La comunidad científica declara la guerra a la leche de fórmula para bebés

En The Lancet se advierte que los sucedáneos industriales se usan más que la leche materna debido a un marketing engañoso, en contra del beneficio de los niños. En juego, un mercado de 55.000 millones

La comunidad científica declara la guerra a la leche de fórmula para bebés, al contrastar dos datos: que sólo la mitad de los menores de seis meses son alimentados en exclusiva con leche materna, una cifra que la OMS considera insuficiente para garantizar el desarrollo saludable de las nuevas generaciones, y que la venta de los sucedáneos industriales aumentan debido a campañas de márketing que “explotan las emociones de los padres y manipulan la información científica”, según publica un grupo internacional de investigadores, entre ellos el experto de la OMS Nigel Rollins, en ‘The Lancet’.

Los científicos denuncian que el negocio millonario, que gana cada vez más terreno con ventas anuales de 55.000 millones de euros, atenta contra la salud mundial. “Los bebés tienen más probabilidades de sobrevivir y desarrollar todo su potencial cuando son amamantados”, mantienen los autores, provistos de los resultados de numerosos estudios que desgranan a lo largo de los artículos del informe ‘2023 Series on Breastfeeding’. “La lactancia materna promueve el desarrollo del cerebro, protege a los bebés contra la desnutrición, las enfermedades infecciosas y la muerte, al mismo tiempo que reduce los riesgos de obesidad y enfermedades crónicas en el futuro”.

En el editorial del staff de The Lancet se enumeran los “beneficios para la salud en entornos de ingresos altos y bajos por igual”, tanto para los infantes, que tendrán además un menor riesgo de obesidad en la vida adulta, como a las madres cuyos riesgos de padecer cáncer de mama y de ovario, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares disminuyen. Además la leche de fórmula no logra igualar la protección antibiótica ni las 633 proteínas de la materna ni la transmisión de información del ARN que sirve para la inmunización del nuevo ser humano, detallan.

Como el mercado de la leche de fórmula no podría crecer sin que las mujeres dejen de amamantar, los científicos acusan a empresas como Nestlé, Danone o Mead Johnson de usar su “poder económico y político” para que “uno de cada tres recién nacidos en países de ingresos medios reciban alimentación preláctea (sucedáneo de leche materna), y que a solo uno de cada dos recién nacidos se les ponga al pecho en la primera hora de vida”. Con la excusa de que la madre tiene “leche insuficiente”, “se introducen fórmulas lácteas comerciales y se deja de amamantar”, indica el capítulo del investigador de Salud Pública de la Universidad de Yale Rafael Pérez-Escamilla.

Falsos relatos

Después de analizar 153 estudios sobre prácticas de marketing en un centenar de países durante 40 años los investigadores trazan cómo las empresas de alimentación han logrado que sus productos sean más usados que la leche materna. Uno de los eslabones principales de la estrategia es la propaganda falsa, logrando calar el mensaje de que el llanto del bebé y su sueño intermitente se debe a que la leche materna es incapaz de satisfacerle. “La publicidad afirma que las fórmulas especializadas alivian la irritabilidad, ayudan con los cólicos, prolongan el sueño nocturno e incluso fomentan una inteligencia superior”, señalan en la edición extraordinaria de 60 páginas editado por la reputada revista científica.

“Pero los estudios no muestran ningún beneficio de los ingredientes de estos productos en el rendimiento académico o la cognición a largo plazo”, desmienten los investigadores. “El marketing explota la ciencia de manera deficiente para crear falsos relatos”. La intranquilidad del bebé es “común” y una buena asesoría de los servicios sanitarios ayudaría a los padres a superar esa fase sin recurrir a leche de fórmula. Además, las estrategias de venta “borran la diferencia entre la publicidad y los consejos sobre nutrición y cuidado”, sobre todo mediante la actual contratación de ‘influencers’. Los científicos también han logrado cuantificar las pérdidas que representa este fenómeno para los servicios sanitarios mundiales: casi 350.000 millones de euros al año por no aprovechar los beneficios de la lactancia materna.

Publicidad encubierta y lobby

La cuestión es más compleja que el hecho de elegir entre amamantar o preparar un biberón. Hay factores sociales, “múltiples obstáculos”, como permisos de lactancia insuficientes y falta de apoyo por parte de las empresas y los servicios de salud. Lo mínimo, indica la OMS, debería ser conceder seis meses remunerados a la mujer que amamanta, derecho del que están excluidas unas 650 millones de madres. El sector alimentario también utiliza las políticas de igualdad de género para equiparar la lactancia materna con el antifeminismo y la leche de fórmula como solución para el “empoderamiento de la mujer trabajadora”.

Así funciona otro de los eslabones poderosos de la estrategia para sustituir la leche materna por sucedáneos industriales en todo el mundo, advierten los científicos. “Para interferir con los procesos normativos nacionales e internacionales, la industria alimentaria ha establecido una red de asociaciones comerciales y grupos de lobby” que modifican las leyes, al mismo tiempo que “proyectan una imagen de benevolencia y responsabilidad social empresarial” que presiona por una “autorregulación” que burla los controles. “No está funcionando”, aseguran los editores de The Lancet, que comenzó este estudio en 2016. En el centro está el incumplimiento del ‘Código internacional de marketing de sucedáneos de la leche materna’ que la OMS aprobó en 1981.

Los investigadores definen esta combinación como una “máquina para capturar a padres, científicos, comunidades y políticos”, mantiene Rollins. Para callar voces críticas, “patrocinan organizaciones profesionales científicas, publican artículos patrocinados e invitan a líderes en salud pública a juntas y comités asesores, lo que genera conflictos de intereses inaceptables dentro de la salud pública”. Advierten los científicos que “toda la información que las familias reciben sobre la alimentación infantil debe ser precisa e independiente de la influencia de la industria para asegurar una toma de decisiones informada”.

Fuente: heraldo.es