Este nanosatélite tiene como misión principal el monitoreo de volcanes activos
El ambiente se carga de emoción y nerviosismo en la comunidad científica y estudiantil de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), mientras su nanosatélite GXIBA-1 inicia este sábado 25 de octubre su viaje al espacio.
Desarrollado por un equipo multidisciplinario de estudiantes y profesores poblanos, este nanosatélite tiene como misión principal el monitoreo de volcanes activos y servirá como un punto vital para las comunicaciones de emergencia.
El lanzamiento se lleva a cabo mediante un cohete de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA), llevando consigo la cápsula junto a suministros hacia la Estación Espacial Internacional en donde se acoplará y será lanzado a órbita.
Desarrollo 100% nacional
A diferencia de otros proyectos internacionales, el GXIBA-1 fue desarrollado al 100% en México. Aunque el lanzamiento fue facilitado por Japón (como parte de un premio tras ganar una convocatoria de la ONU y JAXA), el equipo nipón sólo revisó temas de seguridad, dejando la misión y los temas técnicos completamente en manos de los desarrolladores de la UPAEP.
El proyecto, que tardó alrededor de tres años y medio en concretarse, se considera pionero no sólo en la ingeniería, sino también en el ámbito regulatorio.
El equipo, liderado en la parte de permisos por Enrique Sánchez, tuvo que crear el procedimiento para la obtención de licencias de órbita y telecomunicaciones en colaboración con el IFT (Instituto Federal de Telecomunicaciones) y las nuevas agencias gubernamentales, ya que dicho proceso no existía previamente en México.
Doble misión: vigilancia volcánica y ayuda en emergencias
Iván Ortiz de Lara, estudiante de ingeniería espacial y líder del área de flight software del nanosatélite, detalló la importancia de la misión principal, “el objetivo central de GXIBA-1 es el monitoreo de volcanes activos. Tomará una serie de fotos de distintos volcanes de México, incluyendo el Popocatépetl y el de Colima, para recolectar información y mandarla aquí a estación terrestre, el análisis se enfocará principalmente en las manchas de ceniza para estudiar cómo la ceniza afecta a la población mexicana”, detalló.
Una vez que la información sea recibida por la Estación Terrena de la UPAEP se establecerá comunicación con CENAPRED para compartir los datos.
Adicionalmente, se incorporó un uso científico y social de gran relevancia, la comunicación con radioaficionados para mensajes de emergencia.
Según Iván Ortiz de Lara, “si un radioaficionado, personas que conocen de radiofrecuencias y comunicaciones satelitales, envía un mensaje, este es directamente mandado a la constelación de los satélites de Iridium y llega instantáneamente aquí a tierra. Sirviendo como un enlace crucial sin importar la ubicación del emisor”, explicó.
El camino hacia la órbita
El proceso de lanzamiento es complejo y requiere paciencia. Aunque el cohete es lanzado inmediatamente, la cápsula se acoplará a la estación espacial internacional uno o dos días después.
Una vez acoplada, los astronautas vaciarán los suministros, el equipo científico y los satélites, incluido el nanosatélite mexicano. El despliegue final en órbita dependerá de la agenda de los astronautas, estimándose que será liberado entre enero y febrero del próximo año.
El GXIBA-1 de 10 centímetros de diámetro por cada lado, operará en órbita baja a una altura de 400 kilómetros, la misma que la estación internacional, con una inclinación de 51.6 grados. Esto le permite dar una vuelta completa al planeta cada hora y media y tomar fotografías sólo en territorio mexicano.
Además, Eugenio Urrutia Albisua, director de Proyectos Aeroespaciales de UPAEP, explicó que este nanosatélite fue más económico que el anterior porque se “reciclaron componentes que sobraron de un satélite de reserva que la NASA les había solicitado. El costo cubrió principalmente la manufactura de piezas nuevas y las telecomunicaciones”, expuso en conferencia de prensa.
En términos de sostenibilidad espacial GXIBA-1 no llevará propulsión y dependerá de la velocidad inicial. Con el tiempo, la fricción de las moléculas de la atmósfera terrestre lo frenará, causando que caiga en espiral hacia la Tierra. Al tocar la atmósfera densa, “se fundirá completamente, asegurando que no generará contaminación espacial ni llegará a impactar la superficie terrestre”.
De cara al futuro, la UPAEP ya ha sido invitada por el Gobierno Federal a colaborar en un proyecto de constelación de satélites junto con la UNAM y el Politécnico Nacional, aunque dicen estar todavía en una etapa de definición de la futura misión.
Fuente: oem.com.mx


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