Los investigadores ya alertan: han detectado 285 terremotos en la Antártida y señalan a un volcán ‘dormido’

Hubo una época en la que la Antártida estuvo dominada por frondosos bosques verdes, por lo que no debería pillarnos por sorpresa que en una de las zonas más frías de la Tierra haya volcanes.

Según ha publicado la revista científica Geophysical Research Letters, el origen de los terremotos que los científicos han notado en la Antártida en los últimos tiempos podría ser un sistema volcánico.

De momento parece un hallazgo anecdótico, pero si se combina un aumento de la actividad volcánica y el deshielo, el resultado podría poner en riesgo la estabilidad del continente.

Los científicos identifican varios terremotos en la Antártida

El estudio se centra en Marie Byrd Land, una vasta región volcánicamente activa de la Antártida Occidental que se superpone al sector del Amundsen Sea Embayment, donde el hielo se derrite a un ritmo sin precedentes.

Para ser exactos, entre 2019 y 2024, los investigadores localizaron 34 nuevos terremotos de origen volcánico y 251 eventos adicionales que habían pasado desapercibidos.

Estos movimientos sísmicos, que son registrados a profundidades corticales, se concentran principalmente en torno al Monte Takahe, unos 25 kilómetros al sur de las Montañas Crary y 50 kilómetros al oeste de la Cordillera Kohler.

El problema es que su origen está vinculado al ascenso del magma en las entrañas del volcán. Es decir, confirma que existe actividad magmática bajo el hielo del antártico.

En total, la región de Marie Byrd Land alberga al menos 18 grandes volcanes y numerosos centros eruptivos menores. Por el momento, no hay peligro ya que la última erupción en el Monte Takahe se produjo hace 5.600 años.

Aun así es importante tenerlo vigilado, ya que los sismos de baja frecuencia detectados en su flanco occidental corresponden a ondas largas generadas por el desplazamiento de magma o fluidos en el sistema volcánico.

El vínculo entre el deshielo y el volcanismo en la Antártida

La investigación ha teorizado que la pérdida de hielo y la actividad volcánica van de la mano. A medida que el hielo se derrite, la presión sobre la corteza terrestre disminuye, lo que facilita la fractura de las rocas y el ascenso del magma.

Este fenómeno ya se tenía identificado, y es conocido como retroalimentación glacio-volcánica. Si va a más, podría incrementar la frecuencia de erupciones en el futuro.

Por ejemplo, las proyecciones más recientes indican que el área del Monte Takahe podría experimentar hasta 1.000 metros de adelgazamiento del hielo antes del año 2300. De confirmarse estos pronósticos, alteraría el equilibrio térmico del subsuelo y favorecería nuevas intrusiones magmáticas.

El resultado sería catastrófico, ya que liberaría más calor hacia la base del hielo. Dicho de otra manera, aceleraría la fusión y comprometería la estabilidad del manto del antártico occidental.

El volcán dormido que podría despertar

Los científicos han descubierto que varios volcanes dormidos todavía conservan grandes cantidades de magma en sus cámaras. En la Antártida ocurre lo mismo.

Los científicos han avisado de que el Monte Takahe sigue activo y que su sistema magmático continúa generando sismos y deformaciones bajo la superficie.

Su historia geológica incluye múltiples erupciones explosivas capaces de esparcir cenizas por toda la Antártida Occidental, con posibles efectos climáticos a gran escala.

Fuente: okdiario.com

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