Investigadores argentinos logran realizar mamografías sin usar rayos X
El cáncer de mama es uno de los más frecuentes entre este tipo de enfermedades y, como sucede con otros tipos de tejidos tumorales, las posibilidades de cura son mucho más frecuentes cuando se lo empieza a tratar en etapas tempranas, por lo que la prevención mediante estudios periódicos es fundamental para su detección.
Sin embargo, las radiaciones ionizantes generadas por una constante repetición de estudios con rayos X pueden ser nocivas para la salud -dado que tienen la potencialidad de producir alteraciones en las células-, con lo que una forma más segura para hacer diagnósticos de este tipo permitiría eludir este riesgo.
Investigadores del CONICET en el Grupo de Óptica Biomédica del Centro de Investigaciones en Física e Ingeniería del Centro de la Provincia de Buenos Aires(CIFICEN) en la Universidad Nacional del Centro (UNICEN) trabajan en el desarrollo de un sistema óptico de mamografía mediante el uso de luz infrarroja. Al igual que los rayos X, esta técnica permite detectar tumores y diferenciar entre tejidos malignos y benignos sin necesidad de hacer un punción.
La luz infrarroja tiene la capacidad de penetrar unos cinco centímetros bajo la piel, por lo que es ideal para analizar el tejido mamario. Además, es inocua y estamos permanentemente expuestos a ella cuando es emitida por el sol. Este sistema también prescindiría de la necesidad de comprimir las mamas entre dos planchas, como sucede con las mamografías tradicionales, lo cual las vuelve incómodas y dolorosas a la hora de someterse a un estudio. Tan solo sería necesario apoyar el cuerpo sobre una camilla de vidrio y se lo iluminaría desde abajo con un láser infrarrojo.
“Utilizamos luz infrarroja porque la luz visible no es capaz de penetrar en los tejidos y nosotros necesitamos algo que pueda atravesarlo para ver lo que hay adentro. Por ejemplo, la luz verde no puede atravesar la superficie más allá de unos pocos micrones por la pigmentación de la piel”, explicó a TSS Juan Pomarico, director del Grupo de Óptica Biomédica del CIFICEN.
Dado que la propagación de la luz es diferente cuando hay un tejido sano que cuando el tejido está enfermo, la técnica consiste en iluminar el área con el láser infrarrojo para luego tomar imágenes con una cámara. Posteriormente, mediante el procesamiento de las imágenes, se puede analizar la concentración de hemoglobina, ya que, en general, en las zonas que rodean a un tumor en desarrollo hay una vascularización muy importante porque suelen estar más irrigados que los tejidos sanos.
Todavía está en desarrollo
La resolución espacial que ofrece la luz infrarroja es más pobre que la que ofrecen los rayos X, debido a que cuando la luz atraviesa los tejidos describe una trayectoria errática, lo que deteriora la imagen. De todas maneras, la técnica permite detectar volúmenes vascularizados de un centímetro de lado, lo cual implica tumores algo más pequeños que eso.
El equipo de investigación dirigido por Pomarico está experimentando con esta tecnología a partir de dos aproximaciones diferentes: por un lado, usan un método de luz continua en el que la luz es emitida sin ningún tipo de modulación. También utilizan un enfoque más complejo, en el que se emiten pulsos de luz muy cortos desde múltiples posiciones y que permiten hacer una reconstrucción en tres dimensiones de la zona analizada. Esto permite analizar, al igual que una tomografía, distintas capas de profundidad del tejido para detectar la presencia de un tumor. El dispositivo funciona con láseres pero también podría hacerlo con LED de alta potencia, siempre y cuando funcione en la frecuencia requerida.
Actualmente, se está probando la sensibilidad del sistema con fantomas, que son piezas especialmente fabricadas para imitar tejidos, con lo que buscan poner a punto el dispositivo. “Estamos buscando financiamiento para pasar de lo que tenemos en la mesa de laboratorio a un equipo compacto y funcional, que permita determinar exactamente cuál es su sensibilidad y especificidad”, explicó Pomarico. Esa etapa está previsto que se realice en colaboración con médicos y bioingenieros, lo que permitiría diseñar el producto final que deberá atravesar las homologaciones del sistema de salud. Los investigadores han conversado, en forma preliminar, con personal médico del Hospital Ramón Santamarina de Tandil, como así también con miembros de la Carrera de Medicina de Olavarría (Escuela de Salud de la UNICEN).
El proyecto comenzó hace seis años como tesis doctoral del físico de la UNICEN Nicolás Carbone, pero el grupo de investigación trabaja con estas tecnologías desde 2006 y actualmente está transitando el proceso de patentamiento con la ayuda del CONICET.
Fuente: lanacion.ar