Cinco razones para no temer a las nuevas variantes de coronavirus

El pánico por las mutaciones acumuladas actuales no está justificado. Aunque los expertos coinciden en que hay que estar atentos a ellas, la situación actual parece estar bajo control por varias razones, como el mantenimiento de la eficacia de las vacunas y la aparición de las mismas mutaciones una y otra vez

El 10 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) añadió una nueva variante, la B.1.617, a esa lista del coronavirus (COVID-19) que tanto preocupa a todo el mundo. Se considera que este nuevo integrante de la lista es responsable de los contagios descontrolados en la India. Esta variante se suma así a otras identificadas por primera vez en Reino Unido, Sudáfrica y Brasil. Sobre la de la India, “hay cierta información disponible que sugiere una mayor transmisibilidad”, afirmó en una sesión informativa la responsable técnica de la OMS sobre la COVID-19, Maria Van Kerkhove.

Cada nueva variante viene acompañada de una creciente inquietud. Las noticias sobre las “dobles mutaciones” y “variantes peligrosas” avivan los temores de que estos virus puedan esquivar la respuesta inmunológica y volver ineficaces nuestras mejores vacunas, enviándonos de nuevo al confinamiento. Pero, por el momento, “el virus no ha cambiado fundamentalmente”, asegura el virólogo de la Facultad de Medicina Albert Einstein Kartik Chandran.

Las vacunas pueden perder eficacia con el tiempo, pero no hay evidencia de que estemos al borde de la catástrofe. El virólogo de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Wisconsin (EE. UU.) Thomas Friedrich opina: “No creo que exista un peligro inminente de que regresemos al punto de partida. Deberíamos estar preocupados, pero no perder los nervios”.

Presentamos cinco razones para ser cautelosamente optimistas.

  1. Las vacunas funcionan, incluso contra las variantes problemáticas

Los primeros indicios sugerían que el actual grupo de vacunas contra la COVID-19 podría no funcionar tan bien contra algunas de las nuevas variantes, incluida la que se identificó por primera vez en Sudáfrica (B.1.351). En las pruebas de laboratorio, los anticuerpos de las personas vacunadas no pudieron neutralizar el virus tan eficazmente como lo harían con el virus original. Pero los datos del mundo real de Qatar sugieren que la vacuna Pfizer funciona bastante bien, incluso contra la variante B.1.351. La vacunación completa ofreció una protección del 75 % contra las infecciones por la B.1.351; eso es menos de la eficacia del 95 % registrada en los ensayos con el virus original, pero sigue siendo “un milagro”, según el ecologista de enfermedades de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE. UU.) Andrew Read, que añade: “Estas vacunas son muy buenas. Tenemos mucho espacio para actuar”.

Algunas variantes sí que parecen mejores a la hora de esquivar nuestro sistema inmunológico, al menos en los experimentos de laboratorio. Por ejemplo, un pequeño estudio publicado el 10 de mayo muestra que la variante más reciente que preocupa a todo el mundo, la B.1.617, es más resistente a los anticuerpos de las personas que han sido vacunadas o que ya han contraído la enfermedad previamente. A pesar de eso, las 25 personas del ensayo que recibieron la vacuna de Moderna o de Pfizer produjeron suficientes anticuerpos para neutralizar la variante india.

  1. La respuesta inmunológica es fuerte

Los científicos que ponen a prueba la eficacia de una vacuna se suelen centrar en los anticuerpos y en su capacidad de bloquear el virus para que no infecte las células. En los experimentos de laboratorio, se mezcla la sangre de personas que han sido infectadas o vacunadas con sus células en una placa para ver si los anticuerpos de la sangre pueden “neutralizar” el virus. Estos experimentos son fáciles de realizar. Pero los anticuerpos son “una porción muy pequeña de lo que podría ser la respuesta inmunológica” en el cuerpo, explica la epidemióloga y demógrafa de la Universidad de Oxford (Reino Unido) Jennifer Dowd.

Las células del sistema inmunitario llamadas T también ayudan a controlar las infecciones. Estas células no pueden neutralizar el virus, pero sí identificar las células infectadas y destruirlas. Eso ayuda a protegernos contra enfermedades graves. Y los datos de las personas que ya habían contraído la COVID-19 sugieren que la respuesta de las células T debería proporcionar una amplia protección contra la mayoría de las variantes del SARS-CoV-2.

  1. Cuando las personas vacunadas se contagian, las vacunas las protegen contra los peores resultados

Una vacuna capaz de impedir una infección es maravillosa. Pero “lo más importante es mantener a la gente fuera del hospital y del cementerio”, resalta Friedrich. Y hay buenas evidencias de que las vacunas actuales hacen exactamente eso. En Sudáfrica, una dosis de la vacuna Johnson & Johnson proporcionó 85 % de protección contra las hospitalizaciones y muertes relacionadas con la COVID-19. En ese momento, el 95 % de los casos fueron causados por la variante B.1.351. En Israel, donde la variante B.1.1.7 se ha convertido en la cepa dominante, dos dosis de Pfizer ofrecieron una protección del 97 % contra la COVID-19 sintomática y las hospitalizaciones relacionadas con la COVID-19.

