China: Un propulsor de cohete caído aplasta un edificio por completo
A finales de noviembre, China lanzó un par de satélites en órbita desde su Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang (China). Sin embargo, en las redes sociales, el tema más comentado fue lo que sucedió en la Tierra: un propulsor del lanzamiento se estrelló contra un edificio en la zona rural del centro sur del país. Aunque nadie resultó herido, varios vídeos y fotos del incidente mostraron los restos que quedaron del propulsor, con la evaporación del combustible tóxico de cohetes.
Este es el último de un largo historial de incidentes chinos con caídas de piezas de cohetes que causan destrucción aquí abajo. El más infame de estos accidentes ocurrió en 1996, cuando el primer lanzamiento de Long March 3B acabó con el cohete desviándose de su rumbo y estrellándose sobre una aldea, matando a un número desconocido de personas (posiblemente cientos, según algunas estimaciones occidentales).
“Siempre que algo se envía arriba, existe la posibilidad de que se caiga. Por eso no se hacen lanzamientos sobre tierras pobladas”, asegura la experta de la Fundación Secure World Victoria Samson. Esta es la razón por la que la mayoría de países realizan sus lanzamientos sobre el agua.
Así que, ¿por qué China no lo hace así? “Es una cuestión de geografía”, afirma el antiguo profesor de seguridad aeroespacial del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales Thomas Roberts. Los tres principales puertos espaciales de China se encuentran en tierra firme, incluido el de Xichang. Y todas las misiones vuelan hacia el este para ahorrar costes, dado que requieren menos combustible para llegar al espacio. Pero esta ruta los lleva sobre las poblaciones vulnerables.
Para evitar daños humanos, China emite avisos de evacuación a las comunidades. Pero aunque esto impide las víctimas mortales inmediatas por el impacto físico del choque o por la exposición directa al combustible de los cohetes (que puede provocar insuficiencia orgánica grave o cáncer), los restos podrían contaminar los cercanos ríos y arroyos utilizados para riego y agua potable. Los lanzamientos del antiguo cosmódromo Baikonur de la Unión Soviética en Kazajstán, construido en 1955, han provocado una lluvia de más de 2.500 toneladas de escombros en la región circundante, lo que ha acarreado problemas de salud para miles de personas.
Por lo tanto, el problema no es nuevo, pero la industria espacial se está expandiendo rápidamente. “Cuantos más lanzamientos haya, más posibilidades habrá de que algo salga mal”, destaca Samson.
Afortunadamente, las soluciones no son complicadas, solo requieren voluntad política. China podría realizar lanzamientos sobre el agua a través de su puerto espacial en la isla de Hainan en el Mar Meridional de China. Pero, aunque está operativo desde 2014, rara vez se ha utilizado debido a los fallos de lanzamiento y a una infraestructura menos desarrollada. Sin embargo, estos problemas se pueden solucionar con suficiente inversión.
China también podría cambiar sus rutas de vuelo. Por ejemplo, la base aérea israelí de Palmachim no puede llevar a cabo lanzamientos hacia el este debido a sus conocidos conflictos geopolíticos. Por eso envía sus cohetes sobre el mar Mediterráneo y a través del estrecho de Gibraltar. Esto requiere poner un satélite en la órbita retrógrada, es decir, en dirección opuesta a la rotación de la Tierra, y requiere mucho más combustible, pero evita por completo las áreas pobladas.
Y algunas tecnologías emergentes podrían lograr que los cohetes sobrevuelen zonas pobladas de manera más segura. Las aletas de rejilla (estructuras reticuladas que pueden modificar ligeramente el control y la velocidad) y los dispositivos de parafoil (láminas de aluminio que funcionan como cometas o paracaídas), como los que utiliza SpaceX, podrían ayudar a dirigir los propulsores de cohetes hacia zonas vacías. Roberts cree que algún día se podría usar inteligencia artificial para evaluar mejor los riesgos para las comunidades antes de un lanzamiento. Una propuesta liderada por SpaceX supone construir un corredor de vuelo hacia el sur que lanzaría cohetes sobre áreas pobladas siempre que puedan demostrar una función de aborto automático perfectamente funcional.
También existe una herramienta muy barata que podría aumentar la presión sobre China y otros grupos para que tomen medidas para mitigar los peligros de los escombros de los lanzamientos: las redes sociales. Weibo y Twitter ayudaron a que las imágenes y los vídeos del último accidente se volvieran virales, una gran ventaja para las pobres víctimas de las zonas rurales, cuyos testimonios y demandas rara vez se ven o escuchan.
Fuente: technologyreview.es