Una científica química la mujer que está ganando al cáncer que destruyó a su padre
A comienzos de la década de 2000, el padre de la científica Naomi Halas fue diagnosticado de cáncer de próstata, el segundo tumor más frecuente en hombres, con casi 1,3 millones de nuevos casos cada año en el mundo. Tras unos meses de tratamiento con radioterapia, el padre, de 85 años, no podía orinar, sus dolores eran terribles y tenía que acudir al hospital constantemente. “Si puedes evitar que una sola persona tenga que pasar por este infierno, habrá merecido la pena”, le dijo a su hija.
Casi dos décadas después, el equipo de Halas ha presentado este lunes los resultados preliminares de un nuevo tratamiento contra aquel cáncer de próstata que arruinó los últimos años de vida de su padre, ya fallecido. La estrategia es ingeniosa. Los investigadores han inyectado a 15 pacientes nanopartículas de oro, capaces de acumularse en los anormalmente porosos vasos sanguíneos del tumor. Al iluminar la zona con tubitos que emiten luz láser, las nanopartículas se calientan y destruyen las células tumorales sin afectar al resto de tejidos. 13 de los 15 pacientes estaban “sin indicios detectables de cáncer” un año después del tratamiento, según los científicos, que publican sus resultados en la revista especializada PNAS.
“Estoy contentísima de que esta terapia fototérmica, inventada por mí y por mi colega Jennifer West, haya demostrado ser tan efectiva en el tratamiento del cáncer de próstata, prácticamente sin efectos secundarios. Mi padre estaría muy contento”, celebra Halas, química de la Universidad Rice, en la ciudad estadounidense de Houston.
Las partículas son diminutas esferas de sílice con una capa de oro, unas 50 veces más pequeñas que un glóbulo rojo de la sangre. West, bioingeniera de la Universidad Duke, y Halas concibieron alrededor del año 2000 este método para destruir células tumorales calentando las nanopartículas con una luz que atraviesa el tejido sano sin dañarlo. Tras los obligatorios experimentos con ratones, el nuevo ensayo clínico es el primero publicado con resultados en personas.
Los 15 hombres, de entre 58 y 79 años, recibieron una inyección intravenosa de nanopartículas de oro. Al día siguiente, los médicos identificaron sus lesiones cancerosas mediante resonancia magnética y las iluminaron con una determinada longitud de onda. Al calentarse de manera selectiva, las nanopartículas acumuladas en el tumor destruyeron las células malignas, excepto en dos casos, que los autores atribuyen a una mala colocación del catéter con tecnología láser.
El urólogo Ardeshir Rastinehad, que ha aplicado la técnica en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, cree que el tratamiento con nanopartículas de oro puede “preservar la calidad de vida del paciente al reducir efectos secundarios no deseados, como la disfunción eréctil y las pérdidas de orina”, que aparecen en algunos pacientes tras la cirugía de próstata o la radioterapia.
“Es una estrategia muy interesante, prometedora, pero está en un estado muy prematuro”, opina el oncólogo David Olmos, que no ha participado en el estudio. El investigador español subraya que los 15 pacientes presentaban tumores de bajo riesgo, con tasas de curación de más del 90% con radioterapia o cirugía. “Es una prueba de concepto de que es una estrategia viable, pero un solo año no nos da seguridad sobre su potencial clínico”, añade Olmos, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Otro factor limitante, según señala Olmos, es que para iluminar las nanopartículas primero hay que identificar con precisión dónde está exactamente el cáncer en la próstata, una glándula del tamaño de una nuez que rodea una parte de la uretra. Incluso las técnicas más sofisticadas de resonancia magnética multiparamétrica pueden dejar algunas lesiones sin detectar, advierte Olmos. “La aplicabilidad todavía es lejana”, sentencia.
Naomi Halas y Jennifer West fundaron a comienzos del siglo XXI Nanospectra Biosciences, una empresa con sede en Houston para desarrollar su tecnología y llevarla a la clínica. Su director general, David Jorden, es optimista. Espera poder presentar en 2021 los resultados de 100 pacientes a la FDA, la agencia que regula los tratamientos médicos en EE UU.
El ejecutivo reconoce que su terapia depende de “la obtención de imágenes de alta calidad” y que es pronto para hablar de curación de los pacientes de cáncer de próstata, un tumor de progresión muy lenta. Su investigación, ya con 45 voluntarios reclutados, sigue en marcha. El siguiente paso, afirma, será probar su estrategia en otros tipos de cáncer accesibles con luz láser, como podrían ser el tumor maligno de tiroides, el de retina y el melanoma.
Fuente: elpais.com