Miden la quema histórica de biomasa por su huella en hielo antártico
Investigadores de Cambridge y el British Antarctic Survey rastrearon la actividad de los incendios durante los últimos 150 años midiendo el monóxido de carbono atrapado en el hielo antártico.
Este gas se libera, junto con el humo y las partículas, en incendios forestales, en cocinas y en fogatas comunitarias.
Los hallazgos, publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences, revelan que la intensidad de la quema de biomasa ha disminuido de forma constante desde la década de 1920. Los nuevos datos podrían ayudar a mejorar los modelos climáticos, que se basan en información sobre gases atmosféricos pasados, como el monóxido de carbono, para mejorar sus pronósticos.
«Nos falta información clave del período en el que los humanos comenzaron a alterar drásticamente el clima de la Tierra; información necesaria para probar y desarrollar modelos climáticos», dijo en un comunicado Rachael Rhodes, autora principal del artículo del Departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge.
El nuevo registro de monóxido de carbono llena ese vacío en el tiempo. Los investigadores trazaron un gráfico de la intensidad de la quema de biomasa entre 1821 y 1995 midiendo el monóxido de carbono en núcleos de hielo de la Antártida. Las capas de hielo dentro de estos núcleos se formaron cuando la nieve quedó sepultada bajo las nevadas de los años posteriores, encerrando bolsas de aire que muestrean directamente la composición de la atmósfera en ese momento.
«Es raro encontrar gases traza atrapados en núcleos de hielo de las décadas más recientes», dijo Ivo Strawson, autor principal del estudio que trabaja en Cambridge Earth Sciences y British Antarctic Survey. «Necesitamos información sobre la composición de la atmósfera después del inicio de la industrialización para reducir las incertidumbres en los modelos climáticos, que dependen de estos registros para probar o impulsar sus simulaciones».
Una de las principales dificultades para tomar mediciones de gases de hielo muy joven es que las burbujas de aire presurizado no han tenido tiempo de formarse bajo el peso de más nieve, dijo Strawson. Para solucionar este problema, los investigadores estudiaron el hielo de lugares donde la nieve se acumula rápidamente. Estos núcleos de hielo, guardados en el Laboratorio de Núcleos de Hielo de BAS, se recogieron de la Península Antártica como parte de proyectos internacionales anteriores.
Para medir el monóxido de carbono, los investigadores desarrollaron un método de análisis de última generación, que derrite el hielo de forma continua mientras extrae simultáneamente el aire. Recopilaron decenas de miles de mediciones de gases durante los últimos 150 años.
Los investigadores descubrieron que la intensidad de la quema de biomasa ha disminuido de forma constante desde la década de 1920. Ese descenso, dijo Rhodes, coincide con la expansión e intensificación de la agricultura en el sur de África, Sudamérica y Australia durante principios del siglo XX. Con las tierras silvestres convertidas en tierras de cultivo, la cubierta forestal se vio restringida y, a su vez, la actividad de los incendios disminuyó.
«Esta tendencia refleja cómo la conversión de tierras y la expansión humana han afectado negativamente a los paisajes y los ecosistemas, provocando un cambio importante en el régimen natural de incendios y, a su vez, alterando el ciclo del carbono de nuestro planeta», dijo Rhodes.
Un supuesto que se hace en muchos modelos climáticos, incluidos los utilizados por el IPCC, es que la actividad de los incendios ha aumentado a la par del crecimiento de la población. Pero, dijo Rhodes, «nuestro trabajo se suma a una masa creciente de evidencia de que esta suposición es errónea, y los inventarios de la actividad histórica de los incendios deben corregirse para que los modelos puedan reproducir con precisión la variabilidad que vemos en nuestro registro».
Fuente: europapress.es