“El roce de un globo podría matarme”: cómo es vivir con alergia al látex

Los globos son comunes en los cumpleaños, las bodas y en cualquier celebración donde haya un niño. Pero Liz Knight ha pasado la mayor parte de su vida evitándolos porque solo el roce de uno podría matarla.

Cuando era niña, Liz era alérgica al polvo, el pelo de los animales y a las plumas.

A los 12 años, los médicos descubrieron que también era alérgica al cabello humano.

Su larga cola de caballo rubia fue debidamente cortada para que no le causara ninguna irritación.

Pero su lista de alergias no se detuvo allí.

Con el tiempo creció y sus primeros recuerdos de niñez giran en torno a cómo tuvo que aislarse de todas estas cosas.

“Cuando tenía cuatro años fuimos a visitar a un pariente. Creo que era una tía o una tía abuela mía. En su casa tenía un periquito. En los años 60 y 70 todo el mundo parecía tener uno, pero las plumas me ponían realmente enferma”.

“Recuerdo que estacionamos en el camino de entrada. Mis padres entraron con mis dos hermanas y yo me quedé fuera. La presencia del periquito significaba que tenía que quedarme sola en el auto. Me hizo sentir muy excluida. No podía hacer lo que hace la gente normal”.

Liz ha tenido la piel irritada toda su vida.

A los 20 años, su eczema se infectó y le provocó una septicemia que la dejó hospitalizada durante semanas.

En la década de 1990, cuando estaba en una feria con su familia, empezó a sospechar que tenía alergia al látex.

“Una de mis hijas me entregó un varios globos de helio de gran tamaño antes de salir corriendo para hacer algo. Después de sostenerlos debí tocarme la cara porque fue cuando comenzó una grave reacción”.

Liz, que tiene ahora 56 años, cree que desarrolló la alergia al exponerse repetidamente al látex en las continuas visitas al médico.

Su vida cotidiana se ha visto afectada de muchas maneras.

Ya no puede leer un periódico, porque la tinta contiene látex.

Lo mismo le ocurre con los botones de los controles remotos, el mango de su cuchillo de trinchar, su licuadora, la batidora. Incluso el secador de pelo.

Ha recubierto todos estos utensilios con una película adhesiva para que pueda usarlos.

Siempre que haya obras cerca, Liz tiene que mantener sus puertas y ventanas cerradas porque la superficie de la carretera también contiene látex.

Afirma que a menudo se siente prisionera en su propia casa.

“A menudo me siento atrapada. A veces me quedo en casa hasta una semana, solo porque es más seguro”.

Hace cuatro años, Liz recibió la confirmación de lo que temía: su alergia al látex también podía llegarle ahora por el aire.

Lo descubrió después de entrar en una tienda con su esposo durante el invierno.

Sus labios se hincharon instantáneamente y le salió un violento sarpullido.

“Salí inmediatamente y dije: ‘No sé qué hay allí, pero algo me está haciendo sentir realmente mal'”.

Miraron hacia atrás y vieron seis globos atados alrededor de un puesto en la parte trasera de la tienda.

En ese caso, las proteínas de látex habían estado circulando en el aire a través del sistema de calefacción.

Pero la alergia de Liz es tan grave que incluso si una habitación ha tenido un globo en las últimas 48 horas, especialmente si se ha reventado, podría tener una reacción severa porque las proteínas del látex aún podrían estar en el aire.

La mayoría de las reacciones hacen que empiece a sudar, sus labios se hinchan y tiene una sensación de “muerte inminente”.

Normalmente puede manejar los síntomas al abandonar el área, salir y recuperarse, aunque puede llevarle horas volver a la normalidad.

¿Qué es la alergia al latex?

