Un cambio en la temperatura de 5 grados centígrados permitió a los investigadores concluir que el tiburón se encontraba en serios problemas

Un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Arizona decidieron en el año 2020 realizar un seguimiento a una hembra de tiburón arenque (Lamna nasus) embarazada con el objetivo de analizar su comportamiento y rastrear las rutas migratorias de esta especie.

Equipándola con una etiqueta satelital, el imponente animal de 2,23 metros fue liberado en las costas de Massachussets para emprender su viaje a través del Océano Atlántico. Sin embargo, un terrorífico contratiempo ha echado a perder los cinco meses de seguimiento.

Tras más de 1.120 kilómetros recorridos, los registros de la etiqueta satelital comenzaron a mostrar datos muy preocupantes. El aparato, utilizado para conocer de forma precisa la posición, profundidad y temperatura del agua donde se encontraba el majestuoso animal, empezó a mostrar un aumento de 5 grados centígrados en la temperatura ambiente.

A través de un análisis exhaustivo, los expertos coincidían en que este incremento solo podía tener una explicación: el tiburón había sido devorado por otro de mayor tamaño. Según la bióloga Brooke N. Anderson, esta temperatura coincide, muy a su pesar, con la temperatura media registrada en el tracto digestivo de un depredador de naturaleza endotérmico.

Si bien existía la posibilidad, los científicos se han mostrado muy sorprendidos ante este hecho. Los tiburones arenque pueden crecer hasta tres metros de longitud y, gracias a su temperatura corporal mayor que el agua donde se encontraba, podía cazar de forma activa en las frías aguas del Atlántico Norte.

Un único culpable

Existen solo dos tipos de tiburones que podrían coincidir con los hechos: el tiburón mako (Isurus oxyrinchus) y el tiburón blanco (Carcharodon carcharias).

Sin embargo, parece ser que este primero no cuadra con la profundidad registrada en el momento del ataque, lo que señala como culpable al tiburón blanco, que sí nada durante largos periodos de tiempo en profundidades comprendidas entre los 400 y 600 metros, coincidiendo con el último registro normal del tiburón arenque.

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Fuente: as.com