Así es la vida del hombre más conectado del mundo
Todos sufrimos un amigo (virtual) de esos que comparten su vida en las redes sociales. Conocemos sus rutinas de ejercicio, las delicias gastronómicas que degustan, las ciudades que visitan, las cucamonas que les dedican sus hijos, incluso la cara que tienen al despertar antes del primer café. Los hay chistosos, imitadores de Paulo Coelho, analistas políticos y sosias de Ferrán Adriá. Observamos todo con una mezcla de pudor y curiosidad malsana. Imaginamos conocer cómo es su vida a través de lo que nos muestran. Que es (aparentemente) mucho. O tal vez nada. Son los signos de unos tiempos híperconectados y exhibicionistas, en los que cualquiera puede abrir una ventana en su casa e invitar al mundo entero para que se asome.
Pero hay quien lleva esa conectividad mucho más lejos. Tanto como para saber que ayer, 14 de agosto, Chris Dancy estaba en Huston después de una semana movidita que comenzó en Franklin y en la que también pernoctó en Charlottesville y Nashville. El martes durmió siete horas y el miércoles comió comida mexicana. Pasó 26 horas y media frente al ordenador, aunque la mitad del tiempo no lo hizo trabajando, y anduvo casi 66.000 pasos. Todos estos datos son públicos y pueden consultarse en su página web. Y a Dancy no parece importarle que cualquiera sepa qué está haciendo en cada momento de su vida: “la privacidad es una mera construcción social. Es ilusorio pensar que tienes control sobre tu vida. Para mí, destruir mi privacidad ha sido la cosa más importante que he construido”.
Su pasión por medir absolutamente todo y registrar sus actividades (incluso aquellas que parecen insignificantes) no es nueva. Comenzó cuando el mundo era analógico. Las fotos, menús de restaurantes o copias de las cartas recibidas fueron sustituidas por grabaciones de sus consultas médicas, mediciones de sus constantes vitales y geolocalizaciones de sus viajes. Poco a poco Dancy se fue convirtiendo en “una wikipedia de mí mismo”. Y decidió sacarle partido a esta suerte de autoconocimento digital.
A sus 47 años, este antiguo consultor tecnológico se autodenomina “el hombre más conectado del mundo” y tiene argumentos para hacerlo. Enumerar una lista actualizada con todos los sensores, gadgets, aplicaciones y herramientas tecnológicas que le rodean en su vida cotidiana es casi imposible, porque seguramente habrá añadido alguno en el tiempo que se tarda en leer estas líneas. Su atuendo habitual incluye un smartwacht, una cámara que fotografía cuanto sucede a su alrededor cada dos segundos, un sensor que monitoriza su ritmo cardíaco, unas Google Glass y una muñequera inteligente que mide su estado físico. Por supuesto, todos ellos conectados para poder enviar datos que posteriormente analizará para modificar -si fuera necesario- sus comportamientos y rutinas. Su casa es también un laboratorio tecnológico: si alza la voz durante una conversación las luces se vuelven más tenues; si pasa demasiado tiempo sentado en el ordenador, comienza a sonar música para animarle a que se mueva; y un sensor en la mesita de noche registra su respiración, sonidos y movimientos mientras duerme. Dancy asegura que este seguimiento le ha permitido optimizar su vida, desde las calorías que consume hasta su bienestar espiritual.
Escuchar la descripción de los análisis y calendarios que Dancy organiza entorno a los datos que recoge de sus actividades puede dejarte exhausto. Pero él asegura que su ejemplo demuestra que el comportamiento es el interfaz del futuro. Que puede controlar su conducta “sustentado por la tecnología e influido por sistemas, pero no controlado ni dictado por ellos”. Para el resto, siempre nos quedará Instagram.
Fuente: elpais.com