Niños que abrazan más se enferman menos: así lo respalda la ciencia
Un abrazo puede ser más poderoso de lo que creemos. Lejos de ser solo una muestra de cariño, estudios recientes revelan que el afecto físico constante en casa fortalece el sistema inmunológico infantil, reduce los niveles de estrés y potencia el desarrollo emocional.
“Los niños que crecen en un entorno afectuoso tienen un sistema inmunológico más fuerte”, destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En un momento en que las familias enfrentan ritmos acelerados y altos niveles de estrés, reconectar con lo más esencial, el vínculo afectivo, puede ser la mejor medicina preventiva.
Más allá de lo emocional, la neurociencia afectiva, la inmunología y la psicología infantil coinciden: el contacto físico activa mecanismos biológicos que protegen la salud desde la primera infancia.
El poder del contacto: oxitocina y defensa inmunológica
Cuando un niño recibe un abrazo, su cerebro libera oxitocina, conocida como la “hormona del amor”.
Esta sustancia no solo genera placer emocional, sino que también activa células inmunológicas y reduce procesos inflamatorios.
“El afecto físico como los abrazos libera oxitocina y estimula el crecimiento, fortalece el sistema inmunológico e incluso ayuda a sanar heridas más rápido”, señala la ONU en el documento titulado “La Ciencia del Afecto”, publicado a través de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
La psiconeuroinmunología, disciplina que estudia la conexión entre mente, sistema inmune y emociones, respalda esta afirmación: la oxitocina regula células T y suprime citocinas proinflamatorias, esenciales para combatir infecciones.
Estudios clínicos que lo comprueban
Un estudio publicado por el National Institutes of Health en 2021 demostró que el contacto piel con piel en recién nacidos, conocido como “método madre canguro”, reduce infecciones graves, mejora el sueño, estabiliza la frecuencia cardíaca y fortalece su sistema inmunológico.
En investigaciones con adultos expuestos a virus del resfriado común, quienes recibieron más abrazos mostraron menor probabilidad de enfermar y una recuperación más rápida.
“El apoyo social, medido a través del afecto físico, amortigua los efectos del estrés y previene respuestas inmunes excesivas”, indica el Carnegie Mellon Institute for Behavioral Medicine Research.
La evidencia también sugiere beneficios a largo plazo: un estudio de la Universidad de Wisconsin, con seguimiento de más de 30 años, revela que los adultos que tuvieron apego seguro en la infancia reportaron menos enfermedades inflamatorias crónicas.
Abrazar también reduce el estrés
El contacto afectivo reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y promueve una mayor regulación emocional.
“El afecto constante en el hogar protege a los niños de los efectos fisiológicos del estrés crónico”, destaca la OMS.
En términos simples: un abrazo al día no solo calma un llanto, también puede blindar el cuerpo.
La Affection Exchange Theory, respaldada por investigaciones de la Universidad de Arizona, señala que expresar afecto ayuda a “acelerar la recuperación del estrés neuroendocrino” y regula la presión arterial tras situaciones difíciles.
Familias que abrazan, niños que florecen
Hoy en día, la ciencia nos recuerda algo que el corazón ya sabía: el cariño protege. En un mundo donde abundan los estímulos digitales pero escasea el contacto físico genuino, las familias tienen el poder de construir salud desde el abrazo cotidiano.
No se trata de fórmulas complicadas ni de costosos tratamientos. Se trata de mirar, escuchar, abrazar. De volver a casa no solo como un lugar físico, sino como un refugio emocional. Ahí donde nace el amor, también nace la salud.
Fuente: siete24.mx