  1. Siguen apareciendo las mismas mutaciones

Cuando el virus entra en una célula, comienza a replicarse. Cuantas más copias haga, mayor será la probabilidad de que surjan errores aleatorios o mutaciones. La mayoría de estos errores son intrascendentes. Sin embargo, un puñado de ellos podría ayudar al virus. Por ejemplo, una mutación de la proteína de espiga conocida como la D614G parece ayudar a la transmisión del SARS-CoV-2. Otra, la E484K, podría ayudar al virus a evitar la respuesta de los anticuerpos. Si los virus que portan estas mutaciones ventajosas se transmiten de una persona a otra, pueden empezar a superar a los virus que carecen de ellas, un proceso conocido como la selección natural. Así es como la variante B.1.1.7, que es más transmisible, se convirtió en la cepa predominante en EE. UU.

En el caso del SARS-CoV-2, las mutaciones que mejoran el virus siguen apareciendo en diferentes partes del mundo, un fenómeno conocido como la evolución convergente. “Estamos viendo las mismas combinaciones evolucionando una y otra vez”, afirma el biólogo evolutivo de la Universidad de Pittsburgh (EE. UU.) Vaughn Cooper. En un artículo reciente publicado en Scientific American, el experto compara el proceso con el Tetris y afirma: “Se puede colocar un número limitado de bloques de construcción de diferentes maneras, en distintas combinaciones, para lograr las mismas estructuras ganadoras”.

Cooper y algunos otros investigadores ven estas pruebas de evolución convergente como una señal esperanzadora: es posible que el virus se esté quedando sin nuevas formas de adaptarse al entorno actual. El experto añade: “En realidad, en este momento la baraja de cartas es muy pequeña. Si logramos controlar las infecciones, esa baraja seguirá siendo pequeña”.

  1. Si la efectividad de las vacunas empieza a decaer, podremos hacer vacunas de refuerzo

Con el tiempo, las vacunas actuales se volverán menos efectivas. “Eso es de esperar”, afirma Chandran, pero también espera que eso suceda gradualmente, y añade: “Habrá tiempo para las vacunas de la próxima generación”. Moderna ya ha comenzado a probar la eficacia de una vacuna de refuerzo contra la variante B.1.351 (identificada por primera vez en Sudáfrica). La semana pasada, la empresa dio a conocer los resultados iniciales. Una tercera dosis de la vacuna actual contra la COVID-19 o un refuerzo específico contra la variante B.1.351 aumentó la protección contra las variantes identificadas por primera vez en Sudáfrica y Brasil. Pero el refuerzo específico contra la nueva variante provocó una mayor respuesta inmunológica contra la B.1.351 que la tercera dosis de la vacuna original.

Eso es un alivio por dos razones. Primero, demuestra que los refuerzos específicos contra las variantes pueden funcionar. Cooper señala: “Creo que la viabilidad de estas vacunas basadas en ARN para producir refuerzos es el logro de nuestra vida”.

Pero hay otra razón más extraña para celebrar estos primeros resultados. A algunos investigadores les preocupa que una vacuna de refuerzo dirigida a una de las variantes pueda amplificar la respuesta inmunológica contra el virus original. Este fenómeno, conocido como pecado original antigénico, a veces ocurre cuando el cuerpo está expuesto a un virus que es similar, pero no idéntico, a otro que ya había encontrado. Esto puede suceder con las exposiciones repetidas a la gripe. También puede ocurrir como respuesta a la vacunación. Así que el hecho de que la vacuna de refuerzo de Moderna funcione mejor que una tercera dosis de la fórmula original ofrece razones para el optimismo de que el pecado antigénico no será un gran obstáculo en la lucha contra el SARS-CoV-2.

Pero, aunque no debemos entrar en pánico, tampoco es momento para conformarnos. El hecho de que el actual grupo de variantes parezca relativamente dócil no significa que todas las variantes nuevas vayan a ser iguales. Chandran detalla: “Lo más probable es que veamos muchas más cosas del mismo tipo que ya hemos visto. Pero pueden suceder y suceden cosas muy raras. Y si esas cosas raras influyen tremendamente en el éxito, solo tendrían que suceder un par de veces”.

El aumento de casos en la India resulta especialmente preocupante. “Ofrece al virus muchas oportunidades de manejar la máquina tragamonedas evolutiva y tal vez ganar el premio gordo”, subraya Friedrich. Y, aunque la vacunación ha ido bien en muchos países ricos, los países más pobres podrían no tener un acceso generalizado a las vacunas hasta 2022 o incluso más tarde. Chandran concluye: “Tenemos todas estas increíbles vacunas y debemos encontrar una manera de llevarlas a todo el mundo”.

Fuente: technologyreview.es