Desarrollan plantas agrícolas resistentes a la sequía

Mediante modificaciones genéticas, unos investigadores han conseguido desarrollar plantas de patata o papa más tolerantes a condiciones de sequía.

El trabajo lo han liderado científicos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del CONICET, ambas instituciones en Argentina.

El cultivo de patata o papa es uno de los más importantes en Argentina, con 80.000 hectáreas y una producción de más de 2,8 millones de toneladas. En la agricultura de otras naciones, la importancia de esta planta es también notable.

“Los resultados de nuestro trabajo, realizados en un invernadero, sientan bases para aumentar los rendimientos de papa en condiciones de recursos limitantes, como la disponibilidad de agua en el suelo”, indicó el doctor en Biología Javier Botto, líder del estudio e integrante del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA) de la UBA y del CONICET.

Botto agregó que planean realizar pruebas de transferencia a campo con las plantas desarrolladas usando prácticas de manejo comerciales.

Los autores del estudio evaluaron la respuesta de las plantas normales y la respuesta de las que expresan más la proteína BBX21, en condiciones de estrés hídrico moderado.

“Comprobamos que la expresión de más proteína BBX21 mejora el comportamiento de las plantas al estrés reduciendo los síntomas de deshidratación en las hojas basales, produce más clorofila y tiene más fotosíntesis que le confiere mejor uso del agua transpirada por unidad de hidrato de carbono sintetizado”, explicó Botto, jefe del Laboratorio de Plasticidad en la Señalización del Desarrollo del IFEVA y también investigador principal del CONICET.

Los autores del estudio, publicado en la revista académica “The Plant Journal”, también constataron que las plantas genéticamente modificadas tenían hasta un 17% más rendimiento de tubérculos que las plantas normales.

“Una de las consecuencias del cambio climático global es la intensificación de las sequias con incrementos de la temperatura y la radiación que pueden limitar el crecimiento y los rendimientos de las plantas. Nuestro trabajo demuestra que estrategias de manipulación genética pueden ayudar a resolver los problemas de limitación de alimentos en ambientes limitantes de recursos como el agua en el suelo”, afirmó Botto.

El investigador también agregó: “Estamos interesados en utilizar esta herramienta biotecnológica en otras especies como alfalfa y soja para generar mayores rendimientos de materia verde en especies forrajeras y de semillas en cultivos oleaginosos y otros. Para lograrlo, estamos en busca de socios y colaboradores que quieran participar en este proyecto”.

Los resultados de este trabajo forman parte de la tesis doctoral de Gabriel Gómez-Ocampo financiada por el CONICET e involucra la participación de los investigadores Edmundo Ploschuk y Carlos Crocco y la ingeniera agrónoma Anita Mantese de la UBA. La financiación del trabajo proviene de fondos otorgados por la UBA y del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCyT). (Fuente: Agencia CyTA-Instituto Leloir)

“Una de las consecuencias del cambio climático global es la intensificación de las sequias con incrementos de la temperatura y la radiación que pueden limitar el crecimiento y los rendimientos de las plantas. Nuestro trabajo demuestra que estrategias de manipulación genética pueden ayudar a resolver los problemas de limitación de alimentos en ambientes limitantes de recursos como el agua en el suelo”, afirmó Botto.

El investigador también agregó: “Estamos interesados en utilizar esta herramienta biotecnológica en otras especies como alfalfa y soja para generar mayores rendimientos de materia verde en especies forrajeras y de semillas en cultivos oleaginosos y otros. Para lograrlo, estamos en busca de socios y colaboradores que quieran participar en este proyecto”.

Los resultados de este trabajo forman parte de la tesis doctoral de Gabriel Gómez-Ocampo financiada por el CONICET e involucra la participación de los investigadores Edmundo Ploschuk y Carlos Crocco y la ingeniera agrónoma Anita Mantese de la UBA. La financiación del trabajo proviene de fondos otorgados por la UBA y del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCyT).

Fuente: noticiasdelaciencia.com