad de la menopausia natural se ha mantenido relativamente constante; en torno a los 50-52 años. La integridad genética de los ovocitos disminuye con la edad y la fertilidad cesa unos 10 años antes de la menopausia.

La responsabilidad de la regulación o el alargamiento de la vida reproductiva se encuentra en un conjunto de genes, según ha descubierto un equipo internacional de investigación en un trabajo en el que se profundiza en los conocimientos genéticos de los mecanismos biológicos que gobiernan el envejecimiento ovárico humano y cuyos datos publica el último Nature.

Según Ignasi Roig, profesor del Departamento Biología Celular, Fisiología e Inmunología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), y uno de los coautores de esta investigación, se han determinado genes que alargan, y más concretamente regulan, la función ovárica en función de cuándo aparece la menopausia. “Hemos observado unas 300 variantes génicas que inciden en cuándo aparece la menopausia, ya sea más tarde o más pronto de lo que se considera normal: una media poblacional que se sitúa en torno a los 50 años”.

Clínicamente, el estudio realiza distintas aportaciones, aunque se contemplan a largo plazo. Por un lado, según el investigador, conocer las variantes génicas ha permitido diseñar un ‘predictor genético’ a través del que se puede conocer qué mujeres están en riesgo de presentar una menopausia temprana. “Este hecho se puede conocer desde el día que nacen porque depende del genoma, no de las variantes ambientales. De esta forma, una mujer sabría que podría tener una menopausia temprana y, por tanto, si quisiera ser madre, planificar un embarazo de manera adecuada”.

Otra posibilidad sería la “de congelar óvulos o embriones para poderlos implantar posteriormente”, y más teniendo en cuenta que, actualmente, son cada vez más las mujeres que optan por retrasar la maternidad a edades más avanzadas. Se sugiere así, que la reserva ovárica puede informar de las estrategias terapéuticas futuras para el tratamiento de la infertilidad y la fertilidad.

¿Cuáles son las variantes para proñongar la edad fértil?

La mayor parte de las variantes génicas analizadas repercuten adelantando la aparición de la menopausia pero, según el científico, “se han encontrado algunas que retrasan su aparición en humanos”. Así, por ejemplo, la estudiada en modelo de ratón, la proteína CHEK2, implicada en el ciclo celular que responde al daño en el ADN, también alarga la función ovárica. Estas proteínas CHEK2 intervienen e influyen además en otros ciclos celulares. De hecho, en el trabajo se ha observado que gran parte de las 300 variantes génicas detectadas están asociadas a procesos de control de la calidad y reparación del ADN. “CHEK2 es, precisamente, una de las proteínas que interviene en los mecanismos que se desencadenan cuando se detecta daño en el ADN y se activan los procesos para repararlo”.

Sobre si estas variantes pueden ejercer algún papel en la infertilidad, de causa ovárica, que presentan algunas mujeres, Roig señala que existe un pequeño porcentaje de mujeres -alrededor de 1%-, que tienen una menopausia muy temprana, antes de los 40 años, que es motivo de infertilidad. “Algunas de las variantes estudiadas son responsables del origen de esta menopausia tan temprana que, lógicamente, puede acarrear problemas de infertilidad en algunas mujeres. El peso que tienen las distintas proteínas es parecido, puede ser multigénico; lo que determina cuándo puede aparecer la menopausia es un balance de todas las variantes que presente”.

Una vez conocidos los mecanismos que regulan este proceso, el siguiente paso, también en modelo animal, de este proyecto internacional sería intentar modificarlos, desde un punto de vista terapéutico, para alargar la vida fértil. Así, otra utilidad clínica que se desprende del conocimiento de estos genes es intentar, “a largo plazo, diseñar estrategias terapéuticas que faciliten la respuesta a los tratamientos de fecundación ‘in vitro’, por ejemplo, o aumentar o alargar la vida fértil de las mujeres sometidas a ciertos terapias”.

Ventajas de una menopausia tardía

En la investigación se subraya el hecho de que una menopausia más tardía protege frente a alteraciones relacionadas con la salud ósea, la osteoporosis concretamente, así como cardiovasculares y relacionadas con la diabetes tipo 2. Pero, por contra, sus efectos también pueden aumentar el riesgo y la incidencia de tumores dependientes de hormonas, principalmente el de mama.

Por tanto, ¿cómo podría establecerse un equilibrio para mantener los beneficios minimizando los riesgos? Según Roig, estudios en animales en los que se ha extendido la función ovárica o la vida fértil del animal, la salud global presenta mejores indicadores, lo cual parece que “esta extensión de la función ovárica podría repercutir positivamente en la salud de las hembras, al menos en ratones. Pero, tampoco deja de ser cierto que la misma extensión puede tener efectos adversos como la posible mayor incidencia de cánceres dependientes de estrógenos. El reto esencial es intentar establecer un adecuado balance”.

Fuente: elmundo.es