Las abejas tienen sentidos secretos para detectar comida
Las abejas tienen sentidos secretos que les permiten sentir las flores y saber si tienen polen y néctar: campos electrostáticos detectados a través de sus pelos les llevan a encontrar la comida. También aprenden las diferencias de magnitud y estructura de los campos electrostáticos florales.
Investigadores de la Universidad de Bristol, Reino Unido, han descubierto que los abejorros tienen la capacidad de detectar campos electrostáticos débiles que se forman cuando vuelan cerca de una flor, informa la revista europea Horizon.
Gracias a esta capacidad, una abeja tiene la capacidad, incluso sin aterrizar, de saber si una flor ha sido visitada en los últimos minutos o segundos por otra abeja, midiendo el campo eléctrico que rodea a la flor.
Las abejas usan su capacidad de detectar campos eléctricos para encontrar flores que probablemente sean ricas en polen y néctar, señalan los investigadores.
Las abejas desarrollan una carga electrostática porque mientras vuelan pierden electrones debido al roce del aire contra sus cuerpos, lo que genera una pequeña carga eléctrica positiva. Las flores, por el contrario, están conectadas al suelo, una rica fuente de electrones, y tienden a tener carga negativa.
Se cree que estas cargas electrostáticas ayudan a las abejas a recolectar el polen más fácilmente. El polen cargado negativamente se adhiere a la abeja cargada positivamente porque se atraen como cargas opuestas.
Una vez que el polen se adhiere a la abeja, también se carga más positivamente durante el vuelo, lo que hace que posteriormente se adhiera a la parte femenina cargada negativamente de una flor, conocida como estigma.
Los investigadores han comprobado incluso la corriente que fluye a través de la planta cada vez que un abejorro se acerca a través del aire.
Pelos críticos
La investigación ha establecido asimismo que los finos pelos del cuerpo de las abejas se mueven en presencia de campos eléctricos débiles. Cada uno de estos pelos tiene nervios en su base tan sensibles que pueden detectar pequeños movimientos, de siete nanómetros, causados por el campo eléctrico.
Los investigadores señalan que, cuando una abeja visita una flor, ésta puede cancelar parte de su carga negativa y reducir así el campo electrostático que se forma cuando las abejas se acercan.
Este cambio en la fuerza del campo electrostático de la flor podría permitir que otras abejas que pasen volando averigüen si vale la pena visitarla antes de aterrizar, lo que les ayuda a ahorrar tiempo y energía.
Otras señales, como cambios en el color y el olor de las flores, ocurren en minutos u horas, mientras que los cambios en el potencial eléctrico ocurren en segundos.
Resultados
Este equipo de investigación ha demostrado también que los abejorros pueden ser entrenados para distinguir entre estaciones de alimentación experimentales (simulando flores) que se encuentran en diferentes potenciales electrostáticos.
En resumen, los principales hallazgos desvelan, por un lado, que las flores están rodeadas de campos electrostáticos débiles que surgen de la interacción con el gradiente de potencial atmosférico natural.
También que las abejas pueden detectar la presencia de estos campos y que el potencial electrostático floral cambia cuando las abejas se acercan y visitan la flor.
Por último, han establecido que las abejas pueden aprender las diferencias de magnitud y estructura de los campos electrostáticos florales.
Sorprendentemente, otros experimentos demostraron que las abejas aprenden más fácilmente la diferencia entre dos tonos de verde cuando hay campos electrostáticos.
El descubrimiento es uno de los primeros ejemplos de electrorrecepción en el aire. Este sentido se conoce desde hace mucho tiempo en peces como los tiburones y las rayas, que pueden detectar los campos eléctricos débiles producidos por otros peces en el agua. También se ha descubierto que los mamíferos que viven en el agua, como el ornitorrinco y los delfines, utilizan campos eléctricos para ayudarlos a cazar presas.
Profundizando
El profesor Daniel Robert, director de esta investigación, y su equipo, están probando su teoría de que el campo eléctrico ayuda a las abejas a saber qué flores visitar: este verano se dedican a contar las visitas de los abejorros a las flores en un prado, al mismo tiempo que miden los campos eléctricos que están alrededor de las flores.
Sus hallazgos podrían ayudar a los científicos a comprender mejor la relación entre las plantas y los insectos polinizadores, lo que puede resultar crucial para mejorar la producción de muchos cultivos frutales vitales que dependen de las abejas para la polinización.
El profesor Robert también está investigando si los abejorros usan su carga electrostática para comunicarse con sus hermanas del nido sobre los mejores lugares para volar en busca de polen.
Fuente: tendencias21.levante-emv.com