Los niños que toman leche entera son más delgados y tienen mayores niveles de vitamina D

A día de hoy contamos con distintos tipos de leche de vaca que si bien contienen la misma proporción de proteínas, azúcares –fundamentalmente, lactosa– y calcio, difieren, y mucho, en su contenido en grasa. Se trata de las consabidas leches entera, semidesnatada y desnatada, cuya elección dependerá de los gustos del usuario y de su interés por mantener la línea. O así debería ser, al menos, en el caso de los adultos. Y es que los niños se encuentran en aún en una fase de crecimiento, por lo que la grasa, caso de la que se encuentra en la leche entera, es muy importante para un correcto desarrollo. Pero, ¿la leche entera no aumenta el riesgo de que los niños padezcan sobrepeso? Pues no. De hecho, un estudio dirigido por investigadores del Hospital St. Michael de Toronto (Canadá) muestra que los niños que beben leche entera son más delgados que aquellos que toman leche desnatada o semidesnatada. Y asimismo, que tienen unos mayores niveles de vitamina D, que igualmente juega un papel esencial en el desarrollo.

Como explica Jonathon Maguire, director de esta investigación publicada en la revista «The American Journal of Clinical Nutrition», «los niños que toman leche desnatada o semidesnatada no tienen menos grasa corporal y, además, no se benefician de los mayores niveles de vitamina D presentes en la leche entera. Se trata, por tanto, de un doble efecto negativo asociado con las leches bajas en grasa».

Más grasa, más delgados

Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 2 mil 745 niños con edades comprendidas entre los 2 y los 6 años a los que tomaron muestras de sangre para analizar sus niveles de vitamina D. Y asimismo, de sus padres, encargados de medir la altura y el peso de sus hijos para calcular su índice de masa corporal (IMC).

El 49 por ciento de los menores del estudio bebía leche entera, en la que las grasas suponen el 3.25 por ciento del total del producto. Y asimismo, el 35 por ciento tomaba leche semidesnatada con un contenido graso del 2 por ciento, el 12 por ciento bebía leche semidesnatada con un uno por ciento de grasa, y el cuatro por ciento bebía leche desnatada –con un cero grasa de grasa.

Los resultados mostraron que los niños que tomaban leche entera tenían, de promedio, un IMC 0.72 unidades inferior que aquellos que bebían leche semidesnatada. Un hallazgo que si bien parece nimio “es comparable a la diferencia –indica Jonathon Maguire– entre tener un peso saludable y padecer sobrepeso”.

Pero dado que la leche entera tiene mayor cantidad de grasa, ¿cómo se explica que los niños que la beben estén más delgados? Pues la verdad es que como este no fue el objeto del estudio, no se sabe. Pero como apunta su director, “es posible que los niños que tomaban leche entera se sintieran más saciados que aquellos que bebían las mismas cantidades de leche desnatada o semidesnatada. Y si no se sienten ‘llenos’ tras beber la leche, la probabilidad de que tomen otros alimentos menos saludables o con más calorías es mucho mayor”.

Por tanto, parece que los menores que toman leche entera consumen menos calorías que aquellos que beben leche con menos o nulo contenido graso.

Doble beneficio

Pero aún hay más: los niños que bebían un único vaso diario de leche entera mostraban unos niveles de vitamina D similares a los de los menores que tomaban cerca de tres vasos diarios de leche semidesnatada con un contenido graso del uno por ciento.

Como apunta Jonathon Maguire, “esto podría deberse a que la vitamina D es liposoluble, lo que quiere decir que se disuelve mejor en la grasa que en el agua. Así, la leche con mayor contenido graso tiene más vitamina D”.

Sin embargo, y según sugieren los resultados, también es posible que exista una relación inversa entre la grasa corporal y la acumulación de vitamina D. En consecuencia, los niveles de vitamina D se reducen conforme aumenta la grasa corporal del niño.

Y a este respecto, ¿qué recomiendan los especialistas? Pues según la Academia Americana de Pediatría (AAP), los niños deben tomar dos vasos diarios de leche semidesnatada para reducir su riesgo de obesidad infantil. Una recomendación, en definitiva, que contrasta con las evidencias alcanzadas en el estudio.

Como concluye Jonathon Maguire, “nuestros hallazgos muestran que las guías nutricionales actuales deben ser profusamente analizadas en relación al consumo de grasa de la leche para asegurar que inducen el efecto deseado. La prevalencia de obesidad infantil se ha triplicado en las últimas tres décadas, periodo en el que el consumo de leche entera se ha reducido a la mitad. Debemos encontrar la respuesta adecuada a la pregunta ¿qué tipo de leche deben tomar nuestros niños?”.

Fuente: ABC.es