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Las naves espaciales más pequeñas de la Historia ya están en órbita

La iniciativa Breakthrough Starshot, en la que participa el astrofísico británico Stephen Hawking con el respaldo económico del multimillonario ruso Yuri Milner, pretende enviar, por primera vez, una nave espacial a Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano al Sol. Ahora, un año después de que el plan fuera anunciado en Nueva York, el proyecto ha dado su primer gran paso. El 23 de junio lanzó al espacio unos prototipos llamados Sprites, las sondas más pequeñas de la Historia, hechas de un solo circuito. Y han conseguido entrar con éxito en la órbita baja de la Tierra.

No parece gran cosa en comparación con lo que Starshot pretende llevar a cabo, un viaje intergaláctico de 4,37 años luz, pero esta primera misión servirá para poner a prueba algunas de las tecnologías necesarias para conseguirlo. Los chips lanzados al espacio miden 3,5 x 3,5 cm y pesan sólo cuatro gramos, pero contienen paneles solares, computadoras, sensores y radios. Suponen el siguiente paso en la revolución de la miniaturización de las naves espaciales que puede contribuir al desarrollo de los diminutos “StarChips” imaginados por Hawking.

Los Sprites han sido construidos por investigadores de la Universidad de Cornell (EE.UU.) y transportados al espacio como cargas secundarias de los satélites Max Valier y Venta, diseñados por la compañía alemana OHB System. Las pequeñas sondas permanecen unidas a los satélites y las comunicaciones recibidas de la misión muestran que funcionan según lo diseñado. La nave espacial está en comunicación por radio con estaciones terrestres en California y Nueva York, así como con radioaficionados entusiastas en todo el mundo.

Un viaje de veinte años

Breakthrough Starshot, una iniciativa de 100 millones de dólares, contempla enviar a la estrella más cercana un enjambre de naves diminutas equipadas con velas que, impulsadas por un rayo láser desde la Tierra, podrían alcanzar una velocidad de hasta el 20% la de la luz. De esta forma, llegarían a su destino en solo veinte años, una escala de tiempo más que aceptable comparada con los miles de años que tardaría una nave convencional. Si la fantástica Voyager 1 tuviera que ir hasta allí invertiría 17.000 años a su velocidad actual.

Según la gente de Starshot, sus naves podrían capturar imágenes y otras mediciones del exoplaneta cercano Próxima b, uno de los más prometedores en cuestiones de habitabilidad, y de otros mundos en el sistema de Alfa Centauri. El objetivo final es buscar rastros de vida en el Universo, porque como no se cansa de decir el propio Hawking, “para sobrevivir como especie, a la larga debemos viajar hacia las estrellas”.

Fuente: abc.es