Los robots marinos que exploran aguas profundas del Golfo de México

Hay siete planeadores submarinos que exploran el Golfo de México hasta los 1,000 metros de profundidad y aportan información para la exploración petrolera

Hay siete planeadores submarinos modelo Seagliders —vehículos marinos autónomos— que llegan hasta los 1,000 metros de profundidad en el Golfo de México y se utilizan para la toma de decisiones con base en escenarios y posibles contingencias relacionadas con la exploración y producción de hidrocarburos de Petróleos Mexicanos (Pemex).

Investigadores del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (CIDESI) le dan mantenimiento preventivo y correctivo a estos robots; y con el objetivo de crear capacidades y tecnología propia, desarrollaron una versión mexicana de robot submarino. Te contamos más.

Observación oceanográfica en el Golfo de México

El derrame de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México en 2010 evidenció la necesidad de estudiar el fondo marino, pues no se conocen las consecuencias ecológicas del vertimiento al mar de cinco millones de barriles de crudo (no existían estudios previos al derrame).

En 2015 se creó el Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), conformado por instituciones mexicanas de investigación y educación de México, cuyo objetivo es realizar un estudio integral de los posibles impactos ambientales de la industria del gas y petróleo en los ecosistemas marinos.

El CIDESI, un centro público de investigación del Conacyt, es parte de este consorcio y se encarga del mantenimiento preventivo y correctivo de los siete Seagliders o robots submarinos que proporcionan información a Petróleos Mexicanos (Pemex) sobre aspectos físicos, geoquímicos y ecológicos del fondo marino.

Seagliders, los robots marinos del Golfo de México

Los siete Seagliders o robots submarinos fueron comprados por el centro público de investigación del Conacyt, Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (CICESE) a la compañía noruega Kongsber y, desde el año 2016, realizan monitoreos en el fondo marino para Pemex. Le proporcionan información sobre la conductividad, profundidad, temperatura, oxígeno y corrientes marinas.

Estos Seagliders complementan la información que toman los buques oceanográficos, pero de forma más económica y llevan 23 campañas desde entonces.

El investigador del CIDESI, Tomás Salgado Jiménez, explica que estos robots, cuyo peso es de 52 kilogramos, funcionan como si fueran submarinos; al permitir la entrada y salida de agua controlan su inmersión y con el movimiento de masas controlan el ángulo de inmersión y dirección.

“Pemex tiene varios polígonos o áreas asignadas para exploración de petróleo en el Golfo de México, para ellos es muy importante conocer las condiciones previas a la exploración petrolera, como las corrientes marinas, para el diseño de sus estructuras o para corroborar datos”.

Los robots pueden sumergirse hasta 1,000 metros de profundidad y sus misiones pueden durar periodos de hasta cinco meses capturando información.

A la fecha, no se ha perdido a ninguno de estos equipos, lo cual habla del buen trabajo entre los pilotos de los robots del CICESE y el equipo de robótica submarina del CIDESI, lo peor que les ha sucedido es que los recuperan rayados debido a la mordedura de tiburones, pero completos.

Mantenimiento de los robots

En el CIDESI se creó un laboratorio para dar mantenimiento a los gliders después de una misión marina. Los técnicos especializados y certificados por la empresa fabricante realizan diversos procedimientos para garantizar su funcionamiento.

Salgado Jiménez, responsable del proyecto, explica que en CIDESI se respalda la información oceanográfica recabada en la última misión, se cambian las baterías con las que opera el Seaglider, se calibran los instrumentos de navegación (como su sistema de posicionamiento global, GPS) y se verifican todos los mecanismos que lo componen.

Uno de los instrumentos que incluye es un Sonar de efecto Doppler con el que se miden las corrientes marinas.

Posteriormente, en un tanque con agua salada, que simula las condiciones del Golfo de México, se sumerge al robot para asegurarse de que su comportamiento será estable en la próxima misión.

Construcción de un glider mexicano

Uno de los objetivos del CIDESI es crear tecnología propia, así que Salgado Jiménez se propuso, junto con estudiantes e investigadores, el diseño y construcción de un prototipo mexicano de glider.

“Es una tecnología muy valiosa y por eso vimos la posibilidad de desarrollarla para no tener que estar comprando en el extranjero”, comenta.

Esta versión alfa se llama Kay Juul 2 (en maya significa pez dardo) y puede sumergirse hasta 100 metros de profundidad, de acuerdo con las prácticas que realizaron en Bahía de Todos los Santos, Baja California.

Kay Juul 2 cuenta con sensores GPS, de inclinación, profundidad, altímetro e instrumentos secundarios para estimar humedad, voltaje y corriente eléctrica.

El investigador explica que gracias a este proyecto dos estudiantes de maestría y uno de doctorado obtuvieron sus grados.

Se están buscando recursos para diseñar una versión beta de este robot para que la tecnología sea más intuitiva pues actualmente estos sistemas deben ser maniobrados por expertos en robótica y electrónica. De igual forma, su mantenimiento y pilotaje requiere un nivel de expertise de muy alta especialidad.

Lo ideal sería que esta tecnología mexicana madurara al grado lograr ser transferida a una empresa interesada en su producción a mayor escala, dado que se necesitará para continuar estudiando el mar del Golfo de México.

La ciencia oceanográfica

Los mares de México afrontan problemas graves como su contaminación, la acelerada pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Estos aspectos no solo afectan la vida marina sino que repercuten en la salud y bienestar de las personas y del planeta, pues los océanos son los grandes reguladores del clima global.

Medir los cambios de temperatura, acidez o las corrientes marinas nos pueden ayudar a entender las arribazones masivas de sargazo en el Caribe mexicano, por ejemplo. Al ser sistemas interconectados, en el Golfo de México se tendría que crear un sistema de observaciones para anticipar trayectorias y minimizar la acumulación de esta alga en playas turísticas. Este es uno de los muchos problemas para los cuales se pueden usar los robots.

Fuente: tecreview.tec.mx