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Los colibríes macho prefieren el combate a la comida

El científico Alejandro Rico-Guevara de la Universidad de California en Berkeley ha fotografiado y filmado colibríes durante más de una década, a menudo en los frondosos bosques de su Colombia natal, para comprender cómo se han adaptado a nichos especializados.

Algunos de ellos, por ejemplo, se alimentan de un solo tipo de flor, como resultado de haber evolucionado de forma conjunta. Como el pico del pájaro no cabe en ninguna otra flor y el tubo de esa flor tiene una forma que tampoco sirve para otras aves, esta relación proporciona una fuente segura de alimento (néctar) para el pájaro y un polinizador garantizado para la planta.

Pero en los trópicos de América del Sur estos animales se comportan de una forma muy peculiar. Un equipo, liderados por Rico-Guevara, ha descubierto que algunos machos de colibrí han cambiado la alimentación eficiente por picos que son mejores para apuñalar y desplumar a otros colibríes para defenderse. Estos picos son buenos, no solo para tirar de las plumas y pellizcar la piel, sino también para luchar con sus rivales, lejos de los lugares principales de alimentación.

«Sabemos que la vida de los colibríes se basa en beber eficientemente de las flores, pero de repente reparamos en estas extrañas morfologías –picos rígidos y ganchos– que no tienen ningún sentido para recolectar néctar de forma eficiente», explica Rico-Guevara en un artículo publicado en la revista Integrative Organismal Biology. «Al ver estos extraños picos, nunca se esperaría que fueran de un colibrí».

Usando cámaras de vídeo de alta velocidad, los investigadores capturaron por primera vez las estrategias para comer y pelear de los colibríes. De esta forma, documentaron en cámara lenta las diversas formas en las que usan sus picos para pelear y las concesiones que hacen cuando eligen luchar a alimentarse.

Luchadores feroces

Los picos más rectos son mejores para pinchar, lo que puede explicar por qué en algunas especies las hembras tienen picos curvos para beber dentro de las campanas curvas de flores, pero los de los machos son menos curvados. Esto a veces ha obligado a los machos a alimentarse de flores diferentes a las hembras, más adaptadas a su forma más lineal. «Se trata de la eficiencia de la alimentación frente a la competencia por la lucha», añade el investigador.

Rico-Guevara señala que los colibríes siempre han sido conocidos como luchadores feroces, incluso atacan a los halcones, búhos y otras aves si perciben una amenaza, pero las peleas ocurren tan rápido no habían podido ver el resultado real.

«Debido a que es un movimiento tan vertiginoso y se van volando, no se puede rastrear. No se había estudiado realmente el detalle de los picos. Estamos haciendo conexiones entre lo firmes que son, su morfología y lo que implica para su competitividad”, concluye Rico-Guevara.

La evolución de estos picos inusuales en colibríes tropicales parece ser el resultado de una mayor competencia. En otras partes de América, tres o cuatro especies de colibríes pueden competir entre sí en un hábitat; en los trópicos, pueden llegar a ser hasta quince distintas.

Los ‘bares’ de solteros de las aves

Pero no todos los colibríes luchadores usan sus picos para proteger el alimento. Otros los utilizan para superar a los machos que compiten por hembras en lugares de reunión llamados leks.

«Un lek es como un bar de solteros, un sitio donde muchos machos se reúnen y cantan, cantan todo el tiempo. Las hembras van a estos pequeños espacios en el bosque y eligen a un macho para aparearse. Si puedes sentarte en ese bar, tendrás la oportunidad de aparearte. Aquí no luchan por acceder a los recursos, como en las especies territoriales, sino por optar a reproducirse. Y en los breves momentos en los que no hay pelea, se alimentan de diferentes flores», afirma el experto.

Rico-Guevara y sus colegas continúan estudiando las adaptaciones que acompañan a las estrategias de alimentación y apareamiento de los colibríes en Colombia y en otras partes de América Latina. Están investigado, por ejemplo, por qué las hembras y muchos otros machos, que también se pelean entre sí, no han convertido sus picos en armas.

Fuente: SINC