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Hormigas mieleras: el tesoro gastronómico mexicano con propiedades medicinales ancestrales

En México el consumo de insectos es una tradición prehispánica que se originó antes de la conquista

Cuando pensamos en la miel, lo más común es asociarla de inmediato con las abejas. Estas pequeñas criaturas no sólo son conocidas por su capacidad para producir este fluido dulce y viscoso, sino que también desempeñan un rol esencial y muy valorado en la polinización de numerosas plantas alrededor del mundo.

Sin embargo, las abejas no son los únicos insectos con la habilidad de producir miel. Existe otra especie que ha evolucionado para llevar a cabo una labor similar: las hormigas.

Pero no cualquiera, se trata de aquellas del género Myrmecocystus mexicanus, según el artículo Extracción de hormigas mieleras de la revista Culinaria de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex).

Estas hormigas, originarias de los hábitats áridos y semiáridos del oeste de Estados Unidos y México, han desarrollado una notable capacidad para almacenar y producir miel, pues almacenan soluciones ricas en azúcares, lípidos y proteínas dentro de sus abultados abdómenes.

¿Cómo producen miel?

Este tipo de hormigas productoras de miel se encuentran en regiones secas y cálidas del planeta, donde las necesidades de alimentos frescos no siempre pueden ser cubiertas.

Dentro de esta especie hay un tipo de hormigas conocidas como repletas o honeypots (cazuela para la miel), que tienen abdómenes que se expanden fácilmente. Un ejemplo de estas hormigas mieleras es la especie myrmecocystus mexicanus, de acuerdo con el artículo Insectos melíferos: no sólo las abejas producen miel de la revista Ciencia de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).

“Estas hormigas consumen mucha “ligamaza” (sustancia compuesta por glucosa y fructuosa), la cual almacenan en su abdomen para uso futuro del resto de la colonia. Su abdomen puede llegar a ser tan grande que existe la posibilidad de que pierdan la capacidad de caminar”, menciona la revista.

Según la UAEMex, son utilizadas como almacenes de alimento, por lo que simplemente cuelgan inmóviles del techo de las galeras del nido. En México son colectadas y transportadas para su comercialización, ya que se acostumbra consumir su néctar debido a su buen sabor.

Las hormigas se toman por la cabeza o el cuerpo y se exprime el líquido de su abdomen en la boca. Este líquido puede tener cuatro tonalidades con sabores específicos: ámbar (tepache), intermedio (vino tinto), oscuro (vino tinto fuerte) y gris (pulque, insípido), según menciona la publicación de la universidad mexiquense.

Al exprimir el abdomen de la hormiga para extraer su néctar pueden ocurrir dos situaciones: si esto se hace cerca del hormiguero, la hormiga puede ser devuelta y regenerarse, sobreviviendo. En cambio, si la hormiga es recolectada y transportada para su comercialización, morirá después de extraerle el néctar.

Se cree que el consumo de su néctar tiene propiedades medicinales, pudiendo ayudar a curar enfermedades digestivas, óseas, otitis, inflamaciones bucales y fiebre en niños.

Consumo ancestral de insectos en México

Desde antes de la conquista, los primeros habitantes del “nuevo continente” practicaban la entomofagia, o consumo de insectos. Esta actividad, lejos de ser vista como algo bárbaro, representaba una excelente fuente de nutrientes para los antiguos pobladores, de acuerdo con la publicación Culinaria.

Los aztecas promovían la idea de una buena alimentación y existen diversos testimonios prehispánicos que ilustran la rica y variada ingesta de insectos, gusanos, huevos de hormiga, hormigas mieleras, entre otros, consumidos por los mexicanos desde tiempos ancestrales.

“En México, la costumbre de consumir insectos logró subsistir más que en otras partes del mundo, debido a que la recolección de insectos no competía con los cultivos que los españoles validaban como alimento”, menciona.

Fuente: infobae.com