¿Cómo van las vacunas contra covid-19 desarrolladas en México?

En México actualmente se están desarrollando seis candidatos a vacuna

Al cumplirse dos años del inicio de la pandemia de covid-19 en México este domingo, en el país continúan desarrollando seis candidatos a vacuna, pero el escaso financiamiento, la ausencia de laboratorios especializados para la producción de los antígenos y la aparición de nuevas variantes del Sars-CoV-2, han sido los principales obstáculos a los que se han enfrentado los científicos que entraron en la carrera por la vacuna mexicana.

“Aunque a lo mejor suena desalentador que nuestra vacuna no esté en humanos como queríamos, pero sí hemos creado toda una infraestructura y un camino que es indispensable para que en un futuro sí lo logremos. Lo que yo considero más valioso de este proyecto es que se ha estado creando este camino que se requiere para el desarrollo de vacunas en México”, sostuvo Laura Palomares Aguilera, directora del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con quien MILENIO conversó.

Una profunda decepción sacudió al doctor en biotecnología José Manuel Aguilar y a su equipo, cuando fueron notificados de que no lograron obtener un financiamiento internacional que permitiría continuar con su prometedora vacuna mexicana de ácidos nucleicos contra covid-19, y los inversionistas privados tampoco quisieron arriesgar su capital.

Como él, una decena de científicos mexicanos que trabajan en el desarrollo de una vacuna contra covid-19 han tenido que luchar a contracorriente y enfrentarse a cuellos de botella, inversionistas que se espantan con las cifras y falta de apoyo gubernamental. A pesar de los obstáculos, grupos de investigadores siguen enfocados en darle a México su propia vacuna para prevenir el Sars-CoV-2 e impulsar la producción nacional de esos biológicos, pues se siguen necesitando refuerzos y un amplio sector de la población sigue sin recibir una dosis.

La vacuna mexicana de ADN

El más joven científico que lidera un consorcio para la producción de una vacuna mexicana contra el Sars-CoV-2 es José Manuel Aguilar de 40 años.

Su proyecto inició como una iniciativa sin fines de lucro llamada Jonas Salk, que motivó la fundación del Instituto Gould-Stephano, creado junto con sus colegas de la Universidad Autónoma de Baja California, Julio Enrique Valencia Suárez y Manuel Alejandro Carballo, que inicialmente recibieron recursos (insuficientes) de la Agencia Mexicana de Cooperación para el Desarrollo (Amexcid) gestionados por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).

“Lo más retador fueron las pruebas preclínicas en animales, estos estudios son costosos, logramos concluirlo con éxito y ya tenemos un candidato a vacuna de una tecnología que se conoce como ADN. Es una nueva generación de vacunas con plataformas que van a tener esta tendencia biotecnológica. (…) En la mayoría de los ratones mostramos anticuerpos que son neutralizantes, esa es una cualidad de los anticuerpos que se busca que no solamente reconozcan a la proteína, si no que neutralice la unión de esa proteína viral que fue la proteína Spike, todo eso ya lo comprobamos en animales, sabemos que la vacuna es segura y efectiva”.

El equipo ya había tomado impulso cuando tuvo que desacelerar en esta carrera, ante la falta de patrocinador. Requieren 1.2 millones de dólares para iniciar los ensayos clínicos de Fase 1 y 2 en humanos.

“Son cantidades que en México no existe todavía la comunidad donde estas cifras se manejan sin espantar a los inversionistas”.

“Nos quedamos aquí porque el reto más grande que tenemos es económico, el tener que manufacturar un primer lote de cualquier producto biotecnológico es una inversión grande. Aunque tenemos quién lo haga en el extranjero y la capacidad de transferir a México, es un costo inicial elevado; ha sido todo un reto, más que la parte tecnológica, el conseguir el financiamiento porque se requiere manufacturar en condiciones inyectables para un ser humano”, expuso.

Vacuna recombinante del Cinvestav

La doctora Beatriz Xoconostle Cazáres del Departamento de Biotecnología del Cinvestav y un equipo multidisciplinario desarrollan una vacuna recombinante para prevenir o mitigar la infección por Sars-CoV-2, que ya pasó la fase de estudios preclínicos en animales, pero tampoco consiguieron los recursos para avanzar a las siguientes etapas.

“Contamos con un antígeno seguro que hemos demostrado en las conclusiones preclínicas, que es capaz de desencadenar una respuesta inmune que protege a nuestros animales de laboratorio; sin embargo encontramos cuellos de botella importantes en México para poder llevarlo a una base de aplicación inmediata”, dijo Xoconostle Cázares.

Explicó que el primero de ellos es la ausencia de laboratorios especializados que pueda producir un lote de las dosis “bajo buenas prácticas de manufactura”, esto significa que el antígeno “debe obtenerse en un ambiente de alta esterilidad que garantice que su calidad y el proceso de su desarrollo se obtuvo bajo estas buenas prácticas que sean inocuas y desafortunadamente no contamos con farmacéuticas con esas características”.

Destacó que la mayoría de laboratorios mexicanos tienen una instalación importante únicamente para envasado, pero no así para producir “el ingrediente activo”.

El segundo obstáculo, es la falta de financiamiento. A diferencia de la vacuna Patria, la candidata vacunal del Cinvestav no recibió financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), así que ellos mismos se estuvieron autofinanciando con la fabricación de kits de diagnóstico de covid-19. Pero para continuar con los estudios clínicos en humanos, necesitan una inversión de al menos 20 millones de pesos para instalar el laboratorio con las áreas estériles que requieren, y que seguirían dando servicio a otros proyectos.

“Hay inversionistas interesados, sin embargo no podemos contestar preguntas como quién va a comprar el antígeno, ¿lo va hacer el gobierno? ¿cuál será la tasa de inversión?, esas preguntas que son muy importantes para quién va a arriesgar su capital, pues no podemos todavía contestarlas”.

Consideró que hace falta una mayor coordinación con las instancias del gobierno federal.

“Esos elementos nos están pausando y a pesar de ello, continuamos desarrollando los antígenos vacunales de las variantes, contamos con tres diferentes y estamos por analizar ómicron. No hemos descansado desde febrero de 2020 en todos los proyectos que nos permitan contener a esta enfermedad, mitigar y a final de cuentas convertirla en uno de tantas enfermedades que son controladas a través de una vacuna”, apuntó.

UNAM en la carrera

La UNAM tiene dos candidatas: una es la vacuna recombinante IIB-rMP9, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, que desarrollan la científica Edda Sciutto y su colega Juan Pablo Laclette, que actualmente se encuentra en una etapa crítica de los estudios preclínicos en animales, por lo que pidieron a esta reportera esperar los resultados, antes de conceder una entrevista.

Por su parte, el Instituto de Biotecnología de la UNAM, bajo el liderazgo de la doctora Laura Palomares y el doctor Tonatiuh Ramírez, reformularon su candidata vacunal por tercera ocasión y aún se encuentra en fase experimental.

La primera estaba basada en el despliegue de epítopos en partículas virales recombinantes; para su segunda edición usaron un coadyuvante desarrollado en el IMSS, que finalmente dejaron de lado, pero se aprovechó para el tratamiento con sueros equinos.

“Vamos en la edición número tres de la vacuna, nuestro primer acercamiento era el despliegue de péptidos en una cápside de un virus, pero cuando empezaron a aparecer las variantes, encontramos que nuestro acercamiento estaba afectado”, dijo la virotecnóloga Palomares Aguilera.

“Nuestro primer candidato se fabricaba en un sistema que se llama células de insecto baculovirus en dónde producimos una proteína recombinante; la segunda plataforma también eran proteínas recombinantes fabricadas en las células de ovario de hámster chino; y nuestra tercer plataforma, pues, está basada en un sistema totalmente diferente y se fabrica en otras células de mamífero, en células que se utilizan frecuentemente para la producción de vacunas”, indicó.

La especialista sostuvo que así es la ciencia.

“Propusimos una idea con base en información que teníamos al iniciar el trabajo, que fue en febrero del 2020 y avanzamos mucho con ese modelo, pero la aparición de las variantes en un virus que sí tiene la estabilidad esperada en su secuencia genética, el asunto es que cuando se propaga entre tantísimas personas, obviamente la probabilidad de aparición de mutaciones se incrementa mucho”.

La doctora Palomares considera que el tiempo no se ha perdido y, en colaboración con las facultades de Química y Medicina Veterinaria, con los Institutos de Investigaciones Biomédicas y de Biotecnología, junto con el Tecnológico de Monterrey, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto Nacional de Salud Pública, “hemos construido un andamio para poder llegar a la fabricación de vacunas”.

Destacó una colaboración de la UNAM con el gobierno de Hidalgo para la instalación de infraestructura para la fabricación masiva de vacunas para ensayos clínicos, denominado “Aceleradora de Negocios Biotecnológicos UNAM–Hidalgo”, la cual estaría en operación en año y medio, “ya con condiciones de buenas prácticas para poder fabricar vacunas para uso humano”.

Otro de los logros a destacar es que ahora el Instituto de Biotecnología, junto con las Facultades de Química y Medicina Veterinaria son miembros de la red de laboratorios de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para las Pandemias (CEPI), “dónde ya estamos reconocidos como uno de los laboratorios para poder realizar la evaluación de vacunas a nivel mundial”, resaltó.

Quivax

En la carrera por la vacuna, Quivax, de la Universidad Autónoma de Querétaro, va más adelantada, aunque tuvo que ser rediseñada ante la aparición de las variantes de preocupación del Sars-CoV-2.

El doctor Juan Joel Mosqueda Gualito, con más de dos décadas de experiencia, encabeza el desarrollo de esta vacuna, una proteína quimérica recombinante, cuyos lotes de las dosis que se requieren para realizar la fase preclínica –para las pruebas en animales–, se comenzarán a producir por la empresa Neolpharma en Ciudad de México.

“Cuando empezaron a aparecer las diferentes variantes, surgió información de que las vacunas basadas en la cepa original de Wuhan ya no reconocían bien los anticuerpos y eso es más obvio con la variante ómicrom, dónde prácticamente hay tantas mutaciones que muy pocos anticuerpos de la gente vacunada reconoce esta variante”.

Hasta entonces, habían trabajado con 3 millones de pesos de recursos propios y, adicionalmente, financiamiento de Amexcid por más de 3 millones de pesos.

“¿Qué hicimos nosotros? La rediseñamos para que tuviera segmentos de las diferentes variantes, es una nueva molécula qué está compuesta de péptidos, son como secciones de la proteína de cada una de las variantes incluyendo la alfa, beta, gama, delta y la original de Wuhan. Había que empezar otra vez a producirla y demostrar que genera inmunogenicidad, ya para entonces nos aliamos con Neolpharma, un grupo mexicano que se interesó en nuestro desarrollo y firmamos un convenio de colaboración, a través de la rectoría”, relató Mosqueda Gualito, profesor de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ.

El investigador resaltó que en el modelo de neutralización del virus, in vitro, “estamos obteniendo porcentajes entre 80 y 85 por ciento y esos son los porcentajes que se obtienen idénticos a los de las demás vacunas eso es lo que se están obteniendo”.

Así que se preparan la solicitud de autorización ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para empezar la fase de estudios preclínicos en colaboración con el Cinvestav, que cuenta con un bioterio certificado, “ahí se va demostrar que está proteína es segura, es inmunogénica y que genera anticuerpos que neutralizan la invasión del virus a las células”.

Para la segunda versión de la vacuna, la universidad organizó el vacunatón que les permitió colectar 8 millones de pesos de donativos procedentes de la sociedad civil, empresas y ayuntamientos. Así que en adelante, será la empresa Neolpharma quien asumirá los costos de las fases clínicas 1 y 2.

“Creo que las autoridades y empresas que desconocen el costo y tiempo de una vacuna se espantaron cuando empezaron a oír las cifras; yo les dije que necesitaba 58 millones de dólares, pues espantaron y eso que fuimos de los grupos que pedimos menos (…) Haciendo cuentas, si multiplica todo lo que ha invertido México en comprar las dosis para los mexicanos, sale un total de siete ocho veces más lo que costaría hacer una vacuna en promedio, que son como 200 millones de dólares, pudieron haber pagado con ese dinero a tres grupos”, consideró.

Patria

Patria, la vacuna desarrollada por la empresa Avimex con el apoyo del Conacyt, está más cerca de la meta, al ser la única que actualmente realiza pruebas clínicas en humanos.

En diciembre pasado abrieron la convocatoria para reclutar 400 voluntarios para su estudio de Fase 2, la cual sigue abierta; una vez obtenidos los resultados intermedios, avanzará a la Fase 3, para la cual se requiere un estimado de 30 mil voluntarios, por lo que aún tienen un largo camino por recorrer.

Esta vacuna que es la principal apuesta del gobierno mexicano, se basa en el virus recombinante de la Enfermedad de Newcastle como vector; el doctor Bernardo Lozano, director de Avimex, está a cargo de esta investigación.

La carrera no ha sido fácil, es cierto que en dos años de pandemia México aún no cuenta con su propia vacuna contra covid-19, pero juntos, estos equipos de científicos han logrado abrir un camino que en nuestro país fue cerrado hace varias décadas, y que se requiere detonar ante la generación más frecuente de enfermedades emergentes que se pueden convertir en epidemias.

Fuente: milenio.com