Las arañas también cambian de piel como las serpientes, y ver el proceso es absolutamente terrorífico

¿Por qué muda la piel de una araña? He aquí las claves para entender este curioso e increíble proceso evolutivo

Si tuviesen que preguntarte por un animal capaz de mudar su piel, ¿cuál elegirías? Muy probablemente, apostarías por la serpiente, ¿verdad? En el reino animal hay una gran variedad de animales que cuentan con esta cualidad por diversos motivos. Uno de los más repetidos es el crecimiento del propio animal, lo cual provoca que la piel anterior no sea lo suficientemente grande como para soportar el nuevo tamaño. Curiosamente, algunas arañas tienen esta facultad, sobre todo, en las primeras etapas de su desarrollo.

Esta particularidad permite a estos animales llevar a cabo crecimientos de su tamaño con el objetivo de alcanzar a madurez. Aun así, ¿por qué ocurre en este tipo de seres vivos si no cuentan con las famosas escamas que sí hay presentes en los reptiles mencionados anteriormente? La clave la tiene su exoesqueleto. Lo primero que cabe destacar es que estos animales cuentan con una peculiaridad fundamental. De acuerdo con el portal How sutff Works, los arácnidos no disponen del convencional esqueleto que poseen los vertebrados. En su defecto, disponen de lo que se conoce como exoesqueleto, el cual guarda unas llamativas condiciones.

Veamos, por tanto, cuáles son los motivos por los que muchas arañas mudan su piel a lo largo de sus vidas, por qué es un proceso fundamental para entender que una araña llega a su edad adulta y, por supuesto, hasta qué punto nos encontramos ante una conducción especialmente interesante desde el punto de vista de la naturaleza. La muda de estos animales está contrastada y, sin duda alguna, se pueden observar sus restos en aquellas unidades criadas en cautividad.

Las arañas y la particular causa para mudar la piel

El funcionamiento de los movimientos del grupo de una buena parte de los arácnidos es muy llamativo. Lo primero que llama la atención es ver cómo carecen de músculos para facilitar el movimiento. En su defecto, requieren el bombeo continuado de sangre para poder estirar las patas. ¿Has visto alguna vez alguna araña con las patas contraídas hacia el abdomen? Ciertamente, esta es la posición natural del exoesqueleto de estos animales. El hecho de estar vivas es lo que les permite mantener una postura con las patas completamente alargadas.

Esto, en una etapa de crecimiento, provoca que el exoesqueleto demande un mayor espacio. Está formado, principalmente, por cutícula, un material compuesto que contiene varias proteínas y quitina. El problema principal es que no puede crecer de la misma forma que los esqueletos basados en hueso. En su defecto, se precisa de una cutícula mayor, lo cual plantea un gran problema desde el punto de vista del propio espacio disponible. De forma puramente innata, la araña lleva a cabo un proceso para mudar la piel con el objetivo de agrandar el tamaño de su cuerpo.

Durante el proceso, la etapa de formación de la nueva cutícula y la anterior conviven. No obstante, una vez formada la nueva, la vieja deja de recibir el sustento necesario para alimentar los tejidos, lo que da lugar a la muda. El proceso, nuevamente, nos deja perplejos. Dado que no cuenta con brazos y piernas para poder tirar de la piel muerta, bombea una mayor cantidad de sangre con el objetivo de expulsar el material sobrante. Gracias a este proceso, se consigue disfrutar de un mecanismo de muda que ha sido pulido constantemente mediante la evolución de las especies.

Este tipo de investigaciones vuelve a demostrar cómo la naturaleza es sabia y ha sabido comprender los requerimientos que necesita una determinada especie para subsistir en un ecosistema determinado. Entre otras cuestiones, la mayoría de arácnidos no se encuentran entre las especies que corren más peligro para su extinción. La creación de este tipo de mecanismos sirve para apoyar la tesis sobre su gran desarrollo evolutivo.

Fuente: mundodeportivo.com