China adelanta a EU en la guerra cuántica: multiplica por 1.000 la velocidad

China ha desarrollado un chip cuántico fotónico que aumenta la eficiencia de sus centros de datos de IA en más de mil veces, usando partículas de luz para el procesamiento de datos más rápido y con menos consumo de energía

China ha dado un golpe sobre la mesa en la carrera tecnológica global por a supremacía en la inteligencia artificial. Un nuevo chip cuántico fotónico desarrollado por un equipo de la Universidad Jiao Tong de Shanghái acelera la computación para inteligencia artificial en más de mil veces, un avance que ya está siendo implementado en sectores como el aeroespacial y las finanzas. No se trata de una promesa de laboratorio, sino de una tecnología industrializada que amenaza con romper el equilibrio de poder en la era de la IA, con Occidente todavía intentando ponerse al día.​

Lo que está en juego es el dominio de la tecnología que definirá las próximas décadas. «Lograr la tecnología de empaquetado conjunto para fotones y electrónica, la integración a nivel de chip y la producción en masa a escala de oblea de chips cuánticos fotónicos… creo que esto es una primicia mundial», declaró Jin Xianmin, profesor de física y fundador de la empresa Turing Quantum, responsable del avance. Y ésa es realmente la clave, como apunta el diario hongkonés South China Morning Post: China ha conseguido dominar el proceso completo de fabricación a escala industrial, algo que hasta ahora nadie había conseguido.​ Y está lista para desplegarlo en sus centros de datos.

El secreto está en la luz

Para entender la importancia de este avance hay que comprender cómo funcionan estos nuevos chips. A diferencia de los procesadores convencionales que usan electricidad —un flujo de electrones— para hacer cálculos, los chips fotónicos utilizan partículas de luz (fotones). Esto les otorga ventajas fundamentales: son mucho más rápidos, consumen menos energía y son más eficientes gestionando la enorme cantidad de datos que exige el entrenamiento de modelos de inteligencia artificial avanzados.​

La computación cuántica, por su parte, se basa en los cúbits. Mientras un bit clásico solo puede ser un 0 o un 1, un cúbit puede ser ambas cosas a la vez gracias a un principio llamado superposición. Esto permite a los ordenadores cuánticos realizar millones de operaciones de forma simultánea, un paralelismo masivo que resuelve en segundos problemas que a un superordenador tradicional le llevarían años. El chip chino combina ambas tecnologías en una arquitectura híbrida cuántico-clásica, diseñada para ser escalable hasta un millón de cúbits.​​

Producción en masa

La verdadera ventaja china está en la capacidad de producirlo en masa. El centro de investigación CHIPX, afiliado a la universidad, ha puesto en marcha la primera línea de producción del país para obleas de niobato de litio en película delgada (TFLN) de 15 cm. Se trata de un material extremadamente difícil de manipular que ahora puede procesarse en un ciclo industrial completo, desde el diseño hasta el empaquetado final del chip. Según la universidad, esto permite por primera vez crear «productos de grado industrial» en el campo de la computación óptica.​

La planta puede producir 12.000 obleas al año, con unos 350 chips por oblea. Más importante aún, el proceso de diseño de nuevos circuitos fotónicos, que antes tardaba seis meses, ahora se completa en solo dos semanas. Esta eficiencia multiplica por diez la velocidad de innovación, apuntan, y permite a China mejorar su tecnología a un ritmo vertiginoso, dejando atrás a competidores que todavía operan a una escala menor, como la empresa neerlandesa SMART Photonics con sus obleas de 10 cm.​

El nuevo paradigma de la IA

El avance ha sido tan significativo que Berenice Baker, editora de la web especializada Enter Quantum, afirmó que el movimiento marcaba «la entrada formal del país en un campo previamente dominado por fabricantes europeos y americanos». Estados Unidos y Europa se ven ahora en la tesitura no solo de competir en investigación, sino también en la capacidad de producción industrial, un terreno donde China ha demostrado una superioridad estratégica al dominar toda la cadena de suministro. Es la misma jugada que nos ha hecho en tantos sectores claves, como la cadena de suministro para los imanes de tierras raras. Mientras la californiana PsiQuantum adapta sus procesos a obleas de 30 cm, China ya ha anunciado planes para escalar su producción a 20 cm, consolidando su ventaja.​

Este salto tecnológico tiene implicaciones directas para la hegemonía mundial en inteligencia artificial. Al disponer de una capacidad de cálculo mil veces superior, China puede entrenar modelos de lenguaje e IA generativa mucho más complejos y a una velocidad inalcanzable para sus rivales. El principal cuello de botella que frenaba el desarrollo de la IA —el poder computacional— se ha roto, y Pekín es el primer beneficiado.​

El dominio del hardware se convierte así en el factor decisivo para liderar la revolución tecnológica. China no solo ha presentado un avance científico, sino que ha demostrado que puede convertirlo en una ventaja industrial tangible y desplegable a corto plazo. La supremacía ya no depende de promesas futuras, sino de la capacidad de fabricación presente. Y en esa partida, China ha movido ficha con una contundencia que redefine el tablero geopolítico de la tecnología.​

Fuente: elconfidencial.com

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