Las aves migratorias regresan cada vez antes

La primavera también se está adelantando para las aves migratorias. Un estudio con casi 200 especies muestra que la mayoría de ellas dejan sus cuarteles de invierno cada vez antes. De media, regresan a sus áreas de apareamiento y cría hasta una semana antes. El fenómeno, observado desde hace 60 años, ha ido paralelo al aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático en las regiones más al norte del planeta. Otros trabajos realizados por ornitólogos españoles muestran también que muchas poblaciones que pasaban una temporada en España huyendo el frío o el calor extremos se están convirtiendo en residentes. Algunas poblaciones ya han dejado de migrar y muchas podrían seguirlas en el futuro.

Una decena de investigadores de países del norte de Europa, desde el Reino Unido hasta Rusia, y Canadá ha recopilado los datos de 21 observatorios ornitológicos dedicados a registrar cuándo vuelven las aves después de pasar el invierno en el sur. Hay datos hasta de 1959 y para 195 especies, lo que convierte a este trabajo en uno de los mayores de los dedicados al estudio de los cambios en el patrón migratorio de las aves.

Los científicos han comprobado que, de media, las aves están adelantando su migración 1,3 días por década. Pero hay especies que lo están haciendo aún más, por encima de dos días cada 10 años. En paralelo, estudiaron la evolución de las temperaturas en el entorno de los observatorios, comprobando una correlación entre la llegada y la temperatura: allí donde el incremento estaba siendo más acusado, las aves estaban llegando aún antes.

“Basándonos en los cambios en la mediana de las fechas migratorias, las aves han adelantado su migración de primavera algo más de una semana de promedio desde los años 50”, dice el principal autor del estudio, Aleksi Lehikoinen, de la Universidad de Helsinki (Finlandia). Con unas temperaturas más suaves, el deshielo llega antes y, con él, la emergencia de la cubierta vegetal y los insectos que serán la base para alimentar a los nuevos polluelos.

El calentamiento explicaría las diferencias entre las dos principales estrategias migratorias. Tradicionalmente, había especies (o poblaciones) de migración corta y otras de migración larga. Las primeras pasan el invierno en la cuenca mediterránea (para las aves europeas) o el sur de EE UU y norte de México (para las americanas). Las del otro gran grupo vuelan seis, siete, ocho o hasta nueve mil kilómetros, desde el norte de Europa hasta llegar al Sahel o aún más lejos, a las sabanas del centro o sur de África. Son las transaharianas.

De promedio, las migrantes de corta distancia europeas se han adelantado tres días a las de larga distancia y 10 si se las compara con las americanas. “Las migrantes de corta distancia pueden seguir los cambios de temperatura mejor ya que pasan el invierno en Europa, por lo que pueden usar las pistas climáticas para ajustar su migración. Los cambios en Canadá han sido más débiles, lo que explicaría en parte la diferencia entre Europa y Canadá”, explica en un correo Lehikoinen.

“No es lo mismo ir de España a Alemania que hacerlo desde más al sur del Sáhara”, recuerda la bióloga de SEO/BirdLife, Ana Bermejo. Antes de iniciar el gran viaje, las aves sufren una serie de cambios fisiológicos y se atiborran para poder afrontarlo. “Las de migración corta son más plásticas, se ajustan más fácilmente al clima que las que tienen que preparar un viaje de más de 6.000 kilómetros”, añade la coordinadora del programa Migra.

Bermejo, que no ha participado en este estudio, recuerda la privilegiada situación geográfica de España. “Está en medio de la ruta de migración europeo-africana”. Muchas sobrevuelan el país, haciendo paradas más o menos largas. Y otras llegan desde el norte para pasar el invierno mientras otras lo hacen desde el sur para pasar la primavera y el verano. Las observaciones desde aquí permiten confirmar las alteraciones que están sufriendo los patrones migratorios de las aves.

Algunas han llegado hasta el extremo de dejar de migrar. “Es el caso de la cigüeña blanca. Hace 70 años no invernaban en España y ahora muchas de ellas se quedan en la cuenca mediterránea abandonando sus zonas de invernada en el Sahel”, comenta Bermejo. Otro caso es el de la golondrina común, la especie más vinculada en el imaginario de los humanos a la llegada de la primavera. “Ahora se la ve todo el año en muchas zonas del sur del país”, completa.

Con datos de la estación de anillamiento de Doñana, en pleno parque, “las fechas de paso están cambiando”, comenta el antiguo investigador de la estación, Óscar Gordo. Algunas especies lo están adelantando, pero otras lo retrasan. En ambos casos es porque las condiciones en las zonas de partida o llegada también han cambiado, suavizándose los extremos, adelantando la disponibilidad de comida y el buen tiempo (en el norte) o alargando ambos (en el sur).

Junto a un grupo de investigadores, el profesor de la Universidad Complutense (UCM) Francisco Pulido acaba de terminar un estudio con poblaciones de 80 especies transaharianas que antaño cruzaban la península ibérica. “Están acortando sus migraciones y las que solían cruzar el Sáhara tienden a quedarse en España y si sigue el cambio climático algunos se harán residentes, dejando de migrar”, dice adelantando algunos de sus resultados.

En cuanto a las consecuencias de tanto cambio, aún son inciertas. A las cigüeñas blancas puede que les haya venido bien la proliferación de la basura humana como fuente de alimento. Aunque la tendencia observada es que son las parejas más viejas las que dejan de migrar. Lehikoinen opina que el adelanto de la migración “ofrecerá un mayor periodo de cría a algunas especies, aumentando las posibilidades de varias puestas. Para las de una única puesta, el adelanto del periodo de cría podría adelantar la migración de otoño o dar más tiempo para la muda de las plumas, ayudando al éxito del regreso.

Sin embargo, hay algunas especies que no están pudiendo con el cambio climático. Diversos estudios están mostrando que las poblaciones de papamoscas cerrojillo, por ejemplo, están menguando. En las regiones norteñas de Europa, estos pajarillos siguen criando como siempre, pero al llegar las crías, la primavera, con la explosión de todos sus recursos, hace tiempo que llegó y otros ya se han aprovechado de su abundancia. Así que la tasa de supervivencia de las crías está bajando. Lo explica Gordo: “Hay especies que no pueden cambiar sus fechas de cría y se van desajustando de su entorno”.

Para el profesor Pulido, del Grupo de Investigación Biología Evolutiva y de la Conservación de la UCM, hay en general una relación entre el adelanto de la fecha de llegada y el estado de la población: “Los que consiguen adelantarla más se mantienen estables o aumentan su población. Los que no lo consiguen están en declive y cuanto menos cambian, más declive”, mantiene. En cuanto a las consecuencias ecológicas, más allá de la propia especie, los científicos están observando que entre las que menos se adaptan están las insectívoras, lo que podría elevar el riesgo de plagas de insectos. “Pero aún no se sabe qué puede pasar”, dice Pulido, que añade: “lo que está claro es que el mundo de las aves como lo conocíamos va a cambiar, va a desaparecer”.

Fuente: elpais.com