  • El látex es una savia lechosa que se obtiene de plantas como el árbol de caucho tropical y se recolecta perforando el tronco
  • Se utiliza para fabricar artículos de goma, como guantes domésticos y médicos, zapatos, llantas, globos y condones.
  • Las alergias son causadas por la reacción exagerada del sistema inmunitario a algo que percibe como una amenaza, con síntomas que van desde un sarpullido leve hasta anafilaxia.
  • Hasta el 5% de las personas podrían tener alergia al látex, según el servicio público de salud de Reino Unido, aunque no todas mostrarán síntomas.
  • La tendencia a desarrollar alergias puede ser hereditaria, aunque afecciones como el asma y el eczema también hacen que las personas sean más vulnerables.
  • La única forma de que las víctimas eviten las reacciones es evitar el látex tanto como sea posible.
  • El contacto regular con el látex, como los guantes que a veces se usan en las profesiones de la salud, aumentará las posibilidades de una alergia al látex, ya que la exposición repetida a menudo empeora las reacciones.
  • Existen tratamientos experimentales para desensibilizar a las personas del látex, pero aún no están ampliamente disponibles.

Fuente: asociación británica de dermatólogos y servicio de salud de Reino Unido.

Sin embargo, recientemente sufrió una fuerte reacción en su propia casa que comprometió seriamente su salud.

“Hace unos meses hice un plato agridulce usando una bolsita que tenía un 2% de jugo de piña. A los 15 minutos de haberlo comido se me hinchó la lengua y después la garganta”.

Las frutas tropicales tienen proteínas que son casi idénticas a la proteína del látex, y a menudo producen una reacción muy similar.

Para frenar la reacción tuvo que administrarse una inyección de adrenalina, que disminuye los efectos de las reacciones alérgicas.

“Los paramédicos me tomaron la presión sanguínea en la ambulancia y estaba por encima de los 194, una cifra muy por encima de lo recomendado”.

Liz se quedó en el hospital durante varias horas.

Los médicos querían asegurarse de que no tuviera una reacción bifásica, es decir, una reacción tardía comparable a las réplicas de un terremoto, pero finalmente los síntomas desaparecieron.

Las alergias de Liz han tenido un efecto en muchos aspectos de su salud mental.

Su círculo social se ha “reducido drásticamente” y tuvo que abandonar un grupo de ejercicio al que asistió durante años debido al látex en esteras, pesas y aerosoles.

También ha tenido que renunciar a su trabajo en una farmacia debido a las repetidas reacciones que estaban poniendo en peligro su salud, y ahora se siente culpable de no poder contribuir económicamente en su hogar.

A pesar de todo esto, Liz dice que está decidida a no dejar que su alergia al látex se apodere completamente de su vida.

“Puedo caminar, puedo hacer y ver cosas, y debo estar agradecido por lo que tengo”.

Ahora ha encontrado un grupo de ganchillo cerca de su casa donde todos están felices de cuidarla.

También es embajadora del grupo de sensibilización sobre alergias por látex, Globalaai.

Globalaai se formó en 2016 después de que su fundador, Pooja Newman, sufriera un shock anafiláctico en un concierto en Melbourne.

Un globo sorpresa la dejó en cuidados intensivos durante casi una semana y la inspiró a crear conciencia sobre las alergias al látex en todo el mundo.

Mientras se recuperaba, hizo una página de Facebook para contar su historia y fundó la organización sin fines de lucro.

“Parte de la existencia de esta organización benéfica es reconocer el trauma que sufren las personas como resultado de un shock anafiláctico y los problemas relacionados con sentirse discriminados o excluidos en la vida cotidiana”, dijo Newman.

La organización ha conseguido colocar en lugares públicos las inyecciones de adrenalina para que puedan ser usadas en casos de emergencia.

También ha apoyado la prohibición de guantes de látex en la preparación de alimentos en varios estados de Estados Unidos.

Además ha propuesto restringir los globos en espacios públicos en Australia.

El trabajo de Liz con el grupo ha recogido algunos avances en su localidad y muchas tiendas han cambiado sus prácticas siguiendo su consejo.

Aunque reconoce las muchas formas en que sus alergias limitan su vida, la perspectiva de Liz sigue siendo positiva.

Fuente: BBC