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Demasiada lluvia provocó la erupción del volcán Kilauea en 2018

Patrones de lluvia locales pueden contribuir significativamente al momento y la frecuencia eruptiva algunos volcanes. Un exceso de precipitación desencadenó la erupción del volcán Kilauea en 2018 en Hawai, según investigadores de la Escuela de Ciencias Marinas y Atmosféricas Rosenstiel de la Universidad de Miami (UM).

«Sabíamos que los cambios en el contenido de agua en el subsuelo de la Tierra pueden desencadenar terremotos y deslizamientos de tierra. Ahora sabemos que también puede desencadenar erupciones volcánicas –añade en un comunicado Falk Amelung, profesor de Geofísica en la Escuela UM Rosenstiel y coautor del estudio, que publica Nature–. Bajo la presión del magma, la roca húmeda se rompe más fácilmente que la roca seca. Es tan simple como eso».

La erupción de larga duración de Kilauea, uno de los volcanes más activos de Hawai, entró en una nueva fase extraordinaria el 3 de mayo de 2018, arrojando lava incandescente a 60 metros de altura en el aire. La erupción sin precedentes, que destruyó cientos de hogares, implicó el colapso de la caldera de la cumbre antes de que cesara cuatro meses después en septiembre de 2018.

Utilizando una combinación de mediciones de lluvia basadas en tierra y por satélite, Farquharson y Amelung modelaron la presión del fluido dentro del edificio del volcán a lo largo del tiempo, un factor que puede influir directamente en la tendencia a fallas mecánicas en el subsuelo, lo que en última instancia impulsa la actividad volcánica.

Los resultados del equipo resaltan que la presión del fluido alcanzó su nivel más alto en casi medio siglo inmediatamente antes de la erupción, y proponen un movimiento de magma facilitado debajo del volcán. Su hipótesis también explica por qué no hubo una elevación generalizada en el volcán en los meses anteriores.

«Una erupción ocurre cuando la presión en la cámara de magma es lo suficientemente alta como para romper la roca circundante y el magma viaja a la superficie –explica Amelung–. Esta presurización provoca una inflación del suelo en decenas de centímetros. Como no vimos ninguna inflación significativa en el año anterior a la erupción, comenzamos a pensar en explicaciones alternativas».

Si bien pequeñas explosiones de vapor y terremotos volcánicos se han relacionado con la infiltración de lluvia en otros volcanes en el pasado, esta es la primera vez que se invoca este mecanismo para explicar procesos magmáticos más profundos.

«Curiosamente, cuando investigamos el registro histórico de erupciones de Kilauea, vemos que las intrusiones magmáticas y las erupciones registradas tienen casi el doble de probabilidades de ocurrir durante las partes más húmedas del año», señala Jamie Farquharson, investigador postdoctoral en la Escuela UM Rosenstiel y autor principal del estudio. Los autores destacan que si este proceso se puede detectar en Kilauea, es probable que también ocurra en otros lugares.

«Habiendo establecido la evidencia de erupciones provocadas por la lluvia en Kilauea, será fascinante investigar otros volcanes –apunta Farquharson–. Si podemos identificar las regiones del mundo donde existe este tipo de acoplamiento entre la lluvia y el vulcanismo, podría avanzar mucho hacia la alerta avanzada de los peligros volcánicos asociados».

«Se ha demostrado que el derretimiento de las capas de hielo en Islandia provocó cambios en la productividad volcánica –añade–. Como se prevé que el cambio climático en curso provocará cambios en los patrones de lluvia, esperamos que esto pueda influir de manera similar en los patrones de actividad volcánica».

«Este estudio solo fue posible gracias a una serie de satélites de observación de la Tierra –continúa Amelung–. Obtuvimos información sobre precipitaciones de una misión conjunta entre la NASA y la Agencia Japonesa de Exploración Espacial y observaciones de deformación del suelo de una misión de la Agencia Espacial Europea».

Fuente: europapress.es