“En 2050 comeremos proteínas hechas en el laboratorio e insectos”, experta de la Academia de Ciencias de EU

Humanos. Somos la especie animal que más éxito ha tenido en la evolución. Hemos logrado esparcirnos por todo el planeta, conquistar todos sus hábitats, utilizar sus recursos para sobrevivir. Ahora lahumanidad crece a un ritmo desaforado. Para el año 2050 se espera que haya un 30% más de personas que en la actualidad, que alcancemos los casi 10.000 millones de habitantes. Y eso pone en jaque nuestra subsistencia en la Tierra.

Según un informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que necesitaremos generar un 70% más de alimentos para poder satisfacer la demanda de ese mundo creciente. Eso plantea un dilema, puesto que los recursos naturales, como el agua dulce o la tierra fértil cultivable, son cada vez más y más escasos. Entonces, ¿cómo haremos para dar de comer a todos esos nuevos millones de personas, con la Tierra ya colapsada en muchas regiones, acuciada por el cambio climático?

Para Susan McCouch , profesora de mejora y genética de plantas de la Universidad de Cornell (EE.UU.) y recién miembro de la Academia Nacional de Ciencias americana, la solución pasa inevitablemente por un cambio en nuestra dieta y por apostar por un sistema sostenible de agricultura. Se trata, asegura, de qué producimos y cómo lo producimos.

En una conferencia pronunciada en Cosmocaixa, con motivo de la celebración del 15 aniversario del Centre de Recerca en Agrigenòmica (CRAG), que pertenece a la red de centros de excelencia Severo Ochoa, esta genetista -cuya investigación se centra en el arroz, especie de la cual publicó el primer mapa molecular del genoma en 1988 y creadora de una nueva variedad, el arroz rojo-, explicaba que la investigación sobre los genomas de las especies vegetales será capaz de mejorar nuestra capacidad de obtener más y mejores alimentos, fomentando un uso de los recursos eficiente y ecológicamente sostenible.

¿Podremos alimentar a 10.000 millones de personas con los recursos que tiene el planeta?

La respuesta es un desafío enorme. Poder alimentar a toda esa población pasa por un cambio de dieta y por incrementar la productividad y la sostebilidad del sistema de agricultura. Se trata de qué vamos a producir y cómo lo vamos a producir. Por ejemplo, las dietas de los países con más ingresos contienen una elevada cantidad de proteína animal cuando tradicionalmente la dieta se basaba sobre todo en vegetales. Y eso es insostenible por completo.

¿Cuál es la alternativa?

Fabricar la proteína en el laboratorio. Hay en marcha nuevas aproximaciones muy interesantes para generar proteína que se puede convertir en comida y que será perfectamente digestiva y nutritiva. También incluir muchos más insectos o comida basada en ellos. Y claro está la proteína vegetal. Hay que poner el énfasis en los alimentos no tradicionales y en cómo preparar esos alimentos para aprovecharlos al máximo. Lo que está claro es que no podemos seguir con el consumo actual desorbitado de proteína de origen animal. Y que la producción de estas fuentes de proteína no convencionales deberá ser eficiente en cuanto al uso de agua.

¿Cree que la gente querrá consumir esas proteínas hechas en el laboratorio o insectos?

Es un dilema muy interesante. En Europa y Estados Unidos cada vez hay más personas que valoran los llamados productos naturales, ecológicos. Y pueden pagar por ellos. Pero la la mayoría de la población mundial no tiene la oportunidad de hacer esta elección. Solo pueden acceder a productos que están en el mercado y que son económicos. La pregunta realmente importante que debemos hacernos es si realmente hay una opción y por qué opción optar. ¿Solo los ricos van a poder comer esos productos porque son ellos los únicos que los van a poder pagar?

Creo que debemos hacer todos un esfuerzo para ir hacia sistemas de producción de plantas e intentar hacerlos más eficientes y sostenibles. Y eso para por la genética, para producir variedades de plantas que puedan crecer con menos agua y fertilizantes. Y también pasa por la agronomía y la gestión. Los esfuerzos de la agricultura orgánica no están del todo bien situados pero están empezando a empujar a la gente a pensar de forma muy distinta acerca de cómo los microorganismos pueden ser aprovechados para hacer buena parte del trabajo que antes hacían los productos técnicos.

¿Qué papel tienen esos microorganismos?

¡Van a ser la auténtica revolución! Van a influir en cómo usamos la tierra de cultivo, en las plantas, y como digestores en la preparación de alimentos. La genética microbiana, lo que se conoce como microbioma, los trillones de microbios que habitan tanto el intestino humano como el resto del mundo, van a ser un nuevo desafío y van a desempeñar un papel crucial en nuestra búsqueda de sistemas más sostenibles. Los microorganismos nos van a proporcionar proteínas de formas que aún desconocemos en lugar de continuar dependiendo de vacas, cerdos o pollos.

La genómica, una herramienta moderna aplicada a uno de los oficios más antiguos del mundo, la agricultura.

Así es. Las herramientas modernas nos ayudan a hacer más eficiente la agricultura, usando de forma más sostenible los recursos. Parte de nuestro trabajo pasa por entender la variación genética de las plantas y aquellos rasgos que les confieren una ventaja a la hora de usar el agua más eficientemente, o de sobrevivir a inundaciones, o a sequías. Se trata de descubrir muchas oportunidades genéticas del mundo natural que podemos aprovechar. La gente suele asociar los transgénicos a algo que hacemos en el laboratorio, pero de hecho los transgénicos suelen ser descubrir un truco del mundo natural para luego introducirlo en una cosecha. Entender la genómica, cómo las plantas se enfrentarn a temperaturas extremas o a plagas, al estrés, y se adaptan a cada situación, nos permite aprender y aplicar luego ese conocimiento a la forma en que cultivamos nuestras cosechas. Se trata de buscar en el mundo natural qué estrategias siguen las plantas.

¿Pueden las nuevas herramientas genéticas ayudarnos a frenar la pérdida de diversidad de especies vegetales?

Mantener la riqueza de especies es crucial por muchas razones. Para empezar, porque es importante per sé asegurarnos de que no desaparezcan. Y porque nos permiten estudiar la biodiversidad en su entorno. Las especies y la diversidad se comportan de forma muy distinta en diferentes ambientes. A veces no sabemos de qué es capaz una especie hasta que no puedes ver cómo se comporta en una variedad de entornos.

Queremos mantener esa diversidad, para poder aprender de ella y también porque es un amortiguador contra el cambio, la diversidad es la base de la evolución. Necesitamos esa variación en nuestros campos cultivados. Así es que depende de los científicos que se dedican a estudiar las plantas y a la investigación en genómica conseguir traer de vuelta variaciones que nos ayudarán a sobrevivir no solo al cambio climático sino a esta transición hacia una agricultura más sostenible, en la que las variedades vegetales trabajan en harmonía con la población microbiana del suelo y del intestino humano. Eso nos va a dar más retorno con menos inversión. Ese es el mundo que visualizo. Ser capaces de alimentar a la población de la Tierra en el futuro pasa por comprender la complejidad del mundo natural mejor.

Fuente: lavanguardia.com