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“Cinturón bíblico”: ciencia vs. religión en una de las regiones de Europa con mayor rechazo a la vacuna

Solo un tercio de la población se inoculó contra el Covid-19 en esta zona protestante profundamente conservadora de Holanda, que tiene el peor porcentaje de vacunación del país

Desde su consultorio en la remota villa pesquera holandesa de Urk, el médico de familia Wilco Bloed trata de convencer a los que, invocando a Dios, no quieren vacunarse contra el Covid-19.

Solo un tercio de la población se ha inoculado en esta región protestante profundamente conservadora, conocida como el “Cinturón bíblico”, que tiene el peor porcentaje de vacunación en Holanda.

Pero con las infecciones en auge en todo el país, los médicos en Urk han lanzado su propia campaña para lograr que los reticentes se vacunen.

“Lanzamos la iniciativa porque Urk es el lugar de Holanda con peor ratio de vacunación, por debajo del 30%, y porque los contagios están realmente subiendo”, explica Bloead a AFP.

“Así que, como médicos de familia, decidimos ofrecer vacunaciones en nuestros consultorios” como alternativa a los centros de vacunación, añade.

Esto “ofrece la posibilidad de tener una conversación y eliminar barreras, e incrementar la tasa de vacunación”, insiste.

De hecho, desde el inicio de este programa a principios de noviembre, el porcentaje de inmunizados subió al 3%, todavía lejos del 84,7% de media a nivel nacional. En la Unión Europea (UE), el 67% de la población ya recibió el esquema completo de vacunación contra el coronavirus, según los datos de Our World in Data.

“La aversión a la vacunación está bastante extendida […] Es cierto que la gente en Urk puede ser bastante terca”, se resigna este médico que llegó al pueblo hace 15 años.

“Providencia divina”

Urk fue “zona cero” de los peores disturbios registrados en Holanda en décadas, que estallaron en enero por el confinamiento decretado por el coronavirus.

Desde entonces, la localidad ha presenciado refriegas con periodistas ante iglesias que ofrecían misas durante el confinamiento y pequeños altercados el sábado por la noche mientras nuevos disturbios sacudían el país.

El pueblo, con su puerto y sus cabañas de pescadores de postal, fue una isla hasta hace 70 años, cuando se unió al continente con un proyecto de reclamación de tierras, pero mantiene su mentalidad insular.

“Si el resto de Holanda hace una cosa, Urk hace lo contrario”, reconoce Jacob, un joven de 21 años que pesca en el puerto con su amigo.

El municipio conserva la estricta creencia calvinista del llamado “Cinturón bíblico” que se expande hasta el corazón de los Países Bajos, desde Zelanda, a través del oeste de Betuwe y Veluwe, hasta las partes del norte de la provincia de Overijssel.

Los pensamientos religiosos han sido un factor relevante de las bajas de vacunación ante todo tipo de enfermedades en esta localidad, que sufrió un brote de sarampión hace dos años.

Para algunos, inocularse es intervenir en la voluntad de Dios, pero el asunto es complejo, asegura el reverendo Alwin Uitslag, de la iglesia reformada Eben-Haezerberk de Urk.

“Por un lado, la Biblia dice que puedes tomar precauciones. Te puedes preparar para algunas crisis” como el coronavirus, asegura Uitslag a AFP.

“Por otro, dice que la vacunación no está permitida porque no puedes intervenir en la providencia divina”, añade.

Otros factores

El reverendo describe su iglesia como “estricta”, con normas que incluyen dos servicios los domingos durante los que las tiendas están cerradas y la gente no puede ir a trabajar. Las mujeres deben usar vestidos y velo para la plegaria.

Pero en lo referente a las vacunas, la decisión final se deja en manos de la “consciencia individual”, dice el pastor.

“Es mi trabajo dar buena información a los miembros de la iglesia, no es mi trabajo darles indicaciones sobre hacerlo o no hacerlo”, argumenta, sin querer desvelar si él se ha vacunado.

En este pueblo donde la ciencia y la religión chocan, médicos y pastores aseguran estar en conversaciones para encontrar la mejor forma de proceder. La religión es “de hecho una parte muy pequeña” del problema, señala Bloed.

También hay “un amplio temor de los efectos secundarios”, sumado al aislamiento de Urk respecto al gobierno central, la desinformación y la resistencia de los jóvenes a vacunarse.

Los resultados de la campaña, desplegada junto a las autoridades sanitarias regionales y la municipalidad local, son por ahora alentadores, aunque queda terreno por recorrer.

“En la primera semana y media, administramos el mismo número de inyecciones que las autoridades sanitarias en las cuatro semanas anteriores, aunque ahora vemos un poco de freno”, dice Bloed.

Miembro también de la iglesia reformada de Urk, el doctor deja en este caso su creencia religiosa al margen. “Mira, yo también soy cristiano. Y sí, no hace falta estar de acuerdo en todo”, suelta.

Fuente: lanacion.com.ar