Cocaína rosa o ‘tusi’: lo que sabemos sobre esta sustancia, su origen y sus riesgos

A pesar de su nombre, esta droga oculta los verdaderos riesgos asociados a la mezcla impredecible de sustancias activas

El tusi, conocido también como “cocaína rosa”, es un término que se ha popularizado para describir una mezcla peligrosa de sustancias psicoactivas. Su nombre proviene de una deformación del 2C-B, una droga sintetizada en 1974 por Alexander Shulgin, perteneciente a la familia de las fenetilaminas.

El 2C-B, en su forma pura, ofrece efectos alucinógenos y estimulantes, y ha sido valorado en ciertos círculos por su capacidad para inducir experiencias sensoriales intensificadas y un estado de empatía aumentada, tales como otros psicodélicos, como el LSD.

Sin embargo, el tusi dista mucho de esta sustancia original. En lugar de ofrecer una experiencia predecible, combina de forma indiscriminada drogas como la ketamina, MDMA, y a veces, compuestos mucho más peligrosos como fentanilo, creando un cóctel de efectos impredecibles y altamente peligrosos para la salud.

Aumento de popularidad en España

Con diversas denominaciones, como «cocaína rosa», «gema rosa», «tusi», «tussi b» o «tusibí», la popularidad de esta sustancia en España fue catapultada en el contexto de las fiestas nocturnas durante la pandemia, ha adquirido un estatus de “droga chic” en ciertos círculos sociales, llegando incluso a ser objeto de incautaciones en eventos de alto perfil.

Últimamente, la cocaína rosa se ha vuelto muy popular, distinguiéndose no solo por su vibrante color, sino también por su elevado precio, oscilando entre 60 y 100 euros el gramo. La elección del color rosa y la asociación con la palabra “cocaína” no son casuales, sino un intento calculado de atraer a consumidores mediante la promesa de una experiencia única y potente.

Sin embargo, este marketing oculta los verdaderos riesgos asociados a la mezcla impredecible de sustancias activas, donde cada componente añade su propio perfil de riesgo al compuesto final.

El riesgo reside en la aleatoriedad

La composición de la cocaína rosa vendida en España, según los análisis de Energy Control, una iniciativa respaldada por el Ministerio de Sanidad, revela una mezcla intrigante de ketamina, MDMA y cafeína.

La ketamina, originalmente un anestésico de uso veterinario, posee propiedades psicoactivas y es metabolizada por el hígado. Sin embargo, en el contexto recreativo y en combinación con otras sustancias, sus riesgos se amplifican. El aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca son efectos cardiovasculares directos que pueden poner en peligro a individuos con condiciones preexistentes o predisposiciones genéticas.

La MDMA, por otro lado, es una anfetamina sustituida conocida por sus efectos estimulantes y alucinógenos, capaz de alterar significativamente la percepción sensorial y la experiencia emocional del usuario. Sin embargo, estos efectos deseables se acompañan de riesgos significativos, como la hipertermia, una condición potencialmente letal donde la temperatura corporal asciende a niveles críticos, y la deshidratación, exacerbada por ambientes cálidos y actividad física intensa, comunes en contextos de fiesta.

Los trastornos cardiovasculares, incluyendo arritmias y eventos isquémicos, representan otro riesgo grave asociado al consumo de MDMA, particularmente en entornos donde el acceso a asistencia médica inmediata puede ser limitado.

La cafeína, aunque ampliamente consumida y percibida como benigna en comparación, no está exenta de riesgos, especialmente en el contexto de policonsumo. Su capacidad para incrementar la presión arterial y la frecuencia cardíaca puede potenciar los efectos de la ketamina y el MDMA, llevando a un estado de hiperestimulación cardiovascular que aumenta el riesgo de eventos adversos, desde palpitaciones y ansiedad hasta crisis hipertensivas y arritmias graves.

En conclusión, la adaptación del 2C-B al tusi no es simplemente una cuestión de cambio de nombre, sino una transformación que aumenta exponencialmente los peligros asociados a su consumo. La inclusión de diversas sustancias en esta mezcla hace que cada dosis sea una “ruleta rusa” química, con potenciales efectos adversos que van desde la confusión y la agitación hasta complicaciones letales como el síndrome serotoninérgico.

La variabilidad de su composición, lejos de cualquier control de calidad, expone a los usuarios a riesgos imprevisibles, complicando enormemente la tarea de los servicios de salud a la hora de tratar intoxicaciones agudas.

Fuente: nationalgeographic.com.es