¿Cifras millonarias en fármacos que prolongan la vida muy poco tiempo?

A pesar de la actual inversión e innovación, los nuevos fármacos anticancerígenos han tenido poco efecto sobre la supervivencia en adultos con cáncer metastásico.

Así explica Peter Wise, exconsultor del Hospital Charing Cross de Londres, en un artículo publicado en la revista British Medical Journal.

El experto pone de manifiesto la escasa efectividad de los medicamentos contra el cáncer desarrollados durante los últimos 10 años. Sólo en 2015, el coste global de los nuevos fármacos se situó casi en los 95 mil millones de euros: una cifra muy elevada para la cuestionable efectividad de los mismos, según el artículo. Sin embargo, a pesar de los números, el experto cita la excepción de Estados Unidos, donde la tasa de supervivencia relativa en adultos que sufren cáncer ha pasado del 49 por ciento al 68 por ciento en 40 años.

Asimismo, los datos de un metanálisis publicado en 2004 afirmaron que la mejora de la supervivencia en algunos tipos de cáncer (cáncer testicular, enfermedad de Hodgkin, cáncer de cuello uterino, linfoma y cáncer de ovario) supuso menos del diez por ciento de todos los casos. Aunque se están produciendo avances en quimioterapia (atribuidos, sobre todo, al cáncer medular de tiroides y al cáncer de próstata), Wise cuestiona qué porcentaje de esa mejora puede asociarse a la efectividad de los nuevos fármacos.

Ante la escasa efectividad de los medicamentos que prolongan la vida de los pacientes en un máximo de dos meses, afirma el experto, es necesario poner criterios más estrictos para el visto bueno y la aprobación de los tratamientos. “Esto es por un motivo ético y de reducción de costes”, ha subrayado. Si bien los ensayos clínicos permiten hacer una rápida aprobación de los medicamentos, afirma Peter Wise, no siempre son indicadores reales del beneficio de supervivencia. Los pacientes necesitan más información

Los fármacos con beneficios y efectos de supervivencia tan pequeños han despertado cuestiones éticas entre los expertos.

“Esto lleva a la malinformación de los pacientes, otorgándoles unas expectativas poco reales”, ha añadido. Además, la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) reveló en 2010, que el 45 por ciento de los fármacos contra el cáncer fueron aprobados de forma incompleta y acelerada, bien porque los ensayos no lograron confirmar la efectividad de los mismos, o bien por no haber sido presentados. En esta línea, hace hincapié en los superlativos “injustificables” utilizados por la industria en la promoción de los medicamentos. “Estos promueven un ‘cambio de juego’, ‘innovador’, ‘revolucionario’ o ‘milagroso’ que, asegura Wise, beneficia a los pacientes a corto plazo, pero también ayuda a las farmacéuticas a obtener sus beneficios.

“Es necesario que los pacientes tengan una información precisa e imparcial tanto del ensayo clínico como del centro en el que recibirá el tratamiento”, añade. Ante una sobreestimación de los beneficios potenciales de los fármacos por parte de los pacientes, aumentan las irregularidades y los intereses competitivos en la industria y en el uso clínico de los mismos. “Esto supone un atentado ético a la atención de los pacientes con cáncer. Gastar una suma de seis cifras para prolongar la vida durante unas pocas semanas o meses es inasequible e inapropiado para un 20% de la población occidental que sufre la enfermedad”, resalta Peter Wise.

Prevención, detección y tratamiento eficaz del cáncer

El experto cree necesaria la prevención, la detección temprana y el tratamiento eficaz de la enfermedad. Sin embargo, añade, “estas prioridades son importantes pero no están financiadas”. “Se deben utilizar criterios más específicos sobre el riesgo-beneficio y el coste-beneficio”, subraya.

Asimismo, al promover un tratamiento marginal más efectivo para hacer frente a los tumores más complicados, añade el experto, no sólo crea expectativas poco realistas en los pacientes, sino que produce un desvío de los recursos que podrían emplearse en otras necesidades de salud, dentro y fuera de la asistencia del cáncer.

Fuente: elmundo